8. Hacer familia |
Aristóteles decía que los padres tienden a perpetuarse en sus hijos, a proyectarse en ellos. De ahí el deseo de que estudien la misma carrera o seguir los mismos pasos profesionales.
Cuando los padres engendran a un hijo se comprometen a educarlo en un ambiente familiar acogedor y estimulante. Por eso uno de sus objetivos es "hacer familia", crear un ambiente adecuado.
Una forma de hacer familia es aumentar y mejorar las relaciones personales, no sólo entre los cónyuges, sino con cada uno de los hijos y entre ellos. En la base de esas relaciones está siempre el amor en sus diversas manifestaciones como la entrega personal, la preocupación por sus problemas y dificultades, la dedicación de tiempo, etc.
La familia es la primera comunidad de vida y de educación, que empieza con el ejemplo, que viene a ser la coherencia entre la vida de los padres y los valores que quieren desarrollar en su casa.
Se hace familia cuando hay trato personal, cuando se hablan los pequeños acontecimientos de la jornada, cuando se cuentan las historias familiares, cuando los abuelos narran una vez más sus "batallitas" pasadas. Esta forma de convivir juntos hace que se compartan las noticias, alegrías tristezas y preocupaciones. Poco a poco se puede ir creando un estilo familiar propio en el que todos (padres e hijos) están orgullosos de pertenecer.
Pero actualmente esto puede ser difícil llevarlo a la práctica porque se interpone la televisión, el ordenador, Internet, los videojuegos y demás novedades tecnológicas que demandan nuestra atención. Hace poco un padre me contaba que durante la comida y la cena no se veía la televisión: era tiempo de hablar en familia.
Arturo Ramo García
B) La vida familiar
Uno de los objetivos de la educación es que los chicos desarrollen su vida social, con los amigos, compañeros de estudio y sobre todo con su familia.
La familia es un conjunto de personas unidas por un amor incondicional, que no depende de los logros académicos, ni de lo que hacen, sino que se quieren porque lo que se deben al tener fuertes lazos familiares insustituibles.
Los hijos han de aprender en la familia a querer, a convivir, a participar y servir a los demás aceptando los deberes y encargos libremente aceptados. Esto lleva consigo el desarrollo de varias virtudes humanas, como la solidaridad, la generosidad, la comprensión, el respeto, la sinceridad y otras.
Para conseguir todo ello es necesario que se busque y se fomente la vida familiar. Consiste en que cada uno conozca y comprenda las dificultades y preocupaciones de los demás, para que con un trato amable y alegre, se pueda ayudar a los otros en lo material y en lo espiritual.
Sin embargo, en la sociedad actual, falta en muchas ocasiones la vida familiar: cada uno va a lo suyo, tiene sus problemas que no comunica, ni se preocupa de los demás. Solo se ven en las comidas y para dormir, como si fueran simples conocidos que comparten un hotel.
Un de las causas de esta situación es la excesiva importancia que se da al trabajo. Se vive par tener éxito en la profesión y ganar mucho dinero. Se suele caer en la profesionalitis o actividad frenética incesante, que obstaculiza seriamente la vida familiar. Los padres suelen llegar tarde a casa y se sienten cansados.. Mientras, los hijos pasan muchas horas solos en casa o en la calle sin ningún control.
En otros casos, los padres y los hijos están en casa pero apenas se comunican porque su ocupación es leer el periódico o ver la televisión.
Esta falta de vida familiar puede crear en los hijos carencias afectivas que suelen desembocar en la formación de personalidad insegura y hasta en la depresión. En ocasiones, para salir de este infierno, recurren a buscar un paraíso artificial en el alcohol y las drogas. Muchas de las malas conductas de los hijos que preocupan a los padres tienen su origen en la falta de vida familiar de los años anteriores.
Para mejorar la vida familiar habrá que renunciar a alguna de las ambiciones profesionales y sobre todo vivir la puntualidad para salir del trabajo a su hora, con el fin de llegar a casa para mantener un trato amable con el otro cónyuge y con los hijos.
Hay que conseguir que en la familia se pueda hablar en las comidas y en otros ratos del día, así como celebrar con especial alegría los cumpleaños y los santos de cada uno de casa. Son días especiales para mejorar la vida familiar los sábados, domingos y sobre todo las vacaciones.
