4. La familia educadora |
La familia basada en el matrimonio, la unión estable y comprometida de un hombre y una mujer, es de origen natural y muy anterior a los Estados e independiente de las ideologías y las creencias. Como algo vivo que es ha sufrido cambios y las relaciones entre sus miembros han evolucionado. Sin embargo lo permanente se mantiene.
La familia es un bien social que debe ser protegido y potenciado y ello no supone ninguna falta de respeto hacia quienes eligen otras formas de convivencia. Lo que es una falta de respeto y de sentido común es pretender que lo diferente sea igual.
Cada vez hay más y mejores estudios científicos que demuestran las ventajas que para los hijos supone que sus padres estén casados y sus familias no hayan sido rotas .
Family Facts es una Fundación norteamericana que promueve la familia. Me maravilla cómo los norteamericanos saben conjugar con maestría el estudio serio con la divulgación. Son unos maestros de la apologética. Family Facts ha publicado un estudio en el que resume en diez las ventajas de las Familias estables:
1. Los niños criados en familias intactas tienen, como media, mejores resultados académicos, más salud emocional y menos problemas de comportamiento.
2. Los padres de familias intactas pasan, como media, más tiempo con sus hijos.
3. Los adolescentes que cenan con su familia tienen menos riesgo de fumar, beber y drogarse.
4. Los adolescentes de familias intactas tienen menos riesgo de implicarse en sexo prematuro.
5. Los niños criados en familias intactas por padres felizmente casados tienden a ser más religiosos en la edad adulta.
6. Los niños criados en familias intactas tienen más probabilidad de tener relaciones sentimentales más sanas y estables en la edad adulta.
7. Las familias intactas tienen más probabilidad de ofrecer un hogar seguro a los niños.
8. Las madres casadas tienden a crear un mejor ambiente doméstico para sus hijos.
9. Las madres casadas tienen menos riesgo de sufrir abusos y violencia.
10. Los padres casados tienen mayor bienestar psicológico
Aníbal Cuevas
B) La madre como maestra
¿Tienen las madres voluntad de educadoras con respecto a sus hijos? Parece que si. Veamos la conducta de la madre y de su hijo.
Cuando la madre da a luz a un bebé lo contempla con cariño, olvidándose de los dolores del parto. Después le cubre las necesidades básicas de darle de comer y vestirlo. A partir de aquí la madre empieza a ser maestra.
En primer lugar le estimula la observación de los objetos: le hace seguir con la mirada las cosas que le presenta. De esta forma el pequeño aprende a observar las luces, los colores y las formas.
En segundo lugar utiliza la madre el resorte de la imitación. Le estimula a que repita las primeras palabras, que suelen ser papá y mamá. El niño también aprende a imitar los gestos de los que le rodean.
Así pues, la madre ha utilizado los dos primeros resortes de educación: la observación y la imitación.
Más tarde, el niño aprende a reaccionar de forma creativa para satisfacer sus necesidades o sus deseos: llora o gesticula para dar a entender que tiene hambre, sed, sueño, sus deseos u otra necesidad. La madre comprende perfectamente el lenguaje verbal o gestual del niño y actúa como educadora cuando satisface o no las peticiones del hijo. En este caso el chico ha desarrollado conductas creativas para entrar en comunicación con el entorno.
Podemos decir que la observación, la imitación y la expresión creativa son tres actividades de aprendizaje en las que se manifiesta la vida humana. Dicho de otra forma, la vida del hombre cuando empieza a aprender es específicamente humana. El pedagogo Manjón decía que "la vida es eso, la educación para saber vivir y saber morir" (Manjón, 1946, Obras selectas, 323).
Al terminar el primer año de vida, el chico ya ha adquirido las primeras manifestaciones del lenguaje y tiene capacidad de comunicarse con los demás. La capacidad creativa del ser humano y la adquisición del lenguaje son las dos notas claramente distintivas entre el hombre y el animal. El hombre es capaz de inventar, de ser creativo en el arte, en la ciencia, en la tecnología, etc. y desarrollar un lenguaje con el que manifestar la gran variedad de pensamientos y sentimientos que bullen dentro de sí. En esto nos distinguimos los hombres de los animales.
