50. Evaluación




   A) Rectificación del aprendizaje

   Tan universal y constante es la aparición de errores en el aprendizaje, que muchos psicólogos han llegado a considerarla como esencial en su propio proceso; para ellos, todo aprendizaje se desarrollaría a través de ensayo, error y acierto. Los errores predominarían en los comienzos del aprendizaje y serían poco a poco eliminados y sustituidos por los aciertos, en virtud del esfuerzo del alumno orientado por el profesor.

    Enseñar, entonces, sería, predominantemente, ayudar a los alumnos a eliminar sus equivocaciones y sustituirlas por aciertos, asegurándoles un dominio progresivo de la materia.

    En todo caso, el hecho es que la aparición del error es una constante en la evolución del aprendizaje sistemático y que el profesor debe ser capaz de enfrentar su aparición, calificando los errores, identificando sus causas y corrigiéndolos de la manera más indicada y oportuna.

    En las materias en que predominan las destrezas y habilidades (como idiomas, dibujo y cálculo), la rectificación de los errores se debe hacer durante todo el proceso de aprendizaje, de forma gradual y fragmentaria.

    En las materias llamadas de “contenido informativo” (como historia, geografía, ciencias, etcétera), la rectificación constituye una fase aparte, en la cual se procura hacer ex professo el diagnóstico y la rectificación del aprendizaje antes de pasar a la fase de su integración final.

    Una parte esencial de la rectificación consiste en actualizar los fundamentos mal aprendidos o ya olvidados por los alumnos.

    La conclusión a que llegamos es la de que el diagnóstico y la rectificación son procedimientos esenciales e indispensables para la marcha del aprendizaje auténtico; éste reclama repasos reiterados mediante los cuales se procede a eliminar errores y a corroborar los aciertos hasta que los alumnos llegan a dominar plenamente la materia aprendida.

    Para lograr la rectificación de los aprendizajes se pueden seguir estas normas prácticas:

    a) Incentivar de la mejor forma posible a los alumnos para que superen sus deficiencias. El problema fundamental de esta fase es la motivación. Cultivar entre ellos una actitud sana y deportiva en relación con las deficiencias y los errores. El profesor no debe mostrarse áspero, impaciente ni sarcástico por las faltas cometidas por el alumno; debe interesarlo en corregir sus propios errores y elogiar sus progresos.

    b) No engendrar errores artificiales, Llevar a los alumnos a descubrir los propios errores y a corregirlos con discernimiento.

    c) No precipitarse en apuntar o corregir los errores; hacerlo solamente cuando los alumnos se revelan incapaces de identificarlos y corregirlos.

    d) Inducir a los alumnos a razonar primero para rectificar sus errores. La mera rectificación mecánica sin la ponderación reflexiva es inoperante y es nula su contribución para mejorar el aprendizaje.

    e) Para recuperar los conocimientos básicos se impone un continuo y paciente retorno a los fundamentos y principios de la asignatura, a sus reglas y normas, reavivando la memoria para asegurar el nuevo aprendizaje.

    f) Reconocer lealmente el empeño y el esfuerzo de los alumnos para corregir y acertar; elogiar sus aciertos y sus progresos. Procurar inculcarles confianza en sí mismos y proporcionarles la satisfacción de ver su tesón coronado por el éxito. Quizá lo que más necesitan los alumnos deficientes es confianza en sí mismos, sentir que son capaces de superar sus errores y progresar en el estudio de la materia.

    Luis Alves Mattos. Compendio de didáctica general (adaptación) Con la autorización de Editorial Kapelusz.

    B) Evaluación del programa

   Una vez señalados los objetivos, actividades y material, así como los modos de evaluar el proceso educativo de los alumnos, conviene revisar el programa mismo con el fin de descubrir los aspectos positivos que deban reforzarse, los aspectos negativos que se deben abandonar y aquellos otros que deben ser modificados con el fin de mejorar la programación.

