58. Violencia escolar




   A) El poder y la autoridad

   Observando la vida familiar nos encontramos con madres y padres que no consiguen que sus hijos les obedezcan. Una madre se quejaba de que su hijo le contestaba, le respondía con palabrotas y no hacía nada de los que le decía. Otra madre le preguntó: ¿Qué edad tiene el chico? Pues tres años -le contestó. A lo que interpuso: Pues si ahora no logras educar a tu hijo, ¿qué pasará cuando tenga catorce o dieciséis años?

   Este mismo problema de falta de autoridad también se da entre los profesores. ¿Por qué unos son respetados y consiguen una clase silenciosa donde se trabaja y se estudia con aprovechamiento y otros profesores no consiguen hacer callar a sus alumnos, se insultan entre ellos, hacen ruidos y apenas puede dar la clase en condiciones aceptables?

   Hay una serie de factores que desembocan en la pérdida de autoridad tanto de los padres como de los profesores. Una de ellas es dar muchas órdenes, sin esperar que se cumplan. Alguien decía que la escuela es el lugar donde más órdenes se dan y donde menos se cumplen. Los alumnos o los hijos adquieren el hábito de no hacer caso a lo que se les dice.

   Otro factor que perjudica la autoridad es mostrarse dubitativo, son convicciones personales fuertes con poca seguridad en sus razonamientos.

   Pero el aspecto más negativo es imponer la dictadura familiar. Empeñarse en que los chicos obedezcan "porque si", sin darles las necesarias razones para ello. En este caso se confunde el poder con la autoridad. El poder se recibe, por la gracia de estado, ya sea por ser padre o profesor. Pero usar ese poder para conseguir "a la fuerza" que los pequeños obedezcan siempre sin rechistar es mala estrategia.

   La autoridad, por el contrario, hay que ganarla y se puede adquirir y mejorar. Los chicos han de aprender a obedecer en un clima de libertad. Cuando son pequeños, ven a sus padres con toda su autoridad y es fácil obedecerlos. Pero cuando llegan a la adolescencia hay mayor contestación y se rebelan cuando se les mandan cosas que no entienden. Si los padres han abusado de imposición, el fracaso educativo está asegurado.

   A lo largo de la infancia y adolescencia habrá que prepararlos para que puedan elegir libremente lo mejor. Es difícil en un clima de libertad, pero es el único camino.  

  Unos padres, llevados por una falsa idea de la tolerancia, dejan caer a los hijos en el permisivismo y otros padres, abusando de su poder (no de su autoridad), se empeñan en convertir su casa en un cuartel. Ambos extremos son igualmente equivocados.

    Arturo Ramo García

   B) Comprendiendo el comportamiento violento en niños y adolescentes

   Hay una gran preocupación por la incidencia del comportamiento violento entre niños y adolescentes. Este complejo y perturbador asunto necesita ser cuidadosamente entendido por padres, maestros y demás adultos.

   Los niños acostumbran a mostrar comportamientos violentos desde bien pequeños. Los padres y otros adultos que presencian este tipo de comportamiento se preocupan por el niño, pero por lo general, "esperan que lo supere al crecer". Hay que tomarse muy en serio el comportamiento violento de un niño, independientemente de la edad que tenga. No debemos minimizar el problema diciendo que "está pasando por una fase".

   La violencia en niños y adolescentes puede incluir una amplia gama de comportamientos: arrebatos de ira, agresiones físicas, peleas, amenazas o intentos de herir a otros, pensamientos homicidas, uso de armas de fuego, crueldad con los animales, encender fuegos, destrucción intencional de la propiedad, vandalismo, etc.

   Factores que aumentan el riesgo de la violencia

   Muchas investigaciones han llegado a la conclusión de que hay una combinación de factores que lleva a un aumento en el riesgo del comportamiento violento en niños y adolescentes. Estos factores incluyen:

   Comportamiento agresivo o violencia previa.

   Ser víctima de un abuso físico y/o sexual.

   Exposición a la violencia en el hogar.