La madre seguirá pensando en el hijo durante toda su vida para ayudarle a formarse como hombre, como profesional y como ciudadano. A partir del aprendizaje familiar, actúa la educación sistematizada de la escuela infantil, primaria, secundaria y quizás de la universitaria. También en este caso los padres colaboran con los profesores y tutores del colegio para culminar la formación de sus hijos.
Arturo Ramo
C) Proyecto de familia
Los hijos necesitan del cuidado material y la formación de sus padres, porque al nacer no tienen capacidad de valerse por si mismos ni para vivir con autonomía y responsabilidad. La educación nace del derecho de cada hombre a ser ayudado para lograr el pleno desarrollo de su personalidad y para los padres hay un amor debido a sus hijos que les hace responsables para ayudarles y comunicarles generosamente los bienes y valores necesarios para alcanzar su fin.
El proceso educativo debe ser intencional buscando el logro de un más y de un mejor de la persona. Por ser intencional, los padres pueden concretar los objetivos educativos que quieren alcanzar, configurando un proyecto de familia. En este proceso los padres son conscientes de que han de ir por delante con su ejemplo, llevando a la práctica lo que quieren exigir. Los padres que se esfuerzan por mejorar su vida, que se autoeducan, son los más eficaces para educar a sus hijos. Estos necesitan ver el esfuerzo de sus padres, que aunque no son perfectos, luchan por mejorar. Los valores que se quieren transmitir a los hijos han de estar encarnados en sus padres, porque se propagan como por ósmosis, con la sola presencia, con el ejemplo.
Para configurar el proyecto de familia es necesario que los padres hablen entre ellos de lo que quieren para sus hijos y cómo conseguirlo. Pero también es positivo hacer participar a los hijos en reuniones o tertulias en las que se hable de la familia y en lo que se puede mejorar. En otras ocasiones pueden contar la historia de la familia y de cómo se conocieron.
Una forma de participación muy interesante es la distribución de encargos que cada hijo hace con responsabilidad para el servicio de los demás. También los padres han de tener encargos y esforzarse por cumplirlos.
Estos objetivos no son fáciles de conseguir pero los progenitores han de actuar con un talante optimista, aun contando con sus errores y debilidades, porque tienen la gracia de estado y el esfuerzo común de todos.
Arturo Ramo
D) Atreverse a educar a fondo
Educar a fondo a los hijos, para la verdadera felicidad; programar, en cierta manera, un plan de formación y seguirlo con flexibilidad y constancia, para transmitir los valores auténticos, no es una tarea hercúlea que exija "mucho tiempo". Más bien consiste en una constante del vivir.
¿HASTA QUE PUNTO INFLUYE LA DEDICACIÓN DE LOS PADRES EN LA FORMACIÓN DE SUS HIJOS?
Wolfrang Amadeus Mozart a los siete años escribía sonatas y a los doce, óperas. Parece increíble, pero alguien lo hizo posible: su padre Leopoldo Mozart, un gran músico que sacrificó sus muchas posibilidades de éxito para dedicarse por entero a la educación del pequeño genio.
Robert Browning, cuando contaba apenas cinco años, cierto día vio a su padre leyendo un libro. "¿Qué lees, papá?". El padre levanta su mirada llena de luz y contesta: "El sitio de Troya". "¿Qué es Troya?", pregunta el niño. La respuesta no fue: "Troya es una ciudad de la Antigua Grecia. Ahora vete a jugar", sino que allí mismo, en el cuarto de estar, el padre de Robert hizo con asientos y mesas una especie de ciudad. Una silla de brazos hizo de trono y en él puso al pequeño Robert. "Aquí tienes a Troya, y tú eres el rey Príamo. Ahí está Helena de Troya, bella y zalamera (señaló a la gata bajo el escabel). Allá afuera, en el patio, ¿ves unos perros grandes que tratan siempre de entrar en la casa? Son los aguerridos reyes Agamenón y Menelao que están poniendo sitio a Troya para apoderarse de Helena..."
