62. El aborto |
A) Métodos abortivos
Resulta interesante conocer cuáles son los procedimientos que se emplean para provocar el aborto. Son los siguientes:
1. Aborto por raspado uterino
Es el más antiguo de los métodos usados actualmente. Se aplica entre las siete y las doce semanas de concebido el nuevo ser. Se realiza con una legre o cuchilla quirúrgica de extremo encorvado que se introduce por la vagina y por el cuello uterino (que ha sido previamente dilatado) hasta alcanzar la pared de la matriz, que es raspada hasta que se consigue desprender todo vestigio del embrión o feto y de la placenta que lo envolvía. Para evitar "riesgos" a la mujer, es indispensable que los abortadores pongan especial cuidado en recontar bien los trozos del no nacido, pues si quedara en el útero algún residuo de los despojos de la víctima, podría ocasionarse una infección o una hemorragia. Se usa anestesia general.
2. Aborto por cesárea o por histerectomía
Se desarrolla como una operación cesárea mediante la incisión quirúrgica abdominal y extracción del nuevo ser. La diferencia radica en que una vez cortado el cordón umbilical, se deja al nonato morir sin asistencia. Esta forma de aborto se utiliza cuando el embarazo está muy avanzado y ya no se pueden aplicar los otros sistemas.
3. Aborto por succión
Fue inventado en los países comunistas propagándose después en Occidente. Consiste en aspirar el contenido del útero por medio de una potente bomba de vacío. El cuerpo del diminuto no nacido, desmembrado por la fuerza de la aspiración juntamente con los restos de la placenta, atraviesa el tubo de succión y cae a un frasco de cristal. Como en el método de raspado uterino, es necesario que los abortadores se aseguren de que han salido todos los restos, pues si no la mujer podría sufrir infección o hemorragia. Es una técnica fácil, con duración máxima de dos minutos, lo que permite rendimientos a escala industrial en las clínicas donde se practica.
La técnica de succión garantiza la muerte del concebido en cualquier momento del periodo que va desde las primeras etapas de su vida hasta las doce semanas (tres meses) en que su escaso volumen corporal todavía permite el paso de los despojos a través de los 11, 12 ó 13 mm de diámetro de la cánula que se usa según los casos.
4. Aborto por inyección intraamniótica
Consiste en inyectar en el saco amniótico, a través del abdomen, una solución de sal al 20% o suero glucosado al 50%, después de haber extraído por el mismo medio de 10 a 300 m de líquido amniótico. La placenta sufre necrosis, el no nacido tarda aproximadamente una hora en morir por efecto del envenenamiento salino y termina por ser expulsado antes de transcurridas treinta y seis horas después de haber sido puesta la inyección de solución hipertónica. Hay cierto riesgo de perforación uterina y aun de muerte por paso de la solución salina a la sangre de la mujer.
Esta técnica garantiza la muerte del hijo concebido a partir de las 16 semanas ( 4 meses), momento en que la bolsa placentaria contiene ya suficiente líquido como para permitir la inyección mortal. 5. Aborto por perfusión de prostaglandinas.
Consiste en inyectar por vía intravenosa lenta ciertas prostaglandinas que tienen especial actividad sobre la contractibilidad de los músculos uterinos. La expulsión del feto se produce en el término de pocas horas. Esta técnica parece la llamada a sustituir a la anterior.
Si se comparan entre sí los periodos idóneos de aplicabilidad del aborto por succión y del aborto por inyección intraamniótica hipertónica, se cae en la cuenta de que entre ambos queda un margen difícil para abortar: el que se extiende desde las 12 semanas ( 3 meses) hasta las 16 semanas (4 meses). Un mes en el cual no se puede usar la técnica de succión porque el pequeño ser humano tiene ya demasiado volumen como para que sus despojos quepan en el diámetro de la cánula, ni se puede tampoco aplicar la inyección salina porque la bolsa placentaria en que se alberga no contiene suficiente líquido amniótico. El método de la inyección intravenosa de prostaglandinas se utiliza para este breve periodo.
Recientemente se está comercializando la llamada RU-486. Se trata de una antihormona que se opone a la acción de la progesterona, la hormona indispensable para el inicio y continuación del embarazo. Asociada a postaglandinas, que estimulan las contracciones del útero, provoca la expulsión del embrión en la mujer embarazada. Se trata, pues, de un auténtico aborto.
Miguel Ángel Monge. Medicina pastoral. EUNSA
B) La madre es quien mejor sabe la verdad
Una mujer embarazada es quizá la primera en darse cuenta de que lo que lleva en su seno es un nuevo ser humano, distinto de todos los que han existido, existen y existirán.