   Factores genéticos (hereditarios de la familia).

   Exposición a la violencia en los medios de comunicación (televisión, radio, etc.).

   Uso de drogas y/o alcohol.

   Presencia de armas de fuego en casa.

   Combinación de factores de estrés socioeconómicos de la familia (pobreza, carencia de medios, etc.).

   Separación matrimonial, divorcio, padre/madre soltero, desempleo, falta de apoyo por parte de la familia, etc.

   Daño cerebral debido a heridas en la cabeza.

  ¿Cuáles son las "señales de alerta" de la violencia infantil?

   Los niños que presentan el siguiente tipo de comportamiento deben ser cuidadosamente evaluados y los padres y maestros tienen que tener cuidado de no minimizar este tipo de comportamientos:

   Ira intensa.

   Ataques de furia o pataletas.

   Irritabilidad extrema.

   Impulsividad extrema.

   Frustración fácil.

   ¿Qué se debe de hacer si el niño muestra un comportamiento violento?

   Cuando un padre u otro adulto se preocupa por el comportamiento de su hijo, tiene que seguir los pasos necesarios para llevar al niño a que se le haga una evaluación completa y comprensiva por un profesional de salud mental cualificado. El tratamiento a tiempo por parte de un profesional puede ayudar y tiene como objetivos ayudar al niño a controlar su ira, expresar su frustración y su enfado de manera apropiada, asumir responsabilidades por sus acciones y aceptar las consecuencias. Además, se tienen que tratar los posibles conflictos familiares, escolares y demás.

   ¿Se puede prevenir el comportamiento violento infantil?

   Las diversas investigaciones demuestran que la mayor parte del comportamiento violento se puede reducir o impedir si se reducen o eliminan los factores de riesgo enumerados arriba. Lo más importante es que se reduzca al máximo la exposición del niño o adolescente a la violencia en el hogar, la comunidad y los medios de comunicación. Es evidente que la violencia genera violencia. Para reducir o prevenir el comportamiento violento se pueden utilizar las siguientes estrategias:

   Prevención del abuso infantil (a través de programas sobre la crianza de los niños, apoyo a la familia, etc.).

   Educación sexual y programas para enseñar a los adolescentes a criar a los niños.

   Programas de intervención temprana para niños y jóvenes violentos.

   Supervisión de la violencia que ven los niños en los programas de televisión, vídeos y películas.

   La American Academy of Child and Adolescent Psychiatry (AACAP) representa a 6.500 psiquiatras de niños y adolescentes (psiquiatras infantiles) con cinco años como mínimo de experiencia en psiquiatría general y psiquiatría infantil.   Kay Widdwson.  Con la autorización de: www.solohijos.com

   C) La violencia en escolares de 9 a 12 años

   Televisión y videojuegos son factores que inciden, según el estudio de la UCM, en los niveles de agresividad de preadolescentes y adolescentes.

   La UCM presenta un estudio sobre la violencia en escolares de 9 a 16 años.

   El modo de empleo del tiempo libre presenta correlación con el desarrollo de rasgos agresivos.

   La Universidad Complutense de Madrid ha dado a conocer los resultados y conclusiones de una investigación realizada sobre la violencia en adolescentes y preadolescentes en la Comunidad de Madrid, en la que se constata la relación entre el empleo del tiempo libre y el desarrollo de rasgos que caracterizan la personalidad agresiva y que muestra diferencias relevantes entre chicos y chicas en el modo de justificar la violencia.

   La Universidad Complutense de Madrid (UCM) presentó, el pasado día 9 de febrero, los resultados del estudio “Factores psicosociales comunes y específicos de género relevantes en la violencia de preadolescentes y adolescentes”, realizado con 2.300 escolares de entre 9 y 16 años de edad de centros docentes públicos y privados de la Comunidad de Madrid.

