26. Alimentar el amor |
Algunas parejas tienen una imagen idealizada de la vida conyugal. Piensan que es una continuación del día de la boda y de las semanas de luna de miel. Creen que todo seguirá saliendo bien por sí mismo, sin ningún esfuerzo, sin necesidad de poner nada de su parte.
Piensan que la vida conyugal es una prolongación del amor románico del noviazgo. Estos esposos chocan con la realidad y se origina una decepción y una crisis. Empiezan a estar en desacuerdo en casi todo y discuten continuamente. Esta suele ser la causa de muchos divorcios actuales.
Algunos matrimonios actuales han perdido la ilusión inicial y se han dejado llevar por la comodidad en el amor, terminando en el acostumbramiento, la repetición y la rutina.
Pero también hay casos de matrimonios jóvenes que han caído en el pozo de la rutina porque el amor se ha de conquistar cada día, luchando con los enemigos de la vida conyugal, como son el cansancio, el individualismo y la rutina.
Hay que enfrentar cada día como el primero que vivieron juntos. No acostumbrarse a la relación y no dejando entrar la rutina. Expresar el amor y hacer pequeños sacrificios que hagan más amable la vida del otro cónyuge y a los hijos.
Así como el enamoramiento nació de la admiración hacia la persona, la recuperación del amor deteriorado por la rutina requiere volver a buscar los aspectos positivos del otro y lograr una nueva admiración.
Cuando se le dice al otro cónyuge piropos y cosas positivas, no solo consigue un renacimiento del amor, sino que le motiva a ser mejor. La admiración sirve de realimentación del desarrollo personal el otros.
Decía una esposa: "Nuestro amor se mantiene vivo porque nunca hemos dejado de mirarnos, admirarnos y, sobre todo, valorarnos como personas, como esposos, como padres. He aprendido de mi esposo a mirarnos con ternura y a decirnos las cosas que admiramos el uno al otro. Por ejemplo, ¡estás bien guapo!, ¡me encantas!" (Gerardo Castillo. La camisa del casado feliz. Amat Editorial, página 144)
La mutua admiración requiere vivir con los ojos limpios y abiertos a la novedad y sorpresa de cada día. Así se perciben los pequeños descubrimientos que ayudan a profundizar en la vida de los seres queridos y en la propia vida.
Es importante renovar el amor a lo largo de la vida matrimonial con creatividad. No es necesario hacer cosas excepcionales, sino aprovechar los acontecimientos de cada día para mejorar la relación y evitar la rutina.
Se puede entender el matrimonio como una extensión del noviazgo, en el sentido compartir experiencias nuevas, como el nacimiento de un hijo y descubrir las primeras palabras, los primeros pasos y el crecimiento constante.
Se puede mantener vivo el amor con pequeños detalles, como recordar y celebrar el cumpleaños del otro cónyuge, la fecha del aniversario de boda, el cumpleaños de los hijos y otras fechas que tengan algún significado especial. Es buscar detalles de amor cada día que enamoren al otro.
Cuando pasan los años y pierde intensidad el amor romántico y apasionado, es bueno evolucionar hacia formas de amor más sosegadas, como el amor-ternura, el amor-compañía y el amor-amistad. Es hora de estar juntos, caminar, recordar, hablar de los hijos y hacer otras actividades.
Esta segunda etapa del amor conyugal se le ha llamado la etapa del "amor tranquilo", caracterizada por la serenidad, la madurez y la compenetración.
Arturo Ramo García
B) El paso del tiempo
En temas anteriores se ha visto que el amor matrimonial es de entrega total, sin ceder ante el conformismo, el descanso o la autosatisfacción. Es un amor que "o crece o muere". Este crecimiento no es una continuación del enamoramiento inicial, ni es espontáneo, sino que exige esfuerzo diario perseverante. El amor no sale solo, sino que lo construyen los dos cónyuges día a día a base de pequeños detalles.