A los siete años, Robert leía ya la Ilíada, penetrando gracias al ingenio de su padre, con toda naturalidad, en el mundo de la gran poesía. Años más tarde sería el más importante poeta inglés de la época victoriana.
Quizá nosotros no tengamos el talento musical de Leopoldo Mozart ni el ingenio de Mr. Browning. No es indispensable, porque lo importante es que hagamos de nuestros hijos hombres y mujeres felices. Y para esto basta enseñar a ser hombres y mujeres cabales. Y esto nos es asequible, luchando por serlo nosotros.
Es significativo que el escritor existencialista Jean Paul Sartre -que a tantos ha llevado con sus escritos a la náusea del mundo y de sí mismos-, confesara que él no llegó al ateísmo por un conflicto de dogmas, sino por la indiferencia religiosa de su familia.
Afortunadamente, cabe recordar, también tantos casos como el bien conocido de la madre de San Agustín. Con su ejemplo, larga oración y penitencia hizo de un hijo a la deriva uno de los más grandes santos doctores de la Iglesia.
LA EDUCACIÓN Y EL PLUMERO
Desde luego la educación de los hijos requiere tiempo. Pero no mucho, sino todo (es una ventaja). Porque en todo momento, queramos o no, estamos enseñando cosas muy importantes a nuestros hijos, con nuestras actitudes y nuestro comportamiento ante las cosas más pequeñas de la vida cotidiana: tanto si los castigamos como si los mimamos o los divertimos; tanto si los miráramos con indiferencia como si lo hacemos con preocupación, siempre estamos enseñando, formando o... deformando. Cabe decir: en todo momento se nos ve el plumero, es decir, la escala de valores que llevamos dentro, en la cabeza y en el corazón.
Los hijos lo perciben todo: la mirada esquiva, la sonrisa irónica al otro lado de la habitación; no digamos ya un juicio inequívoco: "la vecina del quinto es insoportable", "qué desgracia, no nos ha tocado la lotería", etcétera.
Si el padre al llegar a casa nunca dice a su hijo más que "hola", para sumergirse acto continuo en "lo suyo", está enseñando al niño de un modo tan efectivo como si se preocupara intensamente de él y le consagrara varias horas al día. Lo malo es que en ese caso, la enseñanza es negativa y deformante. Se le ve al padre la pobre idea que padece de paternidad, de filiación, de familia y de todo lo humano y lo divino. No hay que olvidar que es toda la persona del padre que educa a toda la persona del hijo.
¿QUE VA A SER DE NUESTROS HIJOS?
¿Qué va a ser de nuestros hijos? Es cosa clara que la educación de los hijos entraña una aventura en el más estricto sentido de la palabra. Se emprende con la ilusión de alcanzar una alta meta: la felicidad de los hijos. Pero no cabe esperar una garantía de éxito infalible, y menos un triunfo inmediato. Pero esta incertidumbre es providencial, porque impide que los padres se duerman, se aburguesen y se compliquen la vida con preocupaciones demasiado egoístas. Los padres se encuentran siempre instados a poner toda la carne en el asador, desde el primer momento al último del día.
EL NIÑO, ESE ANIMAL RACIONAL
A pesar de lo incierto del resultado, es bueno y alentador pensar que "el niño y el adolescente son animales racionales (creados a imagen y semejanza de Dios) y no hacen ni dicen nada irracionalmente (...). Desde siempre han empezado a pensar. Debemos tener muy presente esta idea. Si fallamos, seremos nosotros, no ellos. Existen caracteres más y menos dóciles, es cierto, pero las personas con más o menos docilidad -es otra cosa- son fruto directo de la educación que han recibido. Si unos hijos resultan más fáciles de educar que otros, no depende tanto de los caracteres, sino de la educación que han recibido, desde el momento de nacer (...) (EUSEBIO FERRER, Exigir para educar, Ed. Palabra, Col. Hacer familia 4, págs. 190-191).
