27. La comunicación |
Se cuenta que un hombre chino dijo a su mujer: "Tengo muchas cosas que hacer; pero todo lo que hago, lo hago por ti". Pero nunca hallaban tiempo para hablar, y un día en que se encontraron ya no supieron qué decirse.
Por desgracia esta anécdota suele ser frecuente. El adolescente encuentra las primeras dificultades para comunicarse. Tiende a cerrarse en sí mismo y trata de guardar su independencia e intimidad.. Se suela abrir con más facilidad al grupo de amigos.
La soledad es una experiencia que todos hemos sufrido alguna vez a lo largo de la vida y desemboca en la tristeza y seriedad. Marcel dice que "solo existe un sufrimiento: estar solo". Para superar la soledad no basta la conversación rutinaria y superficial con conocidos o compañeros de trabajo. Solamente el amor conyugal, familiar o de amistad puede vencer la soledad personal.
La comunicación clara y sincera entre los cónyuges es la fuente de gozo, de paz y de superación de la soledad. Por el contrario, el fracaso de algunos matrimonios se debe a la progresiva incomunicación, a cerrarse en un monólogo personal que le aísla del otro y termina en la soledad.
El diálogo es la conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas alternativamente. Por el contrario, monólogo es el discurso que mantiene una persona consigo misma.
A veces entre el marido y la mujer no surge fácilmente el diálogo. No son capaces de dar a conocer su amor. Les cuesta hablar, abrir la propia intimidad, expresar los sentimientos, ilusiones, afanes y preocupaciones. Aunque se aman, no tienen la habilidad de expresar su afecto con palabras. Quizás muchos cónyuges tendrán que esforzarse para decir con palabras lo que sienten. Tendrán que aprender a "perder el tiempo" en hablar, para conseguir una comunicación permanente y un encuentro de corazones.
Podríamos decir que la relación entre los esposos es una forma singular de amistad, con la cual los cónyuges comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o cálculos egoístas. La amistad es una relación de confianza y afecto desinteresado en las personas.
La amistad es una forma de vivir con y para el otro. Así lo expresaba Aristóteles: "Para los amigos lo preferible a todo es la convivencia, los amigos se complacen tratándose y oyéndose" (Ética a Nicómaco, libro VIII. n.1158)
El afecto de la amistad es desinteresado. Lo peculiar de la amistad no es el sexo, como en la unión conyugal, sino el afecto desinteresado o el amor de benevolencia, que santo Tomás como "amor que quiere simple y puramente el bien del amigo".
En una investigación de Gottman se descubrió que los matrimonios felices están basados en una profunda amistad. Los cónyuges se conocen íntimamente y muestran gran consideración el uno por el otro, tanto con grandes gestos como con pequeños detalles cotidianos.
Arturo Ramo García
B) La comunicación en la pareja
Lo que más favorece la comunicación de la pareja es el amor y el deseo de ayudar y mejorar al otro. No obstante, podemos señalar algunas reglas positivas.
a) Saber escuchar. Escuchar al otro es la condición más importante y difícil para establecer un verdadero diálogo. Para comprender los sentimientos y puntos de vista del otro cónyuge es necesario ponerse en su lugar y atender a lo que nos dice y siente, sin pensar mientras habla en lo que le vamos a contestar. Hay que mantener la atención centrada en lo que nos está diciendo para preciar cómo está el otro y qué quiere transmitirnos.
No sabe escuchar el que dice juicios de valor sobre lo que el otro está diciendo o interrumpe la conversación, o se distrae durante el diálogo haciendo otra cosa distinta o se apresura a dar soluciones sin esperar a escuchar las que el otro ha pensado sobre el asunto.
Para una comunicación efectiva es importante mirarse a los ojos, porque los ojos dicen y expresan el interior de la persona mucho más que la palabra.
b) Repetir. Una manera de asegurarse de que se ha comprendido lo que el otro ha dicho es repetir sus ideas con las mismas o parecidas palabras, pidiéndole que nos confirme si hemos entendido bien. Esto es una buena prueba de que nos tomamos en serio lo que nos dice.
c) Responder. Para que haya comunicación, además de escuchar es necesario dar la propia opinión sobre lo que se nos dice. A veces se puede decir un breve comentario como: "bien, de acuerdo, en efecto" y esperar a dar una contestación definitiva más tarde, después de haber pensado mejor el asunto propuesto.