Y sabe bien que todo intento de distinguir la condición humana según si ha nacido todavía o no, o según los meses que lleva de gestación, carece de fundamento. Sabe que entre un feto en la primera semana de gestación –o en la última, es lo mismo–, y un recién nacido, no hay más diferencia que un poco de tiempo y la necesaria nutrición.
Sabe que el aborto no es una simple interrupción del embarazo, como se dice evasivamente, quizá para intentar disfrazar con un eufemismo su innegable atrocidad.
Sabe bien que abortar significa atentar contra un ser indefenso que, además, es su propio hijo.
Cualquier persona que haya trabajado siquiera unos meses en un gabinete psicológico puede dar fe de hasta qué punto una mujer se siente aturdida, angustiada y desamparada después de un aborto; hasta qué punto quedan desoladas al darse cuenta –cosa que sucede bien pronto– de que han arrebatado una vida humana y no saben qué hacer para remediarlo.
El sentimiento de culpa por haber abortado es quizá uno de los dolores más severos que una persona puede experimentar.
El aborto no sólo aniquila una vida humana no nacida, sino que también arruina psicológicamente a muchas mujeres.
Un extenso estudio realizado en la Clínica Ginecológica de Würzburg (Alemania) por la Doctora María Simón, concluía que algo más de un 35% de las mujeres que han abortado sufren después fuertes oscilaciones de ánimo y estados depresivos; en torno a un 30% padecen sentimientos de miedo, sin saber bien a qué se deben; un 37% lloran con frecuencia sin apenas motivo aparente; aproximadamente el 45% darían marcha atrás si pudieran hacerlo; el 55% se sienten más nerviosas y menos equilibradas; el 61% reprimen cualquier pensamiento en torno al aborto; el 52% sufren con sólo ver mujeres embarazadas; y al 70% les viene con frecuencia a la cabeza la idea de cómo serían las cosas si el niño abortado viviese ahora.
Muchas mujeres acusan a médicos y asesores de que no les habían informado suficientemente sobre las posibles consecuencias psíquicas. Si hubiesen sabido qué riesgos somáticos y psíquicos acarreaba, lo más probable es que no hubieran abortado.
Las mujeres que suelen superar el trauma del aborto –continúa ese estudio– son aquellas encuestadas que intentan recuperar su equilibrio psíquico afrontando conscientemente el hecho del aborto. Lo hacen sobre todo a través de conversaciones con personas de confianza, como el marido, más frecuentemente una amiga o la madre, rara vez un médico, y nunca –dato significativo– con el médico que practicó el aborto.
En esos casos, por lo general, la mujer intenta reconocer su culpa. No la reprime, no la proyecta en otros, ni recurre tampoco a justificaciones. El siguiente paso es arrepentirse del aborto. En esta fase se duele por su hijo muerto como por cualquier otro difunto querido. Raramente una madre –concluye ese estudio– logra convencerse de modo permanente de que aquello no era un ser humano vivo, su propio hijo.
La persuasión de la verdad
—¿Y cómo explicas que la brutalidad del aborto, que, según dices, debiera ser tan clara, sea negado por tantísima gente?
La historia demuestra que cada época se caracteriza tanto por sus intuiciones como por sus ofuscaciones. Eso explica que pueblos enteros hayan podido a veces permanecer, durante periodos muy largos, sumidos en desviaciones sorprendentes. Baste recordar los duros debates que en su momento se produjeron en torno a cuestiones hoy felizmente –casi– superadas, como la esclavitud, la segregación racial, la tortura, etc.
Y es que, como ha señalado Antonio Orozco, hay verdades que resultan más simpáticas y agradables en cierto momento, y se estudian más y se hacen más patentes.
En cambio, hay otras que son igualmente verdaderas, pero que contrarían actitudes y hábitos arraigados, y no se está fácilmente dispuesto a reconocerlas.
Muchas verdades pueden ser olvidadas, e incluso suplantadas por errores, puesto que, lamentablemente, no siempre hay una relación directa entre la verdad y el número de personas a las que persuade.
Alfonso Aguiló. Con la autorización de: www.interrogantes.net
C) El testamento del Dr. Nathanson
Cómo legalizar el crimen del aborto:
Hacerse con los medios de comunicación; falsificar estadísticas; jugar la carta del anticatolicismo; ignorar la evidencia científica.
El pasado 21 de febrero de 2011, falleció Bernard Nathanson, el médico que de “rey del aborto”, como se lo llamó, se convirtió en uno de los más importantes defensores de la vida humana desde la concepción.
Su cambio radical de médico abortero a médico pro-vida, se concretó a través de evidencias científicas. “Como científico no creo, yo se y conozco que la vida humana comienza en la concepción”, escribió en 1992.