Pero ese ideal no es fácil de conseguir porque los hombres somos débiles y descubrimos en el amor deficiencias e intermitencias. También hay malos momentos en los que hay que aguantar más, sabiendo que los malos momentos pasan y se pasan. Hay que compartir no solo los buenos momentos sino los difíciles, como una enfermedad, una crisis económica o la muerte de alguien cercano.
Hay una relación entre el amor y la libertad. Hay que amar más porque se quiere hacerlo, porque me da la gana, por libertad. Solo quien ama como un ser libre está en situación de crecer en el amor, de amar cada vez más.
Los esposos crecen juntos a lo largo del tiempo tanto como personas como amantes. No se puede pretender que el amor entre los cónyuges siga siendo siempre igual, con el amor apasionado y romántico de los primeros años, ni que tenga la misma intensidad después de treinta años de la boda.
Si el amor no se adapta a las nuevas situaciones, se instala en la inmadurez y origina conflictos. Esto decía un especialista de terapia conyugal: "El síntoma más frecuente en mis consultas es el de las parejas de muchos años que dicen: Ya no es lo que era antes, ya no hay chispa. Las parejas pasan por distintas etapas y la relación va modificándose en todo momento. Es importante, por eso, que en cada etapa se negocien los objetivos, se comuniquen las satisfacciones y se genere una adaptación a las nuevas situaciones. Cuando eso no ocurre, la pareja comienza a tambalearse." (Ochoa de Alda, I.: Declaraciones a la revista El Semanal, nº 862, 2 a 8 de mayo de 2004, pág 44).
Convendría redefinir el proyecto conyugal que se hizo al comienzo del matrimonio, cada cinco años más o menos. Si ambos cónyuges se ponen de acuerdo en los cambios y novedades de su vida tienen un motivo más para seguir queriéndose.
Arturo Ramo García
C) Mantener el amor
El amor conyugal ha de cultivarse con la paciencia, el interés y el mimo con el que un buen jardinero cuida las plantas de su jardín. Lo mismo que las plantas, estará vivo si crece. No se puede conservar en un congelador o en una campana de vidrio. Allí no pueden crecer las plantas ni el amor.
El enemigo más peligroso es la rutina. Ya lo dijo Balzac: "El matrimonio debe luchar sin tregua contra el monstruo que todo lo devora: la costumbre". Por eso hay que fomentar la creatividad y la capacidad de sorprender a quien queremos.
Siguiendo con el ejemplo de la planta, si no se riega durante un tiempo parecerá que tiene lozanía, pero después se marchitará definitivamente.
Para un cónyuge, lo más importante de la familia es el otro cónyuge. Esto está por encima del trabajo, del dinero, de los caprichos, de los gustos y de los propios hijos.
Cultivar el amor se consigue pensando cada día un poco para ver cómo puede darle una alegría o una sorpresa al otro cónyuge. Y después poniendo los medios para realizar ese propósito. Pueden ser un gesto, una sonrisa, una atención y también evitando todo lo que le desagrada.
A veces una mala costumbre puede perjudicar mucho el amor conyugal. Por ejemplo, la puntualidad. El marido puede ponerse nervioso o enfadarse si su esposa tarda mucho en arreglarse y retrasa la salida de casa hasta peligrar llegar puntualmente a la cita prevista. En otras ocasiones puede ser el marido el que se retrasa por solucionar asuntos profesionales, que podrían esperar o solucionarse al día siguiente.
Otro detalle que se puede cuidar es la hora de llegada a casa después de un día de trabajo. A veces se retrasa innecesariamente o por temor a encontrarse en casa con los hijos que piden la atención o el otro cónyuge que necesita ser atendido. Estos retrasos injustificados pueden deteriorar de alguna forma el ambiente familiar.
La mujer debe cuidar su aspecto personal para estar atractiva y elegante. Dice el refrán que "la mujer compuesta saca al hombre de otra puerta". El hombre, por su parte, ha de cuidar las relaciones con compañeras de trabajo o secretarias para no caer en la infidelidad.
Lo mismo que los dos cónyuges han de cuidar el amor y el matrimonio, también han de ser responsables en las tareas domésticas, tales como el orden de la casa, la limpieza, poner y quitar la mesa, el arreglo de los desperfectos, etc. Esto también dependerá si los esposos trabajan fuera de casa o no y de otras muchas circunstancias.