¿QUE HACER CON LOS INTERMINABLES POR QUÉS?
Los niños, afortunadamente, hacen miles de preguntas (cada una de ellas es una oportunidad estimulante para la enseñanza). Cuando un niño mirando por la ventanilla del tren pregunta: "¿Por qué los alambres suben y bajan?", si se le contesta: "No me molestes", o "Eslavelocidadeltren", el niño llega a la conclusión de que las personas mayores no tienen respuestas razonables o que tienen un genio endiablado. De este modo, es natural, se desilusionan un poco del mundo y disminuye su interés por conocerlo. Cuando los niños le pregunten -dice Gilbert Highet- "¿de dónde viene la lluvia?", dígaselo, y si no lo sabe dígales eso también, que no lo sabe, y prométales averiguarlo.
Si hacen preguntas en un momento inoportuno, como cuando tratamos de hacerles dormir, se les debe decir: "Pregúntame eso mañana, a la hora del desayuno, ¿quieres?". Nunca es bueno dejar sin alguna respuesta verdadera la pregunta de un niño.
VENTAJAS DE LA MENTE INFANTIL
El niño es un gran ignorante, pero tiene la ventaja de carecer de nuestros prejuicios (escépticos, relativistas o subjetivistas).
El niño es una persona, un ser racional que razona; y razona siempre, aun cuando no lo parezca. Sus antenas están siempre desplegadas, y su razón hace lo que debiera hacer toda razón: buscar razones, los porqués profundos de las cosas. El niño sabe que todo tiene una explicación, aunque no sepa cuál sea la explicación de tantas cosas concretas. Sus porqués son continuos y exasperantes... para quienes han renunciado a razonar y se conforman con verdades a medias, medias verdades, conjeturas, o incluso con opiniones tan volubles como erradas.
Si no se le facilita pronto al niño la respuesta que está al final (o al principio, según se mire) de todas las preguntas posibles -es decir, Dios-, su razón sufrirá sin duda una dolorosa insatisfacción, porque ¿cómo admitir sin artificiosos ejercicios mentales, que pueda existir algo sin causa proporcionada, sin razón de ser, sin sentido?; en otros términos, ¿cómo puede una razón sana admitir el absurdo?. El absurdo es precisamente una voluntaria renuncia a proseguir la búsqueda de la verdad acerca de alguna cuestión, es decir, su porqué radical; equivale a la parálisis responsable de la razón, quizá porque no interese la verdad, o porque no compense a la pereza mental el esfuerzo de continuar la indagación.
EL ABSURDO HACE DAÑO
Por eso admitir el absurdo hace daño a la razón, a la persona entera, porque es una gran mentira. Lo cierto es que todo tiene su porqué, al menos -y nada menos- en la sapientísima y amorosísima Voluntad de Dios.
No se trata, por supuesto, de poner a Dios como respuesta inmediata de todo cuanto sucede. Si, por ejemplo, algún conocido ha muerto, no debemos explicarlo siempre enseguida con un "porque Dios lo ha querido", porque si ha sido víctima de un atentado terrorista, es evidente que no lo ha querido Dios. Lo que sí es cierto es que el Amor de Dios a la persona, se encuentra de algún modo siempre en la explicación profunda de cuanto ha sucedido y sucede. Esto es lo que hay que aprender a explicar, no sin antes -claro es- habérnoslo explicado a nosotros mismos. Una buena educación de la mente y de la afectividad requiere hablar de Dios. "Dios debe ser un miembro más de la familia, no un fetiche al que se acude cuando hay algún peligro y que se olvida cuando éste pasó. Eso sería inventar algo más parecido al genio de la lámpara de Aladino que aceptar la realidad del Dios verdadero" (Ibid., p 208).
¿ES POSIBLE LA NEUTRALIDAD EN MATERIA RELIGIOSA?