Lo que no es aceptable es responder con el silencio, pensando que "el que calla otorga" y no se necesitan palabras para dar la aprobación. Sin embargo, el otro cónyuge necesita una contestación verbal que satisfaga las razones que ha propuesto.
d) Actuar con coherencia. Cuando se le dice a la esposa que se le escucha habrá que cerrar el periódico o dejar de mirar al televisor. Así mismo, la mujer no hará esperar a su marido mientras se arregla diciendo: "ya casi estoy lista".
e) Valentía. En toda relación amorosa está presente una serie de sentimientos que embellecen ese amor, pero que también pueden caer en la crisis. A veces es difícil descubrir el origen de la crisis. Hace falta un esfuerzo valiente para abrir el corazón al otro cónyuge y pedirle que ponga el suyo al descubierto para buscar entre los dos el origen de la avería. Si esto no se hace empieza a crecer el malestar, los resentimientos, la acritud y el encerramiento en uno mismo.
f) Sentido positivo. Cuando se piensa que el otro cónyuge debe mejorar en algún aspecto, hay que hacérselo ver del modo más positivo posible, de forma que esas indicaciones resulten aceptables y no demasiado amargas.
En lugar de decirle al otro: "Eres un egoísta. Solo piensas en tus cosas", sería preferible decirle: "Tu descuido me ha causado pena. Para mi este asunto era tan importante...". Decirlo sin resentimiento y con sentido positivo.
Arturo Ramo García
C) Resolver las crisis
En ocasiones aparece la crisis en la pareja. ¿Qué hacer entonces?
En primer lugar hay que desechar la lista de agravios padecidos por el otro cónyuge. Es fundamental no sacar a la luz las cosas negativas del pasado que no se han superado, tales como desaires, daños, faltas, olvidos e interpretaciones deformadas. Hace falta perdonar y olvidar.
En segundo lugar evitar las discusiones innecesarias. Ante los fallos más comunes, uno de los cónyuges puede dar una respuesta desproporcionada, inadecuada o sin base real. En ocasiones pueden terminar en auténticas batallas campales, insultos y desprecios. El objetivo es evitar discusiones y que el más fuerte de la pareja debe callar, desaparecer y no combatir.
En tercer lugar no mantener los pensamientos críticos hacia el otro cónyuge por reproches, recuerdos dolorosos o hechos ofensivos. Lo mejor es hablar con la otra persona, pidiendo disculpas, si uno piensa que ha tenido parte de la culpa. La actitud inteligente es salir al encuentro del otro, abrirle los brazos y gastar una broma o algo divertido, que rompa el hielo del momento.
El amor implica la preocupación por la vida del ser amado y cuidarlo. El marido y la mujer expresan su amor cuidando el uno del otro. La persona amada, igual que una planta, necesita cuidados continuos: dedicarle tiempo diario sin prisas, ser acompañada, comprendida, apreciada, consolada, etc.
Hay poca costumbre de cuidar al otro cónyuge. Ordinariamente se preocupan de los hijos, pero prestan poca atención a la pareja.
La felicidad conyugal se fomenta borrando los malos recuerdos, la lista de agravios y los disgustos del día. No quedarse con las cosas malas del pasado; lo de hoy se arregla hoy y cada día comenzar sin rencores ni sentimientos no aclarados. Es una buena práctica no ir a la cama enfadados entre sí. Perdonar y olvidar y hacer las paces antes de irse a dormir.
Además de evitar las discusiones, hace falta estudiar con objetividad las cuestiones que no van en la familia, ya sea entre los dos cónyuges, o con los hijos, o entre los propios hijos. Esto hace olvidar la subjetividad y el orgullo, que impiden estudiar las cosas con objetividad.