También los hijos pueden y deben colaborar en el cuidado del hogar según su edad y sus posibilidades. No pueden ver su casa como un restaurante o un hotel en el que son servidos sin echar una mano en el trabajo. Con esto se pueden ejercer virtudes como la generosidad, la laboriosidad y el espíritu de servicio.
La mujer, en cuanto esposa y madre, es el corazón de la unión familiar, que da calor de hogar, pero el ambiente luminoso y alegre de la familia es tarea de todos, incluidos los hijos.
Arturo Ramo García
D) Consejos para mejorar
Renovar libremente el amor de entrega aunque a veces resulte costoso.
Volver a enamorar al otro cónyuge cada jornada a base de detalles pequeños.
Evitar todo lo que moleste al otro y hacer todo lo posible para satisfacerlo.
Aceptar al otro con sus defectos y limitaciones y ayudarle a superarlos.
Evitar que el trabajo y las relaciones sociales resten tiempo a la mujer (marido) y a los hijos.
Tomar las decisiones familiares entre los dos, cediendo en algo si es preciso y sin protestar si se deriva algún inconveniente.
No alimentar los celos porque es señal de falta de confianza hacia el otro. Respetar la autonomía y libertad del otro en cuanto a sus aficiones, amistades y relaciones con Dios.
Conseguir que en la familia haya un ambiente de alegría y buen humor.
Evitar que los padres de ambos se entrometan en la vida del matrimonio.
No discutir nunca delante de los hijos y recomponer la paz pidiendo perdón y con un acto de amor.
No estropear la relación con el marido por el orden y limpieza de la casa.
Evitar atosigarle cuando llegue a casa con los problemas de los hijos o de la casa.
Cocinar un plato que le gusta especialmente cuando hay que ayudarle sabiendo que el marido se gana también a través del estómago.
No atormentarlo con los celos y con las dudas imaginarias.
Ser fiel al marido cuando aparece otro hombre más comprensivo, amable y guapo.
No divertirse jugando a interesar a otros hombres.
No contar confidencialmente a un amigo los defectos de tu marido, porque podría ser el primer paso para la deslealtad.
No quejarse de las dificultades para conseguir que tu marido haga tu voluntad.
No envidiar a otras mujeres por su belleza o su suerte, ni poner como ejemplo a sus maridos.
Cuida tu aspecto físico para conservar despierto el amor del marido.
Amar a la mujer aunque con el paso de los años haya perdido en algo su aspecto físico.
Prestar más interés y tiempo a la mujer y a los hijos que al trabajo, al coche o al ordenador.
Al volver a casa, dedicarse a escuchar a la mujer y a los deberes de los hijos. Ya quedará tiempo para leer el periódico y ver la televisión.
No quejarse demasiado, con lamentaciones, de los problemas del trabajo.
Cuidar las relaciones con otras mujeres, como secretaria o compañeras de trabajo, para evitar que nazcan los celos de la esposa.
Tener bien apuntadas las fechas significativas de la boda, nacimiento de los hijos, etc. para recordárselo amablemente y comprándole algún obsequio.
No tener vergüenza de decirle que le quieres pues esto siempre le gustará a tu esposa.
Arturo Ramo García
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Qué hacer para alimentar el amor?
2. ¿Cómo amar cuando pasa el tiempo?
3. ¿Qué hacer para mantener el amor?
4. Señalar los consejos más interesantes
Bibliografía:
A. Vázquez. Matrimonio para un tiempo nuevo. Editorial Palabra
Enlaces de Internet:
Propuestas para revitalizar el matrimonio
Libro: Mejorar día a día el matrimonio
Elogio de la fidelidad conyugal
C.S. Lewis y S. Freud: dos gigantes frente a frente
Necesidad del amor en la familia
Ejercicios interactivos sobre alimentar el amor
Ejercicios interactivos de el paso del tiempo
Ejercicios interactivos para alimentar el amor
Ejercicios interactivos de consejos para mejorar
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