La experiencia enseña que un niño sin religión equivale a un niño-problema, ocupado de sí mismo, de sus cosas, de su egoísmo. La felicidad estriba en la generosidad, y se proyecta al futuro que salta hasta la vida eterna. Por eso, los padres que quieren la felicidad de sus hijos han de enseñarles cuanto antes la raíz de la felicidad temporal y de la plenitud de la felicidad eterna: el Amor infinito de Dios.
Las dimensiones, el relieve, la relevancia de las cosas cambia mucho si se miran a la luz de Dios o a la luz del materialismo. Por eso, en la cuestión sobre si es necesario enseñar la religión a los niños, o silenciársela, no cabe neutralidad. El silencio es una opción concretísima, de enormes, disolventes y desasosegantes consecuencias.
SI DIOS NO EXISTIESE
Hace unos pocos años había en cierto país europeo un hombre de Gobierno que declaró públicamente -y de ello se hizo eco la prensa- que le había entusiasmado una pintada que vio en un muro, que decía: "Si Dios existe, ése es su problema"; y rizando el rizo apostilló: "existirá o no, pero a mí que no me maree".
Dejando a un lado la insolente y preocupante trivialización del asunto a cargo de hombre investido de tan alta responsabilidad, cabe preguntarse si de veras es o no indiferente para la vida de cada persona en particular, y de la sociedad en general, la existencia de Dios.
Dostoiewski, el gran escritor ruso, dice por medio de uno de sus personajes: "Si Dios no existe, todo está permitido".
Es claro, porque Dios es el único ser verdaderamente superior que puede exigir al hombre. Obviamente, en el todo permitido se incluiría -¿por qué no?- el terrorismo, el infanticidio (aborto procurado) y el geronticidio (matar ancianos, aunque con la mayor dulzura posible). "En efecto -tuvo que reconocer el ateo Jean Paul Sartre -, todo está permitido si Dios no existe, y por consiguiente el hombre se encuentra abandonado porque no encuentra en él ni fuera de él, dónde aferrarse". Es claro que si Dios no existe, no hay Absoluto: ni principios absolutos, ni derechos absolutos; todo es relativo, y el bien y el mal moral no pasan de ser palabras huecas. ¿No plantea esto ningún problema a todo ser humano inteligente? ¿Da igual que haya o no haya Dios?¿Se vive igual cuando se sabe que Dios existe que cuando se niega? ¿No es evidente la gran sima que se abre entre el supuesto mundo encapsulado en sí mismo, sin autor, rodando a su aire, hacia su suerte fatal y el mundo realmente creado y cuidado por Dios?
SIN DIOS, LA SELVA
"Haz el mal, verás como te sientes libre", dice uno de los héroes de Sartre, en Le Diable et le bon Dieu. Sin Dios no hay posibilidad de fundar sólidamente valores éticos para el hombre o la sociedad. Sólo cabe la ley del más fuerte. "Puesto que yo he eliminado a Dios Padre -sigue Sartre-, alguien ha de haber que fije los valores. Pero al ser nosotros quienes fijamos los valores, esto quiere decir llanamente que la vida no tiene sentido a priori". En rigor, para el ateísmo "no tiene sentido que hayamos nacido, ni tiene sentido que hayamos de morir. Que uno se embriague o que llegue a acaudillar pueblos, viene a ser lo mismo; el hombre es una pasión inútil"; y el niño "un ser vomitado al mundo", "la libertad es una condena" y "el infierno son los otros".
El Premio Nobel, agnóstico, Albert Camus reconoció que "si no se cree en nada, si nada tiene sentido y si en ninguna parte se puede descubrir valor alguno, entonces todo está permitido y nada tiene importancia. Entonces no hay nada bueno ni malo, y Hitler no tenía razón ni sinrazón. Lo mismo da arrastrar al horno crematorio a millones de inocentes que consagrarse al cuidado de enfermos. A los muertos se les puede hacer honores o se les puede tratar como basura. Todo tiene entonces el mismo valor..." En este caso, ya no se divide el mundo en justos e injustos, sino en señores y esclavos. El que domina tiene razón". Es la ley de la selva. Y el héroe así concebido es Sísifo, el hombre que se mofa de los dioses, menosprecia su propio destino, mira estúpidamente cómo una y otra vez se le cae el peñasco que había empujado hasta una cima, y torna a subirlo, sin saber por qué, sin lograr nunca una finalidad, un sentido.