Es bueno pedir al otro cónyuge que nos explique su pensamiento que le lleva a opinar o a obrar de un determinado modo negativo.
Borghello afirma que el arte del diálogo se basa sobre el principio fundamental para la vida de los esposos: si quieres cambiar a tu cónyuge cambia tú primero en algo.
El verdadero amor culmina siempre en entrega, en el olvido del propio yo y en preocuparse por el otro. Por otra parte, se han de comprender y aceptar las diferencias esenciales que provocan disensión y poner empeño por aprender a vivir con ellas.
Arturo Ramo García
D) Lealtad
Yo, tu Ordenador, no tengo capacidad de "traicionarte". Sería un "traidor", si faltara conscientemente al compromiso de ofrecerte los datos que me pides. Si alguna vez te fallo, no me digas "traidor"; consulta más bien a un técnico de ordenadores. No soy más que una máquina sin alma y sin sentimientos.
En mí no cabe la "traición" ni tampoco la lealtad que es la virtud opuesta. La lealtad es cosa de personas leales como serás tú.
No es fácil explicar qué es la lealtad. Una idea vaga ya te he dado, al indicarte que su contraria es la traición. Mas, aunque difícil, lo voy a intentar. ¿Me ayudas?
A lo largo de la vida, las personas se asocian, se unen a otras personas, a grupos, a instituciones. Cuando decimos que "pertenecemos" a tal familia, a tal club, a tal colegio, etc., queremos expresar esto: que nos hemos vinculado de una manera o de otra a un grupo determinado.
Ya te has dado cuenta de que se repite la palabra "vínculo", "vincularse", "pertenecer a...". Esto es fundamental para la lealtad. No es necesario que esta vinculación se manifieste con palabras o escritos. Ordinariamente, los hijos o los amigos no hacen declaraciones de pertenencia. La amistad y la familia tienen unos vínculos implícitos, que se sobreentienden, y basta.
Lealtad, pues, es comprometerse a mantener los vínculos que hemos contraído con los demás (amigos, familiares, colegio, club, etc.) reforzando y protegiendo los valores que hay en ellos (amistad, familia, deporte, etc.).
Otra manera, más breve y clara, sería: mantener y cumplir la palabra dada.
Concretando. Una persona es leal cuando se mantiene unida al grupo o persona con la que se ha vinculado. Cuando protege, apoya y defiende los valores (de amistad, deportivos, familiares, religiosos, etc.) que promueve la institución a la que se ha vinculado.
Si en un momento determinado, surge un conflicto, es decir que no se puede ser leal al mismo tiempo con el amigo y con el club, por ejemplo, la lealtad nos tiene que llevar a decidir, según la mayor importancia de los valores de las instituciones en conflicto. Y una vez tomada la decisión, debemos explicar, por lealtad a la parte que pudiera sentirse traicionada, las razones de nuestra decisión. Se cumple así aquello de que "el que avisa no es traidor".
Te educarás en la lealtad:
* Desarrollando en ti el sentido del honor.
* Teniendo en cuenta la dignidad de los demás.
* Actuando con responsabilidad.
* Siendo constante y fiel en el cumplimiento de tu deberes.
* No haciendo trampas en los juegos.
* Aceptando de corazón las normas de la institución a la que te has vinculado.
Una persona leal garantiza la estabilidad y la buena marcha de las instituciones. De la familia y la amistad, sobre todo. Es pilar firme en el que se apoyan los otros. ¿No te gustaría ser así?
Samuel Valero
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Cómo mantener la comunicación?
2. Aspectos que más favorecen la comunicación
3. ¿Qué hacer para resolver la crisis en la pareja?
4. ¿Cómo mantener la lealtad en la familia
Bibliografía:
Gloria Elena Franco. La comunicación en la familia. Editorial Palabra
Enlaces de Internet:
¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?
Los 10 principios de una buena comunicación
Respuesta del Papa sobre la familia
Ejercicios interactivos sobre la comunicación
Ejercicios interactivos de la comunicación en la pareja
Ejercicios interactivos para resolver la crisis
Ejercicios interactivos de la lealtad
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