10. Normativa familiar |
A menudo se comenta en los medios de comunicación que el mal comportamiento de los hijos se debe a que falta autoridad de los padres y a que los hijos hacen siempre lo que quieren en su casa y luego harán lo mismo en el colegio y en la sociedad.
La autoridad de los padres es un servicio en el desarrollo personal de los hijos y en la creación de un positivo ambiente familiar, en el que han de participar todos, tanto los padres como los hijos.
Para crear ese ambiente de familia es aconsejable elaborar una normativa de convivencia con la participación de los hijos. Estas normas pueden ir evolucionando con el paso del tiempo según las edades de los pequeños y la prudencia y sentido común de todos.
Los padres procurarán motivar a los hijos razonando en cada momento en el por qué deben comportarse de un modo u otro para el buen funcionamiento familiar y en el por qué deben obedecer.
Los premios siempre son motivadores y se darán cuando se cumpla la normativa de convivencia. A los pequeños se les puede dar algún premio material que les guste, aunque el objetivo futuro será suprimir todos los regalos materiales.
A los mayores se les puede felicitar por haber hecho bien lo que debían. Una palabra de elogio o un simple gesto aprobatorio son suficientes para premiar psicológicamente a un chico.
A veces los padres han de corregir y aplicar algún castigo cuando no se cumplen las normas acordadas por todos. El mejor castigo es hacer bien lo que antes se hizo mal y pagar con su dinero la reparación de un desperfecto.
Si un chico se pone a jugar con el balón en el pasillo de su casa y rompe un cristal, el mejor castigo es que pague con su dinero la reparación. En esto han de estar de acuerdo tanto el padre como la madre y apoyarse mutuamente en la misma decisión.
En las tertulias familiares se pueden comentar los aspectos positivos y negativos del cumplimiento de la normativa de convivencia y tomar decisiones conjuntas sobre la responsabilidad de cada uno para la mejora de la vida familiar.
Arturo Ramo
B) Pocas normas y eficaces
Un autor entendido en educación decía que en la familia y en la escuela es donde más órdenes se dan y donde menos se cumplen. Lo positivo es lo contrario, es decir, que haya pocas normas, que se cumplan y que se deje en libertad al chico en lo opinable.
En primer lugar, en la familia ha de haber pocas normas y fundamentales, teniendo en cuenta la edad de los pequeños y las circunstancias familiares. Sin embargo, a veces se dan órdenes por cualquier cosa, por impulso o por afirmar la propia personalidad.
Se cuenta de una madre de familia que le decía a su sirvienta. Ve al cuarto de los niños, observa lo que hacen y prohíbeselo. No sabía si lo que hacían los niños era bueno o malo, pero de cualquier forma tenía que recriminar a los niños con energía. Con esta actitud se producen dos efectos: se pierde la autoridad de los padres porque los hijos no les van a hacer ningún caso y se falta a la estabilidad del ambiente familiar ya que lo que en un momento se podía hacer sin problemas, ahora se prohíbe arbitrariamente. Esto crea inseguridad en la personalidad de los pequeños.
En segundo lugar, se ha de conseguir que las pocas normas establecidas se cumplan siempre. El chico ha de llegar a la convicción de que no podrá saltarse a la torera las normas familiares, consensuadas entre el padre, la madre y lo hijos. También conviene que los profesores del colegio participen de las mismas decisiones y exijan al chico su cumplimiento. esto consolida la autoridad de los padres, evita muchas rabietas de los chicos o hace que no lleguen a producirse.
En lugar de repetir muchas veces las mismas cosas, como recoger el jersey y la zapatillas, ordenar el cuarto, ponerse a estudiar y otras por el estilo, lo que hay que conseguir es que, con suavidad y sin perder los nervios, el chico lo cumpla de inmediato. Esto puede suponer algún sacrificio para la madre que tendrá que levantarse, tomar al pequeño de la mano y, con calma y determinación, hacer que el crío haga lo que tiene que hacer.
También es negativo que la madre con poca autoridad le amenace al chico con decírselo todo a su padre para que le castigue. Con estas palabras la madre lanza el mensaje de que no tiene ninguna autoridad y no sabe dirigir el hogar. Presenta al padre como el ogro malo que castiga las malas acciones de los hijos. En muchas ocasiones el padre no hace nada, porque no conoce bien el alcance de los hechos y el pequeño no se acuerda ni es consciente de sus malas acciones pasadas.
En tercer lugar, hay que dejar libertad al chico en todo lo opinable, aunque algunas de sus preferencias no coincidan con las de los mayores. Esto hay que respetarlo en virtud de la singularidad personal de cada uno, que ha de desarrollarse y llegar a ser aquello a lo que está llamado. Los padres no pueden pretender hacer a sus hijos a su imagen y semejanza, como fotocopias o calcomanías.
Arturo Ramo García.