   La investigación ha sido dirigida por Carmen Santisteban Requena, catedrática de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la UCM y subdirectora del Instituto Complutense de Estudios Biofuncionales, y en estudio han participado los profesores de la UCM Jesús Martín Ramírez (Psicobiología), José Merino Hernández (Pedagogía), Jesús Alvarado Izquierdo (Metodología de las Ciencias del Comportamiento), y Teresa Rodríguez-Pomatta (Psicobiología), así como la profesora de la UNED Patricia Recio Saboya (Metodología del Comportamiento).

   El objetivo de la investigación, desarrollada a lo largo de tres años, se centraba, según afirmó la directora del estudio, en “proporcionar información científica relevante que ayude a los responsables de los ámbitos educativos y sanitarios y a la familia a conocer y comprender mejor a preadolescentes y adolescentes en aspectos relacionados con la agresión y que les sea útil para diseñar programas de educación e intervención para prevenir y controlar, en lo posible, la violencia en general, y, más concretamente, la violencia de género”.

   La relación entre el empleo del tiempo libre y el desarrollo de rasgos que caracterizan la personalidad agresiva es uno de los aspectos que la citada investigación estudia en detalle, así como el análisis de la percepción de la violencia que tienen los propios escolares y las soluciones que éstos proponen para frenarla.

   El estudio muestra en sus resultados diferencias relevantes entre chicos y chicas en el modo de canalizar la agresividad propia y de justificar la violencia ajena, y una de las conclusiones más reseñables, según destacó Carmen Santisteban, es que “los adolescentes violentos son conscientes de su nivel de agresividad”. En el estudio se certifica la presencia de diferencias estadísticamente significativas relativas al factor edad, que se concretan, según el estudio, en que “los adolescentes son más agresivos que los preadolescentes”, y que esas diferencias “se deben fundamentalmente a la Agresión Física”, y en el de género, ya que “la más alta puntuación en agresividad observada en varones que en mujeres se debe a que aquellos presentan mayores niveles en Agresividad Física; tienen valores similares a las mujeres en Agresividad Verbal y en Hostilidad, y las mujeres muestran valores mayores en Ira que los varones”, si bien se precisa al respecto que “estos resultados no implican necesariamente que los adolescentes y preadolescentes varones masculinos son más agresivos que los femeninos, sino que unos y otros canalizan y/o muestran su agresividad de formas diferentes.

   Televisión, videojuegos, deberes y lecturas

   Uno de los apartados del estudio analiza el tiempo que preadolescentes y adolescentes dedican a ver televisión y a jugar con videojuegos, y a hacer deberes y lectura extraescolar.

   En este aspecto del estudio, cabe destacar que “el 50% de los adolescentes ven la TV más de tres horas/día en días laborables, y los altos porcentajes (tanto los de 9-11 años, como de los de 14-16) que ven más de cuatro horas diarias de TV en fines de semana”.

   A jugar con los videojuegos le dedican los preadolescentes y adolescentes menos tiempo que a ver televisión, y se precisa en el estudio que “hay diferencias de género en los tiempos dedicados a los videojuegos, siendo muy superior en varones que en mujeres”.

   Para hacer los deberes emplean “entre una y dos horas diarias como promedio, con diferencias entre géneros y grupos de edad”, tiempo muy semejante al dedicado a lectura extraescolar. Resulta reseñable, según el estudio, que “más del 30% de los varones y algo más del 25% de las mujeres adolescentes dicen que no dedican ningún tiempo semanal a la lectura extracurricular”, así como que “las mujeres leen más que los varones y, en tiempos superiores a una hora/semana, los preadolescentes leen más que los adolescentes”.

   Según se precisa en el estudio, “se ha observado correlación positiva entre las puntuaciones en agresividad y las variables tiempo viendo TV y jugando con video juegos, siendo la correlación más alta de las dos la relativa a los videojuegos. Se ha observado asimismo que hay correlación negativa entre las puntuaciones en agresividad y las variables tiempo haciendo deberes escolares y tiempo dedicado a la lectura extraescolar; la más alta de las dos es la relativa a la lectura extraescolar”.

   Asimismo, se concluye que “las puntuaciones en agresión son mayores en aquellos que ven programas de TV y juegan con videojuegos con contenidos más violentos”.