Se reconoció como responsable directo de la muerte de 75.000 niños no-nacidos. Abandonó la industria del abominable crimen del aborto en 1979. Su testimonio, especialmente a través de dos películas, “El Grito Silencioso” (1984) y “El eclipse de la razón” (1987) y de su autobiografía “La Mano de Dios” (1996), es capital para el esclarecimiento y la promoción de la defensa de la vida del niño no-nacido en todo el mundo.
En 1992, escribió una carta pública que constituye un testimonio excepcional y una advertencia a tener muy en cuenta, sobre todo en los países que sufren la presión abortista para legalizar el crimen abominable del aborto.
En 1996, el Dr. Nathanson, judío de nacimiento, fue bautizado en la Iglesia Católica por el Cardenal John O’Connor, en la catedral de San Patricio de Nueva York, en la fiesta de la Inmaculada Concepción.
Carta abierta del Dr. Bernard Nathanson (1992):
“Soy responsable directo de 75.000 abortos, lo que me empuja a dirigirme al público poseyendo credibilidad sobre la materia.
Fui uno de los fundadores de la Asociación Nacional para Revocar las Leyes sobre el Aborto en los Estados Unidos, en 1968. Entonces una encuesta veraz hubiera establecido el hecho de que la mayoría de los norteamericanos estaban en contra de leyes permisivas sobre el aborto. No obstante, a los 5 años conseguimos que la Corte Suprema legalizara el aborto, en 1973. ¿Como lo conseguimos? Es importante conocer las tácticas que utilizamos, pues con pequeñas diferencias se repitieron con éxito en el mundo Occidental.
Nuestro primer gran logro fue hacernos con los medios de comunicación; les convencimos de que la causa proaborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios; según ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la implantación de leyes permisivas de aborto. Fue la táctica de exaltar la propia mentira y así conseguimos un apoyo suficiente, basado en números falsos sobre los abortos ilegales que se producían anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 (cien mil) aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicación fue de 1.000.000 (un millón). Y una mentira lo suficientemente reiterada, la opinión pública la hace verdad.
El número de mujeres que morían anualmente por abortos ilegales oscilaba entre 200 y 250, pero la cifra que continuamente repetían los medios era 10.000 (diez mil), y a pesar de su falsedad fue admitida por muchos norteamericanas convenciéndoles de la necesidad de cambiar las leyes sobre el aborto.
Otro mito que extendimos entre el público, es que el cambio de las leyes solamente implicaría que los abortos que se practicaban ilegalmente, pasarían a ser legales. Pero la verdad es que actualmente, el aborto es el principal medio para controlar la natalidad en USA. Y el número de anual de abortos se ha incrementado en un 1500%, 15 veces más.
La segunda táctica fundamental fue jugar la carta del anticatolicismo.
Vilipendiamos sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del "malvado" principal entre los opositores al aborto permisivo. Lo resaltamos incesantemente. Los medios reiteraban que la oposición al aborto procedía de dichas Jerarquías, no del pueblo católico; y una vez más, falsas encuestas "probaban" reiteradamente que la mayoría de los católicos deseaban la reforma de las leyes antiaborto. Y los tambores de los medios persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos proaborto eran los inteligentes y progresistas. El hecho de que grupos cristianos no católicos, y aún ateos, se declarasen pro-vida, fue constantemente silenciado.
La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar, cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción.
Frecuentemente me preguntan que es lo que me hizo cambiar. ¿Cómo pasé de ser un destacado abortista a un abogado pro-vida? En 1973 llegué a ser Director de Obstetricia en un gran Hospital de la ciudad de Nueva York, y tuve que iniciar una unidad de investigación perinatal; era el comienzo de una nueva tecnología que ahora utilizamos diariamente para estudiar el feto en el útero materno. Un típico argumento pro aborto es aducir la imposibilidad de definir cuando comienza el principio de la vida, afirmando que ello es un problema teológico o filosófico, no científico.
Pero la fetología demuestra la evidencia de que la vida comienza en la concepción y requiere toda la protección de que gozamos cualquiera de nosotros.
Ud. podría preguntar: ¿Entonces, por qué algunos doctores, conocedores de la fetología, se desacreditan practicando abortos?
Cuestión de aritmética: a 300 dólares cada uno, un millón quinientos cincuenta mil (1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce 500 millones de dólares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los bolsillos de los doctores que practican el aborto.
Es un hecho claro que el aborto voluntario es una premeditada destrucción de vidas humanas. Es un acto de mortífera violencia. Debe de reconocerse que un embarazo inesperado plantea graves y difíciles problemas. Pero acudir para solucionarlo a un deliberado acto de destrucción supone podar la capacidad de recursos de los seres humanos; y, en el orden social, subordinar el bien público a una respuesta utilitarista.
