Para mantener y mejorar la
vida matrimonial es necesario que cada uno de los esposos mejore personalmente,
que implica crecer en virtudes.
Supone renovar el amor cuidando las
virtudes y actitudes relacionadas con la convivencia diaria, tales como la
sinceridad, el respeto, la afabilidad, la alegría, la paciencia, la tolerancia,
etc.
En estos campos no se mejora por estar juntos
simplemente, sino que hay que esforzarse a diario y no todos los días se
acierta. Pero no importan los fracasos si hay voluntad de seguir y mejorar.
Los grandes proyectos del
matrimonios como la fidelidad, el permanecer unidos y la apertura a los hijos,
se va consiguiendo a base de actos que van en esa dirección y llegan a
convertirse en hábitos y virtudes.
Se pueden destacar tres actitudes que han de
cristalizar en virtudes: amar al cónyuge con sus defectos, intentar adaptarse al
otro y cuidar los pequeños detalles en la convivencia diaria.
(Pintura: Retrato de Antoine-Lauren y Marie Anne Lavoisier.
DAVID, Jacques-Louis. Museo Metropolitano de Arte de Nueva York)