   Algunas conclusiones del estudio

   En el estudio se aportan, tras la exposición de datos y resultados, una serie de conclusiones, entre las que destacan las siguientes:

   * En preadolescentes y adolescentes, la mayor contribución a la puntuación global en agresión proviene de la agresión física, seguida de la verbal y con una influencia más limitada de la ira y de la hostilidad.

   En general, los preadolescentes presentan menores valores en agresión que los adolescentes y las mujeres menores que los varones. La mayor puntuación de los varones, casi toda proviene de que obtienen mayores valores en agresión física.  Este resultado se revela de gran importancia, ya que precisamente las puntuaciones en Agresividad Física son las que pueden predecir comportamientos agresivos.

   * Las puntuaciones globales en agresividad en esas edades,  aumentan con el tiempo de exposición a la televisión y en mayor medida con las horas de dedicadas a videojuegos, mientras que se reduce con el tiempo dedicado a deberes escolares y en especial a lectura extraescolar. 

   Parece claro que cuando un adolescente o preadolescente dedica parte de su tiempo a hacer deberes escolares o a la lectura extraescolar, no sólo puede estar evitando las "situaciones" que promueven la agresión sino que también, además de las habilidades cognitivas, están estimulando comportamientos que requieren esfuerzo y perseverancia, que son incompatibles con el desarrollo de rasgos que caracterizan la personalidad agresiva.

   Nuestros resultados no distinguen si un escolar es menos agresivo porque hace deberes o dedica tiempo a la lectura extracurricular, o si se dedica a esas tareas porque es menos agresivo/a, pero consideramos que es relevante el descubrimiento de que aquellos preadolescentes y adolescentes que dedican solamente una media hora a la semana a la lectura extraescolar muestran puntuaciones en agresión mucho menores que las de aquellos que no leen y es un hábito que se debe de fomentar en todos los jóvenes.

   Un efecto positivo similar se encuentra con una cantidad moderada de deberes, una práctica que también podría recomendarse en estas edades, al menos por los efectos en contra del comportamiento agresivo, que hemos encontrado en este estudio.

   * Los sujetos que justifican la agresividad en cualquier sentido (para defender ideales, por los gobiernos, etc.), ellos mismos presentan altas puntuaciones en agresión.

   * Los varones, con el aumento de la edad, aumentan los porcentajes de los que dicen que en el mundo hay la agresividad "necesaria para defenderse" (la justifican).

   * En algunas cuestiones, por ejemplo sobre si los niños son o no violentos, muchos sujetos (50%) de estas edades no manejan claves para emitir una opinión.

   * Los sujetos violentos son conscientes de su nivel de agresividad. Aquellos que se autocalifican como agresivos dan valores altos en el cuestionario que mide agresión. Mención especial merece el valor medio alcanzado por las mujeres adolescentes que se consideran a sí mismas como personas violentas, pues alcanzan valores muy altos, superando incluso a los varones.

   * Tanto niños como adolescentes le dan un gran peso a la familia en la responsabilidad de hacer algo para frenar la violencia (más del 70% de los niños y más del 80% de los adolescentes).

   * Tanto niños como adolescentes para frenar la violencia, lo que más reclaman de los sistemas educativos y a la familia es "educación", educación en general, educación en valores, educación en la no violencia.

   Con la autorización de: http://comunidad-escolar.mec.es/

   D) Rehabilitar la autoridad para luchar contra la violencia escolar

   Hay que buscar remedios que involucren al centro escolar, a la familia y a las instituciones locales.

    Los gobiernos de muchos países consideran hoy que la violencia escolar es un problema creciente. A la hora de buscar soluciones, las posturas oscilan entre achacar a la sociedad las causas de la violencia y la tendencia a arreglar el problema dentro de la escuela. Una conferencia internacional, organizada en París por el Observatorio europeo de la violencia escolar, ha hecho un análisis comparativo de estas políticas y se ha inclinado por buscar remedios que involucren al centro escolar, a la familia y a las instituciones locales.