Como científico no creo, yo se y conozco que la vida humana comienza en la concepción. Y aunque no soy de una religión determinada, creo con todo mi corazón que existe una divinidad que nos ordena finalizar para siempre este infinitamente triste y vergonzoso crimen contra la humanidad”.
Dr. Bernad Nathanson. Original de www.noticiasglobales.org
D) Aborto y depresión
Una cantidad creciente de estudios –elaborados en los últimos diez años- encuentra una fuerte relación entre aborto, depresión y otras enfermedades psiquiátricas, dijo el doctor David Reardon (Elliot Institute News dreardon@mine4ever.net). Muchos médicos encuentran tendencias suicidas en algunas mujeres que han abortado porque no han superado el Síndrome post-aborto.
San Pío de Pietrelcina decía: “El aborto no es sólo homicidio, sino también suicidio… Entenderían este suicidio de la raza humana si vieran ‘la belleza y la alegría’ de la tierra poblada de ancianos y despoblada de niños: quemada como un desierto. Con el aborto se mutila también la vida de los padres. A estos padres les quisiera impregnar con las cenizas de sus fetos destruidos, para clavarlos en sus responsabilidades y para negarles la posibilidad de apelar a su ignorancia… Las aprensiones del orden médico también participan en este envejecimiento de la tierra”.
Las mujeres que se someten a un aborto pueden acabar sufriendo problemas mentales, ha advertido el Colegio Real de Psiquiatras del Reino Unido en 2008. La polémica en torno al aborto se agudizó después de que se examinase el caso de una artista prometedora que se ahorcó porque no pudo superar el dolor por haber abortado de dos gemelos. La artista, Emma Beck, de 30 años, dejó una nota en la que se arrepentía de haber abortado y afirmaba que vivir se había vuelto para ella un 'infierno'.
Cualquier intervención quirúrgica implica SANGRE. La matriz, es el lugar donde más sangre acumula una mujer embarazada, pues es el alimento de su bebé (esa es la causa de la menstruación). Un aborto es sangriento por naturaleza. ¿Sabe la mujer que se puede desangrar tanto en una clínica “legal” como en una “ilegal”?...
Está claro que los que están en los gobiernos saben poco de matemáticas. Si así fuera, no dedicarían tantos esfuerzos ni tantos recursos a financiar el aborto. Se ha demostrado que después de practicarse un aborto, más pronto o más tarde, la mujer padecerá el Sindrome post-aborto, algo parecido a una depresión grave. Así pues, dicha mujer faltará al trabajo, necesitará atención médica, además de rehabilitación personal... En cambio, traer un niño al mundo y mantenerlo cuesta mucho menos.
Además, las mujeres que han abortado sufren cambios repentinos de humor, “síndrome del Aniversario”, problemas de identidad sexual (psiquiatra Jesús Poveda), depresión, pesadillas... Al 52% de las mujeres encuestadas les molesta ver mujeres embarazadas. El 45% de ellas daría marcha atrás si pudiera. En el 50% de los casos, la relación de la pareja termina.
En resumen, S. Juan Bautista a los seis meses de embarazo ya es el profeta que anuncia al Mesías, y el propio Salvador ya lo es cuando sólo lleva cinco días en el seno de María. Así la Biblia coincide con la ciencia mostrando que la vida humana comienza en el instante de la concepción. Y el aborto queda incluido en el precepto "no matarás".
Martha Morales. Original de: www.autorescatolicos.org
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Qué métodos abortivos se usan actualmente?
2. ¿Qué siente la madre que ha abortado?
3. ¿Qué nos dice el Dr. Nathanson?
4. ¿Qué manifestaciones tiene el síndrome post-aborto?
Bibliografía:
Bernard Nathanson, R. La mano de Dios. Editorial Palabra.
Miguel Ángel Monge. Medicina pastoral. Editorial EUNSA.
Enlaces de Internet:
Medicina: aborto, noción y formas
Salud física y mental de la madre
Libertad de disponer del propio cuerpo
OEA: Perversión de los derechos humanos
Un senador habla de la venta de órganos
El aborto aumenta el riesgo de problemas mentales
El feto no es cuerpo de la madre
Aspectos ético-pastorales del aborto
Los derechos fundamentales del niño
Ayuda a las madres con problemas
Declaración de la Organización Médica Colegial sobre el aborto
Los jubilados y la pendiente resbaladiza
De nuevo la sombra del totalitarismo
Congreso internacional Provida
El respeto a la dignidad del moribundo
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