Arturo Ramo
C) Hablar con los hijos
Una agencia publicitaria de Estados Unidos hizo un estudio sobre los gustos y tendencias de la nueva generación de padres de algo más de treinta años, que llamaremos padres jóvenes. Cuando estos fueron pequeños sufrieron las contradicciones de vivir en una familia donde los padres trabajaban (padres mayores) y dedicaban muy poco tiempo a los hijos. Con dos sueldos en la familia, nunca tuvieron privaciones materiales ni les faltaron las comodidades más comunes, pero sintieron la falta de un hogar y la dedicación de sus padres para hablar y convivir en el seno de la familia.
La profesionalitis o dedicación excesiva al trabajo de los padres mayores es para la nueva generación de padres jóvenes una estupidez. Estos no desprecian el dinero, pero buscan en el trabajo otros valores como la participación a la hora de tomar decisiones y el respeto al fin de semana para dedicarlo a la familia.
A veces se habla con los hijos cuando hay algún problema o para dar permiso en una salida nocturna o para pedir dinero o para comentar las notas del colegio. Pero hay que promover un ambiente favorable en el que se pueda hablar de todo con naturalidad. San Josemaría Escrivá hablaba de crear “hogares luminosos y alegres” en los que en una tertulia familiar todos comentaban las incidencias y aventuras cotidianas. Una norma general sería estar dispuesto a escuchar a los hijos cuando estos muestren deseos de decir algo. Aunque los padres estén haciendo una cosa aparentemente muy interesante, lo más importante en ese momento es atender y hablar con el hijo de eso que le preocupa. A partir de ahí podrán entrar en su mundo, comprenderlo y poder abrirles nuevos horizontes en su vida personal y estudiantil.
Arturo Ramo García
D) Juzgar en positivo
Todos los padres y profesores desean la formación positiva de los hijos ¿Cómo conseguirlo?
Ante las conductas incorrectas de los pequeños, los adultos tendemos a exagerarlas. Esto hace pensar en los chicos que sus defectos están tan arraigados que no vale la pena luchar por superarlos.
Por eso, en lugar de agobiarle diciendo que es perezoso e inconstante es más positivo decirle que estamos seguros de que esta vez sacará buenas notas porque va a estudiar mucho. Tampoco se le puede acusar de tener poca voluntad y no acabar nada de lo que empieza, sino animarle que demuestre que en realidad sí puede.
Es un principio preferible pensar que el chico tiene buenas intenciones. En el fondo todos tienen una serie de buenos sentimientos que la naturaleza ha impreso en él y que es misión de los educadores sacarlos a flote. Debemos fomentar los valores positivos que irán configurando una personalidad razonable. Hay que suponer en el pequeño las cualidades que se quieren ver en él y aplicar el principio jurídico de que el bien debe ser supuesto y el mal debe ser probado.
Pero con frecuencia nos fijamos más en lo negativo que en lo positivo de las personas. Es una mala política el poner etiquetas al niño. Aunque le hayamos cogido en una mentira no podemos decir de él que es un mentiroso. Lo mismo, si un día le sustrae algo de dinero a un hermano, no por eso es un ladrón.
Aunque el chico haga algo mal, no podemos repetirle que no hace nada bien o que es un comodón. Si suspende alguna asignatura no podemos acusarle de que no toca un libro o que nos estropeará el verano por suspender. Cuando se tiende a pensar mal de los demás, esos pensamientos críticos van gestando actitudes negativas y terminan en conductas reprobables.
En definitiva, que el chico da mucha importancia a lo que opinan de él y es muy sensible a los estímulos positivos. Hay que apoyarle en las buenas cualidades que todo chico tiene y ayudarle a superarse en su mejora personal.
Arturo Ramo
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Cómo mejorar las relaciones personales?
2. ¿Por qué puede ser negativa la profesionalitis?
3. ¿Cómo hacer la tertulia familiar?
4. ¿Cuándo juzgar en positivo a los hijos?
Bibliografía:
Castillo, Gerardo. La educación de la amistad en la familia. Editorial EUNSA. Pamplona
Enlaces de Internet:
Claves para hablar con nuestros hijos adolescentes
¡Tonto de mi, hoy tampoco he hablado con mis hijos
Necesidad de amor en la familia
La familia, la escuela más eficaz
Ejercicios interactivos de la la comunicación emocional
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