C) Los encargos familiares
Para mejorar el funcionamiento de la familia, tanto los padres como los hijos se pueden responsabilizar en sacar distintos encargos adelante. De esta forma, los hijos desde los seis y siete años aprenden a colaborar en la buena marcha del hogar.
Los encargos se pueden distribuir en la tertulia familiar y pueden ser muy variados. He aquí algunos ejemplos: el padre puede ayudar a un hijo en el estudio de las matemáticas, el hijo mayor puede responsabilizarse de pequeñas reparaciones de la casa, otro hijo puede ayudarle al más pequeño a bañarse por las noches, una chica ayudará a su madre a preparar la cena, un chico pequeño recogerá los juguetes después de usarlos, otro encargo puede ser que un día a la semana ponga y retire la mesa o vaciar el lavavajillas. Estos son ejemplos posibles, pero en cada casa pueden ser distintos o añadir otros nuevos.
Es conveniente que los padres o los hermanos mayores expliquen personalmente a cada uno la forma de hacer bien su encargo. Los más pequeños pueden ayudar a los mayores en un encargo antes de responsabilizarse del mismo. Es bueno que desde el principio tengan la satisfacción del trabajo bien hecho y ejerciten su voluntad colaborando con sus hermanos.
Un aspecto muy importante de la tertulia familiar es la revisión de los encargos. Puede ser que el hermano mayor sea el secretario y tenga la lista de las tareas de cada uno. Se puede comentar lo que ha ido mejor y peor desde la última reunión y acordar los cambios de turnos para el futuro.
En la conversación alguno se puede quejar de que un hermano pequeño le desordena los libros de su estantería o que alguno se apoya con las manos en las paredes y terminan ensuciándose. Siempre con buen humor y sentido positivo se van encontrando soluciones para construir la familia día a día entre todos y hacer más agradable la vida a los demás.
Arturo Ramo
D) Los caprichos de los niños
Con frecuencia se quejan las madres de que sus hijos no les obedecen y se comportan mal en casa y en el colegio. Se diría que sus hijos están malcriados. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Las causas pueden ser diversas, pero podemos señalar algunas.
Una suele ser que durante mucho tiempo los padres han cedido a sus caprichos o antojos, sin causas justificadas.
En otras ocasiones se le hacen alabanzas por cualquier cosa y el chico se cree y exige ser el centro del interés de todos. Esto puede llegar a ser él mismo el que determine las decisiones familiares. Cuando el chico está rodeado de excesiva atención y de concesiones inoportunas, suele formarse un carácter débil, sin fuerza de voluntad e incapaz de desenvolverse por sí mismo. Con frecuencia estos chicos, cuando están fuera del ámbito familiar suelen tener una timidez desmesurada.
Pero si el chico caprichoso tiene un temperamento fuerte, suele caer en el egoísmo y tratará por todos los medios de servirse y aprovecharse de los otros para conseguir sus caprichos. Si no lo consigue cogerá un enfado y puede terminar insultando o pegando a quien le contradiga.
Ante estos hechos, los padres suelen desarrollar un sentimiento de impotencia por su incapacidad de mantener el control. Porque se supone que los padres deben controlar a sus hijos. Si un chico tiene un mal comportamiento se le dice a la madre que no debe dejarse hacer eso y se le considera una madre incompetente. Esta incapacidad puede provocar en la madre un enfado mayor y puede llegar a perder el propio control personal.
En otras ocasiones es el propio chico el que se porta mal a propósito cuando hay visitas en casa para dejar en mal lugar a sus padres y dar a entender que ya no es un niño.
¿Qué hacer ante un niño caprichoso? ¿Cuándo hay que empezar a resolver este problema? En la primera ocasión en que el chico exige un capricho injustificado, correcto es no ceder a su exigencia. Habrá que esperar a que se la pase la pataleta, sin perder los nervios y manteniendo una actitud serena y firme. Más tarde, habrá que hacerle comprender que su antojo no tiene sentido. Los padres han de tener la fortaleza de no ceder a los caprichos y pensar en el bien del chico, que debe ir siempre delante de la propia comodidad paterna. No importa quedar bien o mal ante los demás, pues lo importante es el bien de los hijos y ésta es la clave de la educación.
Arturo Ramo
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Cómo elaborar una normativa de convivencia?
2. ¿Qué normas serían fundamentales en la familia?
3. ¿Qué encargos debe haber en la familia?
4. ¿Qué hacer ante un niño caprichoso?
Bibliografía:
Pablo Garrido Gil. Educar en el orden. Editorial Palabra
Pablo Garrido Gil. Educar en libertad y responsabilidad. Editorial Palabra
Enlaces de Internet:
La profesionalidad de ser padres
¿Amor responsable o amor ciego ante los hijos?
¿Por qué algunos niños no comen?
Crisis de autoridad en la familia
Ejercicios interactivos de la libertad
Ejercicios interactivos de la responsabilidad
Ejercicios interactivos de la orden
Ejercicios interactivos de la obediencia
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