    La evaluación completa de un programa se realiza en tres tiempos diferentes:

    - Antes de comenzar el curso, debe efectuarse la evaluación del programa.

    - A lo largo del curso, se evaluará la realización del programa.

    - Al final del curso, habrán de evaluarse los resultados del programa.

    A. Evaluación de la formulación del programa

    Una vez que se han preparado las distintas partes del programa para desarrollar el curso convendrá hacer una revisión previa del mismo programa en conjunto con el fin de asegurarse de que cumple todos los requisitos para los que se ha formulado.

    Para valorar la formulación del programa se tendrán en cuenta los siguientes aspectos:

    1. Si están formuladas con claridad las finalidades del programa.

    2. Si los objetivos están definidos y descritos con suficiente precisión.

    3. Si los objetivos señalados tienen relación con la experiencia, conocimientos y aspiraciones de los alumnos y si están relacionados igualmente con las finalidades educativas del programa.

    4. Si los objetivos cubren todo el campo de las finalidades señaladas, es decir, si los objetivos mencionados son suficientes o no.

    5. Si están previstas las fuentes y técnicas de motivación.

    6. Si están previstas las actividades que han de realizar los estudiantes. En la previsión de actividades habrá de tenerse en cuenta si están en relación con los objetivos y si las actividades previstas son suficientes.

    7. Si están igualmente previstos los medios materiales necesarios para desarrollar el programa.

    8. Si están previstos los tiempos, instrumentos y técnicas para evaluar el desarrollo y los resultados del programa.

    B. Evaluar el desarrollo del programa

    Evaluar el desarrollo del programa exige por parte del profesor una atención constante a la marcha del trabajo escolar. Es difícil establecer indicadores completos para el desarrollo de un programa. Sin embargo, hay algunos aspectos, fácilmente apreciables, que habrán de ser tenidos en cuenta:

    1. Si el programa se desarrolla en los tiempos previstos.

    2. Si el programa se desarrolla en los espacios previstos y si éstos son suficientes o no.

    3. Si en el desarrollo del programa se utilizan los materiales previstos.

    4. Si en el desarrollo del programa pueden los alumnos de verdad, realizar todas las actividades previstas como necesarias para el alcance de los objetivos.

    Aparte de los puntos que se acaban de mencionar hay otros más difíciles de expresar pero a los cuales habrá de prestarse también atención:

    - El ”clima” psicológico y moral en el desarrollo del programa. En este expresión se incluyen la calidad de la relación profesor-alumnos, las relaciones de los alumnos entre sí, el orden en la realización de actividades, la flexibilidad para acomodarse a las distintas circunstancias.

    - La actitud y actividades del profesor en ausencia de los alumnos (programación, preparación de la enseñanza, evaluación de los trabajos hechos...) y en presencia de los alumnos (estímulo eficaz, enseñanza, orientación y retroalimentación).

    - La actitud y actividades de los alumnos, en a programación de trabajos, en el desarrollo de las actividades, tanto para el aprendizaje propio cuanto actividades de ayuda a sus compañeros y trabajos en servicio del Centro así como la participación en la evaluación de sí mismos, y posiblemente en la valoración de sus compañeros y de las actividades del Centro.

    C. Evaluación de los resultados del programa.

    Los resultados del programa deben verse fundamentalmente en el mejoramiento producido en la personalidad de los estudiantes especialmente atendiendo a:

    - conocimientos adquiridos - destrezas particulares adquiridas.

    - hábitos culturales.

    - desarrollo de aptitudes intelectuales, estéticas y técnicas (de comprensión, de expresión y comunicación, de creación y de aplicación)

    - actitudes adquiridas o reforzadas.

    - virtudes humanas.

    - virtudes sobrenaturales.

    Como se ha podido ver, la evaluación de los resultados del programa viene a resolverse en evaluación del rendimiento, en un sentido amplio, de los estudiantes. Ha de entenderse, sin embargo, que el programa se evalúa tomando como punto de referencia la evaluación de conjunto del rendimiento del grupo de alumnos con el que se ha trabajado ya que la valoración de cada alumno es cuestión distinta. Grosso modo pudiera decirse que un programa en el cual resulta que más de un 15 % de notas de insuficiente indica que algo falla en el programa. Un bajo rendimiento de conjunto está diciendo que el programa ha sido mal formulado o mal desarrollado.

    Fomento de Centros de Enseñanza. Manual Técnico del Profesor. Editorial Socusa 

   C) Evaluación de los alumnos

   La evaluación pedagógica de cada alumno no tiene como fin “clasificar” a todos y cada uno de los estudiantes, sino más bien “valorar” o “descubrir” las posibilidades de cada uno de ellos con objeto de que se desarrollen al máximo así como sus limitaciones para poder salvarlas o compensarlas.

    Podemos distinguir la evaluación referida a norma y evaluación referida a criterio.

    El profesor habrá de utilizar las técnicas de evaluación que razonablemente le puedan indicar la situación del estudiante. Estas técnicas pueden reducirse a tres:

    - Exámenes tradicionales.

    - Evaluación de trabajos realizados.

    - Exploración objetiva con pruebas adecuadas y test.

    El resultado de la evaluación se expresa en notas y calificaciones.

    La evaluación del rendimiento de los alumnos se realiza en función de unos objetivos señalados previamente. Y por lo que se refiere a la posibilidad de promoción o no de los alumnos, la evaluación aludida en el fondo clasifica a los estudiantes en dos grandes grupos: los que han dado un rendimiento suficiente y los que han dado un rendimiento insuficiente.

    Técnicamente esta evaluación es una evaluación referida a norma, dado que se establece previamente un nivel que sirve como norma para todos los alumnos que han de ser evaluados.

    Pero esta evaluación no cumple los requisitos educativos. Es menester tener en cuenta las condiciones de cada alumno para conocer el valor del rendimiento que ha dado.

    Para penetrar en el sentido pedagógico de la evaluación es menester considerar el rendimiento alcanzado por un estudiante con el rendimiento que de él se esperaba, es decir, el rendimiento adecuado a sus condiciones. Esta es la llamada técnicamente evaluación referida a criterio ya que en este caso no hay una norma o nivel general como punto de referencia sino un criterio particular para cada caso.

    Cuando el rendimiento de un estudiante es igual o mayor que el rendimiento predicho para él estamos frente a un rendimiento satisfactorio; cuando el rendimiento real alcanzado por el alumno es inferior al previsto estamos frente a un rendimiento insatisfactorio.

    Cualquiera que se la situación del estudiante respecto a su rendimiento el profesor no deberá olvidar una tarea fundamental: descubrir, o ayudar a descubrir en el muchacho alguna afición, aptitud o interés sobresaliente. Habrá de animar al estudiante a cultivarse porque esta “eminencia” personal en todos se puede encontrar, es un resorte educativo que no se puede dejar de lado.

    Las situaciones de rendimiento insuficiente o insatisfactorio requieren un tratamiento posterior de enseñanza correctiva que tiene como fin orientar al estudiante acerca de las actividades que pueden ayudarle a salvar el escaso rendimiento que alcanzó y llegar hasta el rendimiento posible y adecuado para él.

    La enseñanza correctiva se concreta en un quehacer del educador que tiene dos manifestaciones: animar al estudiante y prestar una atención individual a cada alumno mediante un trato diferenciado para adaptarse a las posibilidades, limitaciones, capacidad, ritmo y características personales de cada uno.

    Para asegurar una real superación de problemas educativos, el alumno con dificultades debe estar convencido de la importancia de la tarea que debe emprender como recuperación.

    Para motivar el aprendizaje es fundamental que:

    a) El maestro se muestre optimista ante la solución o mejora de los problemas de cada alumno, confiar plenamente en las posibilidades de cada estudiante y transmitirle a éste esa confianza.

    b) Destacar los éxitos conseguidos por los alumnos.

    c) Formular los errores en forma positiva. Es preciso hacerle ver al alumno que es posible superar las dificultades.

    d) Dar a conocer al alumno los resultados de su trabajo.

    e) El alumno debe conocer los objetivos correctivos.

    f) Hacer compatible el tratamiento con otras actividades de interés para el alumno. g) Realizar la evaluación de los resultados del plan correctivo.

    Fomento de Centros de Enseñanza. Manual Técnico del Profesor. Editorial Socusa 

   D) La evaluación, un elemento clave

    ¿No entiendes bien el boletín de notas de tu hijo? ¿Las notas de los niños de Primaria son menos importantes que las de los mayores? Piensa que lo que ocurre en los primeros años de vida tiene una importancia educativa decisiva y las notas o informes que recibes te están informando sobre los logros de tu hijo.

    Evaluar es emitir un juicio de valor sobre el rendimiento, las habilidades o la conducta del escolar. No es, por supuesto, una valoración aventurada, sino el fruto de unas estrategias específicas de evaluación.

    En un pasado no muy lejano la evaluación escolar servía para juzgar al alumno. Como fruto de ese juicio se determinaba si valía para estudiar y si era trabajador o no.

    La evaluación formativa

    Actualmente la función de la evaluación ha cambiado de manera radical. No se trata de valorar el grado de competencia de los niños, sino de descubrir el tipo de ayuda que necesitan para lograr el máximo nivel de competencia posible. No es el final del proceso educativo sino que es una parte fundamental de dicho proceso. Por medio de ella, al valorar el progreso de los niños, se valora también su motivación, sus dificultades específicas y la eficacia de los procedimientos de enseñanza utilizados.

    Los datos obtenidos de la evaluación aportan la información necesaria para reconducir el proceso educativo hacia cotas de mayor éxito. Por eso actualmente se habla de la evaluación formativa, no como una nueva forma de hacer exámenes, sino desde la idea de que la evaluación ha de tener siempre una finalidad educativa, que ayude al niño a aprender con más eficacia.

    Quizá una metáfora pueda ilustrar mejor la idea de evaluación formativa.

    Imaginemos que el proceso educativo es como una gymkhana y que la meta es la formación que deseamos para él. El juego consiste en lograr determinadas cosas que luego se han de acreditar en un primer control y, tras ello, se dan las instrucciones necesarias para superar el segundo control. Luego se dirigirán a un tercero, cuarto y así sucesivamente hasta llegar a la meta. Estas instrucciones serán tanto más precisas cuanto más dificultad encontró en el primer control. Además, durante la prueba, desde un helicóptero se ofrece al participante ayudas puntuales para que logre superar los obstáculos.

    El objetivo final no es, a diferencia de las gymkhanas tradicionales, averiguar quién llega primero con las acreditaciones necesarias, sino lograr que lleguen todos lo antes posible y con el mayor número de acreditaciones.

    Cómo se evalúa a los alumnos

    Conviene precisar qué se ha de evaluar y qué procedimientos deben utilizarse.

    · Se ha de evaluar si ha logrado los aprendizajes previstos y cómo ha conseguido aprenderlos. En otras palabras, qué ha aprendido y cómo lo ha hecho. Será tanto o más importante que saber lo que ha aprendido, conocer las dificultades que tuvo para aprenderlo, la ayuda que necesitó, el tiempo que invirtió, los materiales que usó, etc. El qué y el cómo orienta al profesor sobre el siguiente qué y cómo.

    · Los procedimientos de evaluación adecuados son las pruebas específicas de evaluación y la observación sistemática. Una permitirá la obtención de datos sobre cómo aprende y las otras la cantidad de aprendizajes que ha logrado.

    Entonces, ¿no hay exámenes?

    Si y no. No hay exámenes en el sentido tradicional, trágico y angustioso de la palabra. Pero sí los hay en el sentido de demostrar que sabe algo o que sabe hacer algo de manera autónoma y sin ayuda. Actualmente es más común llamarlos "controles" o "actividades de evaluación". El profesor cada vez que desea confirmar el grado de dominio sobre un aprendizaje, realiza un "control" que puede ser oral (una prueba de lectura), escrito (resolución de problemas y operaciones) o práctico (demostrar cómo es capaz de controlar la pelota para realizar botes sucesivos mientras camina).

    La evaluación, además, ha de revestir la forma de "evaluación continua". No hay que confundir este concepto con hacer exámenes continuamente. Se refiere más bien al hecho de considerar no sólo los datos obtenidos en los "controles" o "actividades de evaluación" finales, sino todos los obtenidos a lo largo del curso.

   Los informes de evaluación que recibimos en casa

   Los datos obtenidos en la evaluación deben ser conocidos por las personas implicadas en la educación del niño. No sólo serán útiles para el profesor sino también para los padres y para el mismo niño.

    Naturalmente que la información ha de adaptarse al destinatario. Así por ejemplo, no tienen una gran utilidad formativa para los niños pequeños los informes de notas que recibimos en casa, en cambio es muy útil para ellos recibir abundantes mensajes que les confirmen que están haciendo bien las cosas.

    En cambio, para los padres son convenientes informes de evaluación periódicos y escritos complementados con entrevistas personales con el tutor.

    Los informes escritos tienen la virtud de que son una información que puede compararse más tarde con un segundo informe y valorar los cambios. Para que sean eficaces deben incluir datos sobre el grado de aprendizaje conseguido en las diferentes áreas e incluso en los primeros cursos de Educación Primaria especificando su nivel en lectura y escritura. No deberían quedarse en frases como "progresa adecuadamente" (que no indica grado), ni tampoco otras como "consigue entender textos breves". En ambos casos no nos informaría sobre si los aprendizajes realizados corresponden a lo que cabría esperar para un niño de su edad. Será mucho más útil si se califican con calificativos como aceptable, muy bien, excelente u otros similares.

    Pero dichos informes serían absolutamente incompletos y en nada útiles si no informan además sobre cómo aprende nuestro hijo. En algunos informes se incluyen calificaciones sobre los procedimientos que usa y sobre su actitud frente al trabajo y hacia las diferente áreas.

    Finalmente deberían aportar información sobre el modo de relacionarse de nuestro hijo con las personas con las que convive y con las cosas.

    Como la evaluación tiene una intencionalidad educativa, es necesario que los informes se distribuyan a lo largo del curso como mínimo uno por trimestre complementados con otras tantas entrevistas personales con el tutor. Sólo así tendremos los padres ocasión de usar los datos de la evaluación para influir en su educación.

    La evaluación así entendida nos proporcionará criterios para valorar el centro educativo y para poder tomar decisiones sobre adaptaciones curriculares que pueda necesitar nuestro hijo. No hemos de olvidar que la evaluación es la que orienta el aprendizaje y aporta elementos de juicio para valorar el éxito o el fracaso de los chicos. Por ello, dada su trascendencia, no sería en absoluto descabellado valorar las estrategias de evaluación como un dato importante a la hora de elegir un centro educativo para los hijos.

   José María Lahoz García. Pedagogo (Orientador escolar y profesional), Profesor de Educación Primaria y de Psicología y Pedagogía en Secundaria. Con la autorización de: www.solohijos.com


   Tertulia dialogada.

 Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:

 1. ¿Cómo hacer la rectificación del aprendizaje?

 2. ¿Cómo evaluar los resultados del programa?

 3. Principales técnicas de avaluación de los alumnos

 4. ¿Por qué es importante la evaluación?

   Bibliografía:

 Ramón Pérez Juste y José Manuel García Ramos. Diagnóstico, evaluación y toma de decisiones. Editorial Rialp.

Los padres y los estudios de los hijos

¿Es necesario el profesor particular?

Aprender a fracasar

¿Qué hacemos con los suspensos?

El aprendizaje de la decepción

Cómo preparar un examen

Tiempo de exámenes

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