2. Los estudios de los hijos |
¿Pueden los padres colaborar en el éxito de los estudios de sus hijos? Evidentemente que sí, porque el buen rendimiento escolar se fragua en el colegio y en la familia. La mayor parte del estudio personal y la realización de los ejercicios se hacen en el hogar. Si los chicos encuentran en él un ambiente positivo pueden desarrollar actitudes y hábitos de trabajo que favorecerán indudablemente el estudio.
En primer lugar, es aconsejable disponer de un lugar fijo para el estudio con unas mímicas comodidades y que favorezca la concentración. Es imprescindible que no haya televisión ni aparatos de música que estorban el necesario silencio que abre el camino a la reflexión. Este cuarto de estudio debe disponer de una mesa de trabajo amplia y una estantería donde poder colocar ordenadamente los libros y demás materiales.
Otro aspecto a tener en cuenta es el horario. Debe tener un momento de comienzo y uno de finalización del trabajo. Es una buena práctica hacer una lista de tareas a realizar, quizás con la ayuda de la agenda escolar y establecer un orden de prioridad. Una vez hecho esto, empezar el trabajo con el ánimo de terminar todo lo programado.
Si ser agobiante se puede hacer una observación continuada de la actitud, los hábitos del estudiante y las posibles dificultades que encuentre. Los padres pueden colaborar en la búsqueda de materiales relacionados con el estudio, como enciclopedias, diccionarios, atlas, etc. También pueden enseñar a utilizar eficazmente estos materiales.
En algunas ocasiones se le puede ayudar a comprender alguna idea o facilitar la respuesta a algún ejercicio o problema de los deberes para casa. Hay que evitar que el chico caiga en el memorismo de las lecciones sin la adecuada comprensión de las ideas. También se le puede estimular a que distinga las ideas principales de las secundarias en cada párrafo o pregunta de la lección y posteriormente a elaborar un esquema con las ideas principales. Ahora sí que conviene memorizar ese esquema y que el estudiante pueda expresarlo con sus propias palabras.
Estas y otras muchas tareas a realizar en casa se pueden comentar con el tutor del chico para adaptarse a su capacidad y a la naturaleza de los deberes para casa. La ayuda de los padres también puede variar según la edad de los pequeños. Al principio habrá que ayudarles a