LA LUZ GOZOSA DE LA FE
En cambio, quien tiene fe en Dios Padre Todopoderoso, por mal que se le den las cosas siempre tendrá la posibilidad de venirse arriba, de enriquecer su corazón incluso con el amor a sus enemigos -porque verá que también son hijos de Dios-, y de vivir una alegría íntima que nada ni nadie, pase lo que pase, pueden arrebatar.
CUIDADO CON EL CUELLO DE LA BOTELLA
Tampoco se trata de atosigar al niño con lecciones profundas incesantes. La mente del niño se ha comparado al cuello de una botella: si se intenta meterle gran cantidad de licor en poco tiempo, se derrama y desperdicia; en cambio, gota a gota, despacio, pero con constancia, pronto se llena y va asimilando sabiduría.
LA CONTRAEDUCACIÓN Y LAS COSAS PEQUEÑAS
El mal se suele difundir ordinariamente por medio de cosas pequeñas. Lo virus, las bacterias nocivas se instalan en los buenos alimentos. No dar importancia a pequeños detalles de higiene puede acarrear graves enfermedades. La "contraeducación" promovida por ciertos -abundantes- medios de comunicación social muchas veces es subliminal, a base de indirectas, insinuaciones, pequeñas ironías aparentemente inofensivas, pero que dividen, destruyen un afecto hacia los padres, la fe en Dios, la fidelidad a un amor importante.
La solución de los grandes males -el peor de nuestra época es la indiferencia religiosa- se encuentra muchas veces en el cuidado de cosas pequeñas, aparentemente insignificantes, en la vida de familia. El breve comentario o la sonrisa laudatoria que despierta el amor a lo bueno y noble y lo discierne de lo zafio y vil. La ayuda para rezar las oraciones diarias. La bendición de la mesa. El empeño por conseguir, a pesar de algún sacrificio, rezar el Rosario en familia (explicando por qué). Ir juntos -y elegantes- a Misa, ocasión de comentar alguna de las grandes maravillas que encierra tan gran misterio. Dar gracias después de la Comunión, etcétera.
Vale la pena meditar esta poesía de Juan Bárbara: "Dichoso el niño/ que al oír que Dios baja a la mesa,/ sorprende en su padre la pupila grave/ pendiente del misterio,/ no perdida en desconches y vidrieras;/ y percibe,/entre los femeninos gestos de su madre,/ esa seguridad de hablar con alguien./ Qué rica herencia,/ si no sufre el desmentido de la vida,/ salir a contemplar desde el origen/ la variable irisación del mundo"
Estar educando de continuo no es una forma angustiosa de vivir, sino un estímulo de superación constante, un deporte superior, en el que tampoco importa demasiado que haya altibajos de forma, sino la voluntad inquebrantable de mejorar la calidad de vida espiritual propia, con vistas a enriquecer la de toda la familia. Y, como en la vida de un buen deportista, como en la vida de un buen cristiano, habrá derrotas y momentos en que parecerá que todo se ha perdido, pero enseguida se redescubrirán en el último Porqué sobradas razones para proseguir con esperanza hasta el fin de la prueba. Así, en todo caso seremos vencedores.
Antonio OROZCO. www.arvo.net
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Por qué educan mejor las familias estables?
2. ¿Cómo educa la madre a sus hijos?
3. Aspectos educativos del proyecto familiar
4. ¿En qué consiste educar a fondo?
Bibliografía:
Fernando Corominas. Cómo educar a tus hijos. Editorial Palabra
Enlaces de Internet:
Cómo educar a niños de 6 a 12 años
Aprendamos a educar personas libres
Diez criterios para educar personas valiosas
La familia, la escuela más eficaz
Los hijos deben tener un padre y una madre
Ejercicios interactivos de la la educación según las edades
Ejercicios interactivos del principios generales de educación
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