15. Capacidades




   A) Realización personal

   A veces se oyen frases como: 'quiero ser yo mismo', 'busco mi propia realización', 'quiero formar mi propia persona'. Estas aspiraciones son una de las notas incluidas en el concepto de persona, como es la singularidad. Las otras notas son la autonomía y la apertura. La singularidad implica una distinción cualitativa en virtud de la cual cada hombre es quien es, diferente de los demás. (Ver Educación personalizada, de Víctor García Hoz).

   La realización personal se consigue en primer lugar en el desarrollo intencional de la propia libertad, creciendo en libertad responsable. Uno es más persona cuando es más libre.

   El hombre, como ser social, rompe su ámbito individual y se abre a la relación con los demás. Se hace persona especialmente mediante el trabajo y la convivencia.

  "Aplicado a la persona, realizarse quiere decir cumplir el proyecto de su existencia, que es lo que hace que la persona alcance su plenitud. Pero es afirmar, con otras palabras, que la persona se perfecciona - alcanza la plenitud o perfección - cuando obtiene sus fines. La persona se realiza cumpliendo los fines para los que ha sido creada. Estos fines son el fin natural (con los fines parciales que comprende el trabajo entre ellos) , o proyecto de existencia grabado en la naturaleza humana, y el fin sobrenatural, o proyecto de existencia contenido en el designio salvífico de Dios" (J. Hervada, Diálogos sobre el amor y el matrimonio, EUNSA, Pamplona, 1974, pág 62.)

  Quizás sea en el trabajo donde se advierte mejor el significado de la palabra realizar: pasar del proyecto a la realidad. Pero no todo trabajo sirve para mi realización personal. Debe ser realizado en unas condiciones específicas para que cumpla su finalidad de promover la educación, tanto propia como ajena. El trabajo tiene que ser humano, es decir, hecho con libertad, con iniciativa y realizado responsablemente con mayor o menor autonomía.

  El trabajo se debe hacer con afán de servir, no con afán de dominar. Cada uno tiene un estilo personal de trabajar, que tiene que conocer y mejorar. De alguna forma el trabajador imprime como un sello representativo de su personalidad en el trabajo.

  Pero el trabajo no es el único ámbito de realización personal. Hay que cultivar otros aspectos de la vida humana como la familia, las relaciones de amistad, las diversiones y la vida religiosa, para abrirse a la relación con los demás y mejorar la convivencia.

 Arturo Ramo

   B) Seguridad y estabilidad

    En un libro de Psiquiatría infantil aprendí que un problema emocional de muchos niños es la falta de seguridad en sí mismos. ¿Y cómo conseguir que crezcan seguros y formen una personalidad equilibrada? El autor señalaba tres pilares fundamentales: la afectividad, la estabilidad y la constancia.

    El niño necesita sentirse querido por sus padres y educadores y aceptado con sus virtudes y defectos.

    El marco ambiental y normativo ha de ser estable. Las normas de conducta en la familia no pueden cambiar de un día para otro, según el estado de ánimo del padre, o si está cansado, o le han salido mal las cosas en el trabajo. Las normas han de estar consensuadas por ambos padres y no se pueden cambiar sin un motivo justificado. Esto es la estabilidad.

    Esas normas de funcionamiento han de ser constantes, es decir, para todos los días igual. El chico podrá adivinar lo que pasará mañana recordando lo que pasó ayer y anteayer. Con estos tres aspectos el chico tendrá un marco de referencia que le dará seguridad.

    Pero a menudo son los propios padres y educadores los que provocan inseguridad en sus hijos mediante una "pedagogía tambaleante". Se formulan unas reglas de conducta hoy y mañana ya no no son válidas. Un profesor decía que "la escuela es el lugar donde más leyes se dan y donde menos se cumplen". Los educadores que se comportan así provocan la inseguridad en el educando y, de forma indirecta, los empujan a desafiar con una conducta altanera a sus padres y profesores.

    Los niños necesitan padres afectivos, estables y constantes en sus reglas y decisiones; que hay reaccionen como lo hicieron ayer y lo mismo que lo harán mañana y pasado mañana. Hace falta que pongan límites con amor por el bien de su hijo y que insistan en que se respeten. Los chicos necesitan padres fuertes que no titubeen ni vacilen, sino que sepan con exactitud lo que quieren para sí mismos y para su familia. Con unos educadores así, los educandos se sienten seguros, acogidos y felices.

    A veces recordamos la visita de un familiar o un amigo con un hijo antipático, molesto y tiránico, habituado a llamar siempre la atención y a no obedecer cuando se le llama al orden. En estas situaciones, los mayores no saben si imponerse o transigir para evitar una regañina que deja más incómodos a los padres que al niño.

    Para terminar, podríamos decir que un muchacho que no encuentra a su alrededor una señalización y una demarcación razonables y razonadas, se vuelve inseguro o nervioso.

    Arturo Ramo García

   C) Formar el criterio

    En la sociedad en que vivimos, los chicos y los jóvenes reciben multitud de mensajes y frases que transmiten ideales, que no siempre son positivos para formar la propia personalidad, ni para ayudarles a ser felices.

    Por eso es importante que los pequeños aprendan a formarse un criterio personal para distinguir lo bueno de lo malo entre lo que ven en la calle, la televisión y sus amigos. Y después de conocer lo que es bueno y positivo, habrán de desarrollar la fuerza de voluntad para llevar a cabo lo que estiman que deben hacer, aunque les resulte molesto o costoso.

    La labor de los educadores no puede quedarse en decir repetidamente "esto no está bien" o "esto no me gusta" sin argumentar ni dar razones que expliquen esa afirmación. Junto al aspecto negativo, es más importante educar en positivo, es decir, mostrar la belleza de la virtud alegre y serena, sin miedos ni inhibiciones. El hacer cosas buenas y en servicio a los demás resulta mucho más atractivo y gozoso que obrar incorrectamente, aunque en determinados ambientes se diga lo contrario.

    Los chicos necesitan el ejemplo claro de sus padres y profesores en el que vean la roca viva fundamentada en los valores más auténticos. Han de se, por su rectitud y coherencia de vida, el fundamento en el que puedan apoyarse y descansar los pequeños. Los niños necesitan padres fuertes, que resistan las turbulencias diarias y puedan transmitir fortaleza, confianza, protección y orientación a sus hijos.

    Ante los hechos que nos llegan por la televisión y otros medios, hay que preguntarse el porqué de esos comportamientos, para descubrir la posible injusticia, envidia, soberbia, etc. que los han motivado. Y también es necesario examinarse cada uno personalmente de las acciones que hemos hecho y que pueden perjudicar a otros o ser ofensa a Dios, para pedir perdón a unos u otro. Hay psiquiatras actuales que afirman que es necesario y sano aceptar el sentido del pecado. Con esto se evita el complejo de culpa y la angustiosa sensación de haberse equivocado, acompañada de miedo o vergüenza.

    Hay que ponerse los medios para que los pequeños sean y se sientan progresivamente más libres y responsables de sus actos.

    Arturo Ramo García

   D) La educación emocional

    Como todo el mundo sabe el sistema educativo ha de considerar al alumno de forma integral de tal forma que hemos de buscar en el alumno el desarrollo de las emociones, los afectos y las relaciones interpersonales.

    La educación emocional comporta el aprendizaje y la práctica en el aula de estrategias cognitivas, valores, habilidades sociales y técnicas de autocontrol que permitan a los alumnos saber vivir satisfactoriamente consigo mismo y con los demás. Hemos de tener en cuenta los afectos y emociones que se movilizan en el alumnado, como consecuencia de las interacciones que se dan en el aula.

    Hay que procurar que los alumnos se conozcan a sí mismo, en primer lugar, y después comprender a los demás. La inteligencia social es la habilidad para entender los sentimientos, pensamientos y comportamientos de las personas, incluido uno mismo, en situaciones interpersonales, y también, para actuar apropiadamente de acuerdo a ese entendimiento.

    A principios de los años noventa, del siglo pasado, John Mayer y Peter Salovey idearon la teoría de la inteligencia emocional, entendida como la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás para utilizarlos como vía de pensamiento y acción.

    Esta inteligencia emocional se podría definir como la capacidad de motivar nos a nosotros mismos, perseverar en el empeño a pesar de las dificultades y frustraciones, controlar los impulsos, conocer y regular nuestros estados de ánimo y emociones y crear empatía con los demás.

    Es importante el conseguir cierta empatía del alumno hacia los compañeros procurando que uno se ponga en el lugar del otro. Al inicio de este curso observé que un alumno de 3º Curso de ESO estaba pintando con un bolígrafo un dibujito en el libro de sociales de su compañero; el alumno perjudicado se dirigió a mí para protestar. Por mi mente, en ese momento, me surgieron varias ideas, la primera era la de regañar al alumno pintor, la segunda castigarle sin recreo pero, al final, utilicé otro método que resultó más eficaz, mandé al dibujante que le dejara su libro de sociales y que el alumno perjudicado le hiciese el mismo dibujo en su libro. ¿No te gusta que te pinten el libro, verdad?, pues lo que no quieres que te hagan a ti no lo hagas tu a ningún compañero. Han pasado varios meses desde ese suceso y no se ha vuelto a repetir este hecho.

    Es importante la inteligencia emocional para que el alumnado aprenda a ser y a convivir; el aula ha de ser el lugar donde todos puedan participar (eso sí ordenadamente), donde las decisiones se tomen por mayoría (democráticamente), fomentando el respeto y la autonomía personal. En definitiva, la educación deberá estimular la interacción y el apoyo social entre todos los alumnos y alumnas.

    En el Informe Delors (Unesco 1998) se afirma que la educación emocional es un complemento útil e indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención, ya que muchos problemas tienen su origen en el ámbito emocional. Este informe fundamenta la educación del s. XXI en cuatro ejes o pilares básicos:

    A) Aprender a conocer y aprender a aprender para aprovechar las posibilidades que ofrece la educación. En este sentido pienso que es importante el involucrar al alumno en la búsqueda de soluciones planteadas en el aula. El profesor no debe dárselo todo hecho a los alumnos sino orientarles en dónde pueden conseguir información y documentos para así encontrar datos fidedignos en la realización de sus trabajos.

    B) Aprender a hacer que el alumno sea capaz de aportar con éxito muchas y diversas situaciones. Los profesores hemos de lograr, cada uno en su ámbito, que los alumnos consigan sus objetivos lo más autónomamente posible guiándose de su ingenio y raciocinio aunque, en un principio, les cueste, se equivoquen y se encuentre, muchas veces, perdidos en el camino.

    C) Aprender a ser personas responsables de sus aptos. Para ello a de reflexionar sobre sí mismo e intentar superar los fallos o errores que haya podido cometer. Nadie es perfecto y los errores han de servirle para no volver a cometerlos el día de mañana y, de esta forma, avanzar y asegurar sus fortalezas.

    D) Aprender a convivir, trabajando en proyectos comunes y gestionando los conflictos que puedan surgir. En una sociedad consumista y competitiva como la nuestra no siempre es fácil la buena convivencia. Muchas veces los alumnos se encierran sobre sí mismo y no comparten lo que debieran con los demás (no sea que saque mejores notas que yo).

    Evidentemente, estos planteamientos teóricos hemos de llevarlos a la práctica diaria en el aula, en donde cada alumno es una persona autónoma e independiente con sus virtudes y defectos que no siempre aceptará de buen grado las directrices del profesor. Por otra parte, las indicaciones del profesor en el aula no han de ser exclusivamente pedagógicas sino que, además, han de aprender y conocer una serie determinada de unidades programadas en cada materia para ser examinadas al final de cada evaluación y curso y, posteriormente, en la PAU. Por consiguiente, el profesor ha de tener la suficiente habilidad para incluir los aspectos pedagógicos junto con los conceptuales al mismo tiempo para no perder demasiadas clases dando indicaciones exclusivamente pedagógicas olvidándose del temario programado.

    Las emociones negativas son inevitables. Por esto es importante aprender a regularlas de forma apropiada. En cambio las emociones positivas hay que buscarlas. Y aun así a veces no se encuentran. Por esto, tal vez, sea mejor aprender a construirlas. Desde la educación emocional en general, se propone un énfasis especial en las emociones positivas, que son la base del bienestar subjetivo. Así pues, los profesores debemos de procurar conseguir la educación emocional en nuestros alumnos sin necesidad de hablar a todas horas sobre ello sino incluyendo, a lo largo de la clase, algunas palabras de ánimo y estímulo hacia los alumnos para conseguir cierta empatía mutua y así los resultados en el aprendizaje tenderán a ser más satisfactorios.

  Benedicto Cuervo Álvarez

   Tertulia dialogada.

 Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:

 1. ¿Qué hacer para realizarse a sí mismo?

 2. ¿Cómo conseguir que los chicos crecan seguros?

 3. ¿Qué hacer para que los pequeños formen un criterio personal?

 4. ¿Qué hacer para que el chico aprenda a ser y a convivir?

   Bibliografía:

 Juan Vallas Juliá. El desarrollo total del niño. Editorial Palabra

 Alfonso Aguiló. Educar el carácter. Editorial Palabra

 José Luis Aberástury. Educar la conciencia. Editorial Palabra

   Enlaces de Internet:

Personalidad débil

¿Por qué esas diferencias?

Una cabeza bien amueblada

Aprender a fracasar

Capacidad de ilusionarse

Capacidad de resolución

Dominio de uno mismo

Equilibrio y flexibilidad

Aprender a educar los sentimientos

Aprender a contar con los demás

Sano y cordial inconformismo

Ejercicios interactivos de la constancia

Ejercicios interactivos de la audacia

Ejercicios interactivos de vencer la timidez




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