   El gobierno francés, que desde 1994 ha lanzado ya cuatro planes contra la violencia escolar, quiso subrayar su postura activa en este tema con la presencia del primer ministro, Lionel Jospin, y del ministro de Educación, Jack Lang. Mientras Jospin reconocía que “la violencia escolar se ha convertido en un verdadero problema político”, Lang apelaba a “reconstruir la autoridad de la escuela y de los que allí trabajan”.

   Lang, que pertenece a una generación que se rebeló contra una sociedad ultrajerarquizada, se pregunta ahora: “Al desembarazarnos del autoritarismo, ¿no hemos quizá perdido también, sin quererlo, esta bella noción de autoridad?”. Un discurso que hoy sintoniza con las inquietudes de los profesores, de los padres y hasta de los alumnos, que son los que más sufren la violencia en la escuela. De modo que en el debate público sobre este problema se habla a menudo de que la policía entre en los centros escolares y de la reforma de la responsabilidad penal del menor.

   Sin duda, pueden identificarse causas externas a la escuela que contribuyen a la violencia. Según Eric Debardieux, director del Observatorio, es evidente que “existe una sociología de la violencia que recubre la de la exclusión”. En las zonas más desfavorecidas, el urbanismo degradado, el paro, la pobreza y las carencias familiares contribuyen a crear el caldo de cultivo de la violencia escolar. Lang no dudó en señalar también a “ciertos medios audiovisuales que exaltan la violencia”. Y llamó la atención sobre la falta de “mezcla social” en las escuelas de los barrios donde se concentra la violencia escolar y las familias con más dificultades.  Pero también hay aspectos de la organización escolar que pueden reforzarse para prevenir la violencia. En Francia, los planes anteriores consistieron sobre todo en inyectar personal suplementario en los centros más difíciles. Ahora se añade la necesidad de asegurar la estabilidad de los equipos educativos, evitando la excesiva rotación del profesorado. También se insiste en que el profesor no sea un mero transmisor de conocimientos, sino un educador, dispuesto a hacer tutorías que fomentan una mejor relación con el alumno. 

   La mayor apertura del colegio al barrio en que está enclavado es otra línea de prevención de la violencia. Colaboración entre padres y escuela, relación con asociaciones, cursos de formación continua, actividades deportivas... favorecen que la convivencia en la escuela sea vista como un asunto de todos. En esta línea, Jospin propugnó “proyectos educativos trasversales” en los que estén implicados profesores, padres, ayuntamientos y asociaciones, que permitan “ocuparse de los alumnos dentro y fuera de la escuela”.

  También es importante que en la escuela las reglas de conducta sean claras y bien conocidas, de modo que los alumnos sepan dónde están los límites. En Francia, desde comienzos de este curso los profesores disponen de unas directivas muy concretas, dadas por el Ministerio, que especifican los procedimientos disciplinarios y los castigos graduados que pueden ser impuestos. Las directivas insisten también en las medidas de prevención y de reparación (presentar excusas, reparar un bien dañado, ordenar una biblioteca, etc.). Algunos centros han aprovechado la ocasión para que profesores, padres y alumnos intervinieran más en la elaboración del reglamento. Y han comprobado que los más “represivos” eran... los alumnos.

    Con la autorización de:    www.aceprensa.com


   Tertulia dialogada.

 Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:

 1. ¿Cómo mejorar la autoridad de padres y profesores?

 2. ¿Qué hacer ante un comportamiento violento?

 3. Indicar las principales causas de violencia escolar

 4. ¿Cómo rehabilitar la autoridad?

   Bibliografía:

   Fuensanta Cerezo Ramírez. La violencia en las aulas. Ediciones Pirámide.

   Enlaces de Internet:

Mi hijo es un mandón

La crisis educativa

Lograr una autoridad positiva

La violencia en las aulas

Violencia escolar y autoestima

Los problemas del aula nacen fuera de ella

La importancia de una buena convivencia

Violencia familiar y drogas

Educar en libertad

Aprender a convivir

Los medios y la niñez




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