La anciana del asilo |
Contaba el Papa Juan Pablo I en una audiencia del 6 de septiembre de 1978: Yo, de obispo en Venecia, solía ir a veces a visitar asilos de ancianos. Una vez encontré a una enferma anciana.
-Señora, ¿cómo está?
-Bah, comer, como bien; calor, bien también, hay calefacción.
-Entonces, esta contenta, ¿verdad?
-No.
Y casi se echó a llorar.
-Pero, ¿por qué llora?
-Es que mi nuera y mi hijo no vienen nunca a visitarme. Yo quisiera ver a los nietecitos.
El comentario es del mismo Juan Pablo I: “No bastan la calefacción, la comida: hay un corazón; es menester pensar igualmente en el corazón de nuestros ancianos.”
Jesús Azcárate. Para seguir avanzando. Juvenil Mundo Cristiano.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Ser atentos y cariñosos con nuestros familiares.
Contenido.-
Compasión
La compasión se enfoca en descubrir a las personas,
sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio.
Parece ser que la compasión sólo puede tenerse en algunos
momentos de nuestra vida, con aquellos que han caído en desgracia y los
desvalidos. La capacidad de conmovernos ante las circunstancias que afectan a
los demás se pierde día a día, recuperar esa sensibilidad requiere acciones
urgentes para lograr una mejor calidad de vida en nuestra sociedad.
Compadecerse es una forma de compartir y participar de los
tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a los demás, con el
interés y la decisión de emprender acciones que les faciliten y ayuden a
superar las condiciones adversas.
Diariamente ocurren todo género de desgracias: las fuerzas
naturales, la violencia entre los hombres y los accidentes. En casos tan
lamentables la compasión nos mueve a realizar campañas, colectas o prestar
servicios para apoyar en las labores de ayuda humanitaria.
Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima
no es lo mismo. Contemplamos la desgracia muchas veces como algo sin remedio y
sentimos escalofrío al pensar que sería de nosotros en esa situación, sin
hacer nada, a lo mucho pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar
condolencia.
Por otra parte, pasa el tiempo y vemos con asombro la
indeferencia que poco a poco envuelve a los seres humanos, los contratiempos
ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo parece marchar
bien. Este desinterés por los demás se solidifica y nos hace indolentes, egoístas
y centrados en nuestro propio bienestar
Sin embargo, son las personas que nos rodean quienes
necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en
actitud de servicio. Podemos descubrir este valor en diversos momentos y
circunstancias de la vida, tal vez pequeños, pero cada uno contribuye a elevar
de forma significativa nuestra calidad humana:
- Quien visita al amigo o familiar que ha sufrido un
accidente o padece una grave enfermedad, más que lamentar su estado, está
pendiente de su recuperación, en sus visitas regulares procura llevar alegría
y tener momentos agradables.
- La reacción comprensiva de un padre o madre de familia
ante las faltas de los hijos, por inmadurez, descuido o una travesura
deliberada, reprenden, animan y confían en la promesa de ser la última vez que
ocurra...
- En la escuela el profesor que consciente de la edad y las
circunstancias particulares, corrige sin enojo pero con firmeza la indisciplina
de sus alumnos, o pone todos los recursos al alcance para sacar adelante a ese
joven con dificultades en el estudio.
- Los jóvenes que participan en actividades de asistencia
social en comunidades marginadas, asisten con la ilusión de enseñar doctrina a
los niños, festejan y animan a todos en el juego de balompié, conviven sin
reparar en lo descuidado de su aspecto y sus modales...
- Toda persona en la oficina que roba tiempo a sus
ocupaciones para explicar, enseñar y hacer entender a sus compañeros las
particularidades de su labor, conocedor de su necesidad de trabajo y de la
importancia del trabajo en conjunto.
Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan
otros valores: Generosidad y Servicio por poner a disposición de los demás el
tiempo y recursos personales; Sencillez porque no se hace distinción entre las
personas por su condición; Solidaridad por tomar en sus manos los problemas
ajenos haciéndolos propios; Comprensión porque al ponerse en el lugar de
otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.
Aunque la compasión nace en el interior como una profunda convicción de procurar
el bien de nuestros semejantes, debemos crear conciencia y encaminar nuestros
esfuerzos a cultivar este valor tan lleno de oportunidades para nuestra mejora
personal:
- Evita criticar y juzgar las faltas y errores ajenos.
Procura comprender que muchas veces las circunstancias, la falta de formación o
de experiencia hacen que las personas actúen equivocadamente. En consecuencia,
no permitas que los demás "se las arreglen como puedan" y haz lo
necesario para ayudarles.
- Observa quienes a tu alrededor padecen una necesidad o
sufren contratiempos, determina cómo puedes ayudar y ejecuta tus propósitos.
- Centra tu atención en las personas, en sus necesidades y
carencias, sin discriminarlas por su posición o el grado de
efecto que les tengas.
- Rechaza la tentación de hacer notar tu participación o
esperar cualquier forma de retribución, lo cual sería soberbia e interés.
- Visita centros para la atención de enfermos, ancianos o
discapacitados con el firme propósito de llevar medicamentos, alegría,
conversación, y de vez en cuando una golosina. Aprenderás que la compasión te
llevará a ser útil de verdad.
Es tan enriquecedora la compasión porque va más allá de
los acontecimientos y las circunstancias, se enfoca en descubrir a las personas,
sus necesidades y padecimientos, con una actitud permanente de servicio, ayuda y
asistencia, haciendo a un lado el inútil sentimiento de lástima, la indolencia
y el egoísmo.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
1. Después de hacer copias de este texto cada chico lo lee individualmente.
2. Contestar a estas preguntas:
a) ¿Quién contó esta anécdota?
b) ¿Qué le iba bien a la anciana?
c) ¿Por qué no estaba contenta?
d) ¿Qué puedo hacer yo para alegrar a mis familiares?
3. Puesta en común de la pregunta d)
| Formación: Adoración de los Magos | Otros: Vida de Jesús mayores |
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