67. Anticonceptivos |
A) El preservativo no es un método seguro
El País informa de que el preservativo es un método inseguro.
Una encuesta de la Sociedad Española de Contracepción muestra que casi tres cuartas partes de las mujeres que utilizaron la ‘píldora del día después’ lo hicieron por fallos en el preservativo.
El diario El País publicó en su edición del viernes 30 de septiembre un artículo que bajo el título “Un estudio desmonta la idea de que se abusa de la píldora postcoital” explicaba que, supuestamente, el uso de la ‘píldora del día siguiente’ (PDD) no estaba tan extendida como se cree. Curiosamente, para sostener ese argumento se basaba en un estudio que, paralelamente, demostraba la inseguridad que supone el uso del preservativo como método anticonceptivo debido a su escasa efectividad.
Según la encuesta publicada por la Sociedad Española de Contracepción en la que se basa El País, el 65,3% de las mujeres que utilizan la PDD es como consecuencia de la rotura del preservativo. A este grupo hay que sumarle otro posible fallo de este método de contracepción, el de los preservativos retenidos, que suman por este motivo el 8,1% de los casos de consumo de la PDD.
Es decir, que, en total, el 73,4% de las mujeres que deciden consumir la píldora abortiva es debido a errores del preservativo. Por lo tanto, prácticamente las tres cuartas partes de mujeres que usan la PDD culpan a este método de haberlo hecho.
Confiar en el preservativo, un error documentado
Una vez más los datos de organizaciones que son favorables al aborto, a la contracepción y al uso de diversos métodos contraceptivos como el preservativo y abortivos como la PDD demuestran que confiar en el preservativo es un error que los estudios no se casan de demostrar. A la vez, la ineficacia de los profilácticos explica el gran uso de la píldora postcoital. Si el preservativo no fallase en una proporción tan importante, el uso de la PDD se vería reducido en sus tres cuartas partes.
También una vez más, se demuestra que el discurso del Santo Padre sobre el incorrecto uso del preservativo como medida eficaz para frenar el sida está en lo cierto. A los argumentos que esgrime el Papa Benedicto XVI se les niega la razón para ignorar la realidad de los datos. Son los fanáticos del mito del preservativo y sus bondades.
Precisamente en el año 2009, cuando algunos medios de comunicación quisieron hacer saltar la polémica por las declaraciones del obispo de Roma en las que dudaba de que la promoción del preservativo en el África fuera una buena opción para reducir el número de contagios de sida, el mayor experto en Sida de Harvard dio la razón al Pontífice.
El profesor Edward Green afirmó que existe “una relación entre una mayor disponibilidad de preservativos y una mayor tasa de contagios de sida”. De esta forma el científico avaló las palabras que el Papa dijo en el avión que le llevó a Camerún y en las que afirmó que la postura de la Iglesia es que el problema del sida “no se puede resolver simplemente con la distribución de preservativos: al contrario, existe el riesgo de aumentar el problema”.
En una entrevista con el National Review Online, Green –que no se declaró católico ni contrario al preservativo- afirmó: “El Papa tiene razón. Nuestros mejores estudios muestran una relación consistente entre una mayor disponibilidad de preservativos y una mayor (no menor) tasa de contagios de sida”.
Green afirmó que promocionando el preservativo se provoca una “mayor tasa de contagios”; la realidad enmascaraba entonces y ahora intereses de multinacionales, organismos internacionales y gobiernos.
Las propias mujeres creen que la píldora es abortiva
Por otro lado, el estudio que cita el diario El País también revelaba otro dato significativo: en contra de lo que pretenden sostener diferentes sectores de la opinión pública, el 53% de las mujeres creen que la PDD se trata de una píldora abortiva.
Hay que recordar que la PDD actúa incrementando considerablemente el número de hormonas en la mujer para provocar un período menstrual desfasado. De este modo, se elimina el posible zigoto que se haya formado en el interior del útero de la mujer, lo cual sucede en las siguientes 24 horas al acto sexual.
Si la PDD elimina el zigoto está destruyendo un óvulo ya fecundado por lo que, aunque se trate de una nueva forma de vida humana en sus primeras estaciones, ya representa un ser diferente a la madre que contiene toda la información genética necesaria, independiente e irrepetible de un ser humano diferente.
Juan Francisco Jiménez Jacinto. Con la autorización de: www.forumlibertas.com
B) La píldora del día siguiente y el riesgo de embarazos de adolescentes
El embarazo de adolescentes es un importante problema social. Muchos de estos embarazos terminan en aborto, y cuando el embarazo continúa, este suele ir unido a complicaciones físicas, psíquicas y sociales para ambos, la madre y el hijo (1). Para paliar este problema, algunas autoridades sanitarias propugnan la utilización de la “píldora del día siguiente”, la denominada contracepción de emergencia. Sin embargo, no está demostrado que con la utilización de esta píldora vayan a disminuir los embarazos no deseados, ni tampoco el aborto, entre las adolescentes.
En relación con ello, acaba de publicarse en el British Medical Journal un interesante trabajo realizado en Inglaterra, en donde se concluye que la utilización de la píldora del día siguiente no reduce los embarazos de adolescentes, ni tampoco el número de abortos: incluso favorece un aumento de los mismos (2).
En dicho trabajo se relacionan la contracepción de emergencia, los embarazos de adolescentes y el porcentaje de estos que terminan en aborto. Para llevarlo a cabo, se estudian 240 casos de embarazos de adolescentes y se comparan con 719 casos de control de similares características. El primer dato que destaca es que las adolescentes embarazadas habían utilizado antes con mayor asiduidad los métodos anticonceptivos –tanto la píldora como los preservativos– que las adolescentes no embarazadas. “Después de un análisis multivariante realizado en el año anterior al embarazo, la única asociación encontrada estaba relacionada con la consulta previa sobre contracepción”.
Las adolescentes que asiduamente habían utilizado la consulta contraceptiva antes de su embarazo tenían un riesgo de quedarse embarazadas 3,32 veces mayor que las que no lo habían hecho; las que previamente habían utilizado la píldora anticonceptiva, 2,96 veces mayor, y las que habían utilizado preservativos en sus relaciones sexuales, 2,70 veces mayor.
También las que ya habían utilizado previamente la contracepción de emergencia manifestaban un riesgo de embarazo 1,35 veces superior a las que no la habían utilizado. Cuando se analizan los embarazos de adolescentes terminados en aborto, se encuentra que las que abortaron habían utilizado en significativamente mayor medida la contracepción de emergencia o preservativos, en cualquier momento antes del embarazo, que las otras jóvenes.
En efecto, las que habían utilizado la píldora del día siguiente tenían una probabilidad 3,21 veces mayor de que su embarazo terminara en aborto, y esta probabilidad era 4,53 veces mayor para las que habitualmente utilizaban preservativos. Cuando se valoró el influjo de la utilización de la contracepción de emergencia o la utilización de preservativos sobre los porcentajes de aborto en las 240 adolescentes embarazadas estudiadas, se encontró que “en los casos en los que el embarazo terminó en aborto, las adolescentes habían utilizado significativamente más la contracepción de emergencia o los preservativos, durante el año previo al embarazo”. En efecto, las adolescentes que habían utilizado la píldora del día siguiente previamente al embarazo tenían 2,8 veces más posibilidades de quedarse embarazadas que las que no lo habían hecho. Para las que la habían utilizado en los 12 meses previos al embarazo, la probabilidad de embarazo fue 3,01 veces mayor.
Como concluye el trabajo, “la utilización habitual de la contracepción de emergencia se asocia con un incremento en el número de abortos, ya que las adolescentes embarazadas que abortaron habían utilizado antes de su embarazo la contracepción de emergencia más habitualmente que aquellas otras que después de quedarse embarazadas habían llevado hasta el final su embarazo”.
Como también se comenta en el trabajo, “un mayor conocimiento y la posibilidad de acceso a la contracepción de emergencia se propugna como medio para reducir el número de abortos de adolescentes. Sin embargo, como se comprueba en este trabajo, las adolescentes que utilizaron la contracepción de emergencia tenían mayor riesgo de un embarazo no planeado, posiblemente como consecuencia de asumir mayores riesgos en sus relaciones sexuales”.
También llama la atención este trabajo sobre los problemas que puede suponer “la provisión de contracepción de emergencia por parte de organismos que no están preparados para realizar después un seguimiento sobre estas prácticas”.
Todos los anteriores datos aportan razonables dudas sobre la pretendida eficacia de la píldora del día siguiente para evitar embarazos no deseados de adolescentes y para reducir el número de abortos en este grupo.
Justo Aznar. Jefe del Departamento de Biopatología Clínica Hospital La Fe (Valencia)
C) Oscuros intereses políticos y económicos
—De todas formas, ¿no es un poco extraño que todos esos datos y razones científicas no convenzan a tantas instituciones que continúan promoviendo grandes campañas de control de la natalidad?
Sí que parece un poco extraño. Y me atrevo a decir que también un poco sospechoso. De hecho, están surgiendo cada vez más voces de protesta –aunque por desgracia aún bastante silenciadas– contra ese tipo de políticas antinatalistas.
Es sospechoso, por ejemplo, que la mayor parte de lo que se consideran ayudas al desarrollo de países pobres se destine a sufragar gastos administrativos y de gestión de las propias instituciones que conceden esas supuestas ayudas: grandes edificios, ingentes de gastos de personal y de representación, viajes, hoteles, etc.
Y es también sospechoso que los fondos restantes –teóricamente destinados ya directamente a promover el desarrollo en cada país– se suelan a su vez emplear mayoritariamente en subvencionar campañas de planificación familiar.
—Supongo que algo gastarán en promover directamente el desarrollo, ¿no?
Muy poco, sólo un pequeño tanto por ciento. Casi todo el presupuesto se va en burocracia, gestión, y multimillonarios contratos con empresas que se dedican a implantar el control de la natalidad. Al final, sólo una pequeña parte se destina a los gastos sociales verdaderamente esenciales para el desarrollo (infraestructuras, capacitación profesional, sanidad, cultura, educación, etc.).
Y es una pena que esas instituciones, que aseguran contribuir a la liberación de la mujer, en muchos casos lo que hacen en la práctica es sacrificar su acceso a la educación –habitualmente inferior al varón en esos países– en favor de su acceso a la planificación familiar.
No falta gente, además, que asegura que detrás de esos contratos de family planning hay oscuros –oscurísimos– intereses económicos y políticos.
Esas campañas cuentan con unas dotaciones de varios billones de dólares anuales, y de ese dinero viven –bastante bien, por cierto– muchas grandes multinacionales del sector. Son cifras que bien pueden forzar políticas gubernamentales o comprar voluntades de personas de ámbitos muy diversos.
Hay que pensar que son contratos muy apetecibles, pues venden de un golpe cientos de millones de preservativos y píldoras anticonceptivas, que suponen grandes ganancias, siempre seguras, puesto que los gobiernos del Tercer Mundo se ven obligados a comprarlos.
Además, muchas veces –como se ha denunciado en repetidas ocasiones– son productos ya retirados de los mercados occidentales por sus efectos secundarios o su baja calidad.
—Me parece mal, lógicamente, pero al fin y al cabo se trata de un regalo, ¿no?
Bueno, es que hay que recordar que toda esta campaña de solidaridad internacional incluye un plan para pasarle luego la factura a las víctimas.
Por ejemplo, la tristemente famosa Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo previó que las dos terceras partes de esos costos serían financiados por los propios países en vías de desarrollo.
Como se ve –denunciaba Ignacio Aréchaga–, el plan es perfecto: primero se establece que hay una demanda insatisfecha de servicios de control de la natalidad; después se dictamina lo que hay que gastar en la promoción de medios anticonceptivos, proporcionados en su mayor parte por las multinacionales de los países ricos; y finalmente se pasa el grueso de la factura a los países en desarrollo, ya que "ellos son los primeros beneficiados".
Parece que no es buscarle tres pies al gato pensar que hay mucha gente poderosa que tiene mucho interés en mantener este tipo de políticas antinatalistas.
Las razones que dan suelen ser de solidaridad, de ecología o de preocupación humanitaria. En muchos casos, lo harán de buena fe. Pero me temo que muchos otros esconden –detrás de esas mismas razones filantrópicas– inconfesables afanes de mantener el imperialismo económico, sostener un rentable colonialismo demográfico, ganar dinero a expensas del Tercer Mundo, contener las avalanchas de inmigrantes, o ceder a presiones provenientes de intereses de poderosos grupos económicos internacionales.
La alarma ante el crecimiento demográfico enmascara muchos temores a una nueva situación que inquieta a los países ricos. Un miedo –como escribe el francés Hervé Le Bras– que "se expresa bajo la forma alegórica de un atentado a la salud del planeta, mientras que se trata de un atentado a los privilegios de los ricos por la llegada de nuevos convidados al banquete de la naturaleza."
Una sutil intolerancia, lamentablemente disfrazada de tolerancia y solidaridad.
Una nueva forma de acoso sexual.
Si se supiera –sugiere de nuevo Aréchaga–, que un alto cargo de la ONU presiona a una funcionaria para obtener sus favores a cambio de un ascenso, inmediatamente sería destituido por acoso sexual. Es curioso, en cambio, que si esos mismos altos cargos de la ONU fuerzan a millones de mujeres y hombres a organizar su natalidad de acuerdo con sus dictados, so pena de ahogarles financieramente, haya quienes los consideren como unos benefactores de la humanidad.
Y es también curioso que, en una época en la que la planificación centralizada de la economía ha caído en descrédito frente a la iniciativa personal y el libre juego del mercado, algunos sigan empeñados en meterse en las alcobas de millones de ciudadanos para decirles cómo deben planificar la natalidad.
Por razones éticas de carácter elemental, no pueden admitirse programas que someten a los matrimonios a presiones degradantes para que recurran a la esterilización o a otros métodos anticonceptivos.
No se puede estar de acuerdo con que los pobres sean señalados con el dedo como si su propia existencia fuera la causa, no el efecto, del deterioro social o económico de un país.
Es una hipocresía decir a esos pueblos hambrientos que, para que no crezcan más, los países occidentales van a limitarles su natalidad esterilizando a las personas, vendiéndoles preservativos (fabricados por multinacionales que están haciendo a su costa grandes negocios), o instalando clínicas abortistas (que de paso proporcionen fetos con los que hacer cremas para la alta cosmética occidental).
Los que estén verdaderamente preocupados por el bienestar de la población de los países pobres deberían centrar su atención no en los simples números de la población, sino en las instituciones –un gobierno y una política económica y educativa adecuadas– que posibiliten a los ciudadanos ejercer sus potencialidades.
De todas formas, y a pesar de lo dicho, no se trata de defender la procreación a toda costa: la transmisión de la vida humana debe ejercitarse con un alto sentido de responsabilidad.
Hay que respetar el derecho de los esposos decidir el tamaño de la familia y a espaciar los nacimientos, sin presión provenientes de la intolerancia de los gobiernos o de otras organizaciones.
—Pero la Iglesia católica, por ejemplo, sostiene que hay que recibir los hijos que a cada uno "Dios le mande".
No debe entenderse esa afirmación de un modo trivial. Lo que la Iglesia católica defiende es la paternidad responsable, que en absoluto significa una procreación ilimitada o una falta de consideración de lo que implica la crianza de los hijos. Se trata de que las parejas usen de su inviolable libertad con sabiduría y responsabilidad, teniendo en cuenta las realidades demográficas y sociales, así como su propia situación y sus legítimos deseos, a la luz de la ley moral.
En materia de población, el Estado o las organizaciones internacionales no pueden arrogarse responsabilidades que corresponden a los esposos, ni usar de la extorsión, la coacción o la violencia para hacer que los cónyuges se sometan a sus directrices en esta materia.
Por ejemplo, es un signo de imperialismo detestable vincular la concesión de ayudas internacionales a infamantes condiciones que afectan al control de la natalidad. Son los esposos quienes han de decidir en conciencia sobre el número y espaciamiento de los hijos.
—¿Y no es extraño que haya tanta oposición en la actualidad contra esa doctrina de la Iglesia católica?
No es sólo una cuestión de la Iglesia católica, sino de todos aquellos que tienen aprecio por la libertad de los esposos. No me extrañaría que un día no lejano se acaben por reconocer de modo universal esas razones, en contra de las del colonialismo demográfico que algunos están intentando imponer a los países pobres.
Ya ha sucedido algo parecido con el marxismo, tan defendido durante largos años por legiones enteras de afamados economistas e intelectuales occidentales. La Iglesia católica no dudó en plantar cara a la doctrina de Marx, y aseguró siempre que sus tesis atentaban contra la dignidad humana. Con el tiempo, el marxismo se ha venido abajo estrepitosamente, y la resistencia ética de la Iglesia católica –hasta entonces considerada arcaica por todos aquellos sesudos intelectuales– ha sido confirmada por la aplastante fuerza de los hechos. Y no ha sido porque los hombres de la Iglesia hubieran tenido una competencia científica superior (tampoco eran tontos), sino porque juzgaban los comportamientos humanos según principios de humanidad.
Sobre la explosión demográfica mundial y sus peligros, son muchos los demógrafos que dicen hoy lo contrario de lo que se afirmaba hace treinta años. Y son muchos los que denuncian que las posturas del imperialismo antinatalista obedecen a mitos y prejuicios ideológicos que no resisten un análisis científico medianamente serio.
Veremos a quien da el tiempo la razón. Afortunadamente, a veces sucede que, en no mucho tiempo, se verifica con la experiencia lo acertado de las conclusiones que se pueden sacar de la conciencia moral.
Por eso muchas veces, en vez de fijarse en la oposición de los que más gritan, es más ilustrativo prestar más atención a los gritos del silencio, a los gritos de los que no pueden hablar porque, de un modo u otro, no se les deja vivir.
Alfonso Aguiló. Con la autorización de: www.interrogantes.net
D) 10 razones para la abstinencia en el noviazgo
1. La pureza ayuda a tener una buena comunicación con tu pareja
Cuando una pareja vive la abstinencia sexual, su comunicación es buena porque no se centran solamente en el placer sino en la alegría de compartir puntos de vista y vivencias, además, sus conversaciones son más profundas. Por el contrario, la intimidad física es una forma fácil de relacionarse pero eclipsa otras formas de comunicación. Es un modo de evitar el trabajo que supone la verdadera intimidad emocional, como hablar de temas personales y profundos y trabajar en las diferencias básicas que hay entre ambos.
2. Crece el lado amistoso de tu relación
La cercanía física puede llevar a que los adolescentes piensen que están emocionalmente cercanos, cuando en realidad no lo están. Una relación romántica consiste esencialmente en cultivar una amistad, y no hay amistad sin conversación y sin compartir intereses. La conversación personal crea lazos de amistad, y ayuda a que uno descubra al otro, que conozca sus defectos y sus cualidades. Algunos jóvenes se dejan llevar por las pasiones y cuando se conocen en profundidad, se desencantan. Y no se conocieron porque no llegaron a ser amigos, sino novios con derechos.
3. Hay mejor relación con los padres de familia de ambos
Cuando el hombre y la mujer que se respetan mutuamente, maduran su cariño y mejoran la amistad con los padres de ambos. Generalmente, los padres de familia prefieren que sus hijos solteros vivan la continencia sexual, y se sienten mal si saben que están sexualmente activos sin ser casados. Cuando una pareja sabe que debe de esconder sus relaciones sexuales, crece en ellos la culpa y el stress. Los novios que viven la pureza se relacionan más cordialmente con los padres de familia propios y de la pareja.
4. Te ves más libre para cuestionar si ese noviazgo te conviene
Las relaciones sexuales tienen el poder de unir a dos personas con fuerza, y pueden prolongar una relación poco sana basada en la atracción física o en la necesidad de seguridad. Una persona se puede sentir “atrapada” en una relación de la cual quisiera salir pues en fondo no la desea, pero no encuentra la salida. Una persona casta puede romper con mayor facilidad el vínculo afectivo que lo ata al otro pues no ha habido una intimidad tan poderosa en el aspecto físico.
5. Se fomenta la generosidad contra el egoísmo
Las relaciones sexuales en el noviazgo, invitan al egoísmo y a la propia satisfacción, inclinan a sentirse en competencia con otras personas que puede resultarle más atractivas a la propia pareja. Se fomenta la inseguridad y el egoísmo pues, empezar a entrar en intimidades, invita a pedir más y más.
6. Hay menos riesgo de abuso físico o verbal
El sexo fuera del matrimonio se asocia a la violencia y a otras formas de abuso. Por ejemplo, se da más del doble de agresión física entre parejas que viven juntas sin compromiso, que entre las parejas casadas. Hay menos celos y menos egoísmo en las parejas de novios que viven la pureza que en las que se dejan llevar por las pasiones.
7. Aumenta el repertorio de modos de mostrar afecto
Los novios que vive la abstinencia encuentran detalles “nuevos” para mostrar afecto; cuenta con inventiva e ingenio para pasarla bien y demostrarse mutuamente su interés. La relación se fortalece y tienen más oportunidad de conocerse en cuanto a su carácter, hábitos y en el modo de mantener una relación. 8. Hay más posibilidades de triunfar en el matrimonio.
Las investigaciones han demostrado que las parejas que han cohabitado tienen más posibilidades de divorciarse que las que no han cohabitado.
9. Si decides “romper” esa relación, dolerá menos
Los lazos que crea la actividad sexual por naturaleza, vinculan fuertemente, entonces, si hay una ruptura, se intensifica el dolor que produce la ruptura por los vínculos establecidos. Cuando no se han tenido relaciones íntimas, y deciden separarse, la separación es menos devastadora.
10. Te sentirás mejor como persona
Los adolescentes sexualmente activos, frecuentemente pierden autoestima y admiten vivir con culpas. Cuando deciden dejar de lado la intimidad física y vivir castamente, se sienten como nuevos y crecen como personas. Además, mejoran su potencial intelectual, artístico y social. Con el sexo no se juega. Cuando alguien te presione, piensa en lo que vas a responder: “Sólo te lo pido una vez, y no insistiré más” / “Eso es justo lo que me preocupa. Prefiero conservarme para alguien que me va a querer toda la vida”.
Martha Morales. Tomado de www.autorescatolicos.org
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Por qué el preservativo no es seguro?
2. Señalar las dudas de la píldora del día siguiente
3. ¿Qué hay detrás de la planificación familiar?
4. Señalar tres razones importantes para la abstención en el noviazgo
Bibliografía:
Mary Beth Bonacci. Tus preguntas sobre el amor y el sexo. Editorial Palabra.
Enlaces de Internet:
Diez razones para no legalizar la prostitución
Sexto mandamiento: no cometerás actos impuros
El corrosivo avance de la pornografía
USA. Anticonceptivos: El escándalo de Bayer
Ética y eficacia en las campañas de educación sexual
La educación de los más jóvenes sobre el sexo
Green insiste: El preservativo no es la solución contra el sida
Humanización de la sexualidad y no preservativos para vencer el sida
Torturas y pornografía: la degradación de la humanidad
El sexo irresponsable nunca es seguro
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