12. Orden |
Primera parte
Me alegra este tema. Es mi nombre y mi ser. Porque lo mío es ordenar, ser ordenador. Mas lo soy de tal manera que en mí no cabe la posibilidad del desorden, de la arbitrariedad, del caos. Lo soy por necesidad. Tú, en cambio, tienes la posibilidad de ser ordenado y desordenado, ordenador y desordenador. Es lo que te he dicho tantas veces: tú eres persona, y yo, no; tú eres libre, y yo, no. Yo actúo ciegamente, y tú, con responsabilidad.
Mas, ante la posibilidad que tienes de ser desordenado, te quiero advertir que el desorden es algo malo que se ha introducido en el hombre. Lo bueno y lo normal tendría que ser lo contrario. Fíjate en el maravilloso orden y concierto que reina en el resto de la naturaleza. ¿Sospechas quién es su poderoso Ordenador? Y en medio de ese gigantesco orden, sólo el hombre es capaz de producir desorden, la persona humana con su libertad limitada y condicionada.
La prueba de que el orden es bueno está en mí. Cuando los hombres han querido hacer las cosas bien y con eficacia, me han inventado a mí, tu Ordenador.