La gallinita roja |
Una gallinita roja encontró un grano de trigo.
- ¿Quién plantará este trigo? -dijo.
- Yo no -dijo el perro.
- Yo no -dijo el gato
- Yo no -dijo el puerco.
- Yo no -dijo el pavo.
- Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita.
Y así plantó el grano de trigo. Muy pronto el trigo creció y hojas verdes brotaron del suelo. El sol brilló, la lluvia cayó y el trigo siguió creciendo hasta que estuvo alto, fuerte y maduro.
-¿Quién cosechará este trigo? -preguntó la gallinita.
- Yo no -dijo el perro.
- Yo no -dijo el gato
- Yo no -dijo el puerco.
- Yo no -dijo el pavo.
- Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita.
Y así cosechó el trigo.
-¿Quién trillará este trigo? -preguntó la gallinita.
- Yo no -dijo el perro.
- Yo no -dijo el gato.
- Yo no -dijo el puerco.
- Yo no -dijo el pavo.
- Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita.
Y así trilló el trigo.
- ¿Quién llevará este trigo al molino para hacerlo moler? -preguntó la gallinita.
- Yo no -dijo el perro.
- Yo no -dijo el gato.
- Yo no -dijo el puerco.
- Yo no -dijo el pavo.
- Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita.
Y así llevó el trigo al molino, y al poco tiempo regresó con la harina.
-¿Quién amasará esta harina? -preguntó la gallinita.
- Yo no -dijo el perro.
- Yo no -dijo el gato.
- Yo no -dijo el puerco.
- Yo no -dijo el pavo.
- Entonces lo haré yo -cloqueó la gallinita.
Y así amasó la harina y cocinó una hogaza.
-¿Quién comerá este pan? -preguntó la gallinita.
- Yo -dijo el perro.
- Yo -dijo el gato.
- Yo -dijo el puerco.
- Yo -dijo el pavo.
- No, lo haré yo -cloqueó la gallinita.
Y se comió la hogaza.
Penryhn W. Coussens.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Conseguir el hábito del trabajo para conseguir lo que deseamos.
Contenido.-
Laboriosidad
Trabajar es solo el primer paso, hacerlo bien y con
cuidado en los pequeños detalles es cuando se convierte en un valor.
Alguna vez un cómico dijo "Tan terrible es el trabajo
que hasta pagan por hacerlo", sin embargo el trabajo es un valor
fundamental.
Cuando alguien se refiere a nosotros por “ser muy
trabajadores” nos sentimos distinguidos y halagados: los demás ven en
nosotros la capacidad de estar horas y horas en la escuela, en la casa o en la
oficina haciendo “muchas cosas importantes”. Efectivamente esa puede ser la
razón, pero existe la posibilidad de carecer de un sistema de trabajo que nos
lleva a “trabajar” más tiempo de lo previsto. Esto se identifica con
claridad cuando iniciamos varias tareas y sólo terminamos algunas, generalmente
las menos importantes (las que más nos gustan o se nos facilitan), además de
ir acumulando labores que después se convertirán en urgentes.
La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y
deberes que son propios de nuestras circunstancias. El estudiante va a la
escuela, el ama de casa se preocupa por los miles de detalles que implican que
un hogar sea acogedor, los profesionistas dirigen su actividad a los servicios
que prestan. Pero laboriosidad no significa únicamente "cumplir"
nuestro trabajo. También implica el ayudar a quienes nos rodean en el trabajo,
la escuela, e incluso durante nuestro tiempo de descanso; los padres velan por
el bienestar de toda la familia y el cuidado material de sus bienes; los hijos
además del estudio proporcionan ayuda en los quehaceres domésticos.
Podemos, fácilmente, dar una apariencia de laboriosidad
cuando adquirimos demasiadas obligaciones para quedar bien, aún sabiendo que no
podremos cumplir oportunamente; también puede tomarse como pretexto el pasar
demasiado tiempo en la oficina o la escuela para dejar de hacer otras cosas,
como evitar llegar temprano a casa y así no ayudar a la esposa o a los padres.
Al crear una imagen de mucha actividad pero con pocos
resultados se le llama activismo, popularmente expresado con un “mucho ruido y
pocas nueces”. Es entonces cuando se hace necesario analizar con valentía los
verdaderos motivos por los que actuamos, para no engañarnos, ni pretender engañar
a los demás cubriendo nuestra falta de responsabilidad.
La pereza es la manera común de entender la falta de
laboriosidad; las máquinas cuando no se usan pueden quedar inservibles o
funcionar de manera inadecuada, de igual forma sucede con las personas: quien
con el pretexto de descansar de su intensa actividad -cualquier día y a
cualquier hora- pasa demasiado tiempo en el sofá o en la cama viendo televisión
“hasta que el cuerpo reclame movimiento”, poco a poco perderá su capacidad
de esfuerzo hasta ser incapaz de permanecer mucho tiempo trabajando o estudiando
en lo que no le gusta o no le llama la atención.
Para ser laborioso se necesita estar activo, hacer cosas que
traigan un beneficio a nuestra persona, o mejor aún, a quienes nos rodean:
dedicar tiempo a buena lectura, pintar, hacer pequeños arreglos en casa, ayudar
a los hijos con sus deberes, ofrecerse a cortar el pasto... No hace falta pensar
en grandes trabajos “extras”, sobre todo para los fines de semana, pues el
descanso es necesario para reponer fuerzas y trabajar más y mejor. El descanso
no significa “no hacer nada”, sino dedicarse a actividades que requieren
menor esfuerzo y diferentes a las que usualmente realizamos.
Podemos establecer pequeñas acciones que poco a poco y con
constancia, nos ayudarán a trabajar mejor y a cultivar el valor de la
laboriosidad:
- Comenzar y terminar de trabajar en las horas previstas.
Generalmente cuesta mucho trabajo, pero nos garantiza orden para poder cubrir más
actividades.
- Establecer un horario y una agenda de actividades para
casa, en donde se contempla el estudio, el descanso, el tiempo para cultivar las
aficiones, el tiempo familiar y el de cumplir las obligaciones domésticas o
encargos.
- Terminar en orden y de acuerdo a su importancia todo lo
empezado: encargos, trabajos, reparaciones, etc.
- Cumplir con todos nuestros deberes, aunque no nos gusten o
impliquen un poco más de esfuerzo.
- Tener ordenado y dispuesto nuestro material y equipo de
trabajo antes de iniciar cualquier actividad. Evitando así poner pretextos para
buscar lo necesario y la consabida pérdida de tiempo e interés.
- Esmerarnos por presentar nuestro trabajo limpio y ordenado.
Cuando nos decidimos a vivir el valor de la laboriosidad
adquirimos la capacidad de esfuerzo, tan necesaria en estos tiempos para
contrarrestar la idea ficticia de que la felicidad sólo es posible alcanzarla
por el placer y comodidad, logrando trabajar mejor poniendo empeño en todo lo
que se haga.
El trabajo es mucho más que un valor: es una bendición.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
1. Sacar por impresora el texto “LA GALLINITA ROJA”
2. El profesor lee y comenta el texto a los alumnos.
3. Se reparten fotocopias del texto a cada alumno para hacer una nueva lectura individual y para contestar a estas preguntas:
a) ¿Quién encontró el grano de trigo?
b) ¿Quiénes no quisieron plantarlo, ni cosecharlo, ni trillarlo, ni amasarlo?
c) ¿Quién se comió la hogaza?
d) ¿Por qué la gallinita no les dio de comer a los otros animales?
e) ¿Cuando podemos los niños trabajar más y mejor?
4. Terminadas las respuestas, cada niño lee lo que ha escrito en la pregunta e) y se escriben en la pizarra las coincidencias entre todos.
| Formación: Preparación de la vida pública | Otros: Vida de Jesús mayores |
®Arturo Ramo García.-Registro de Propiedad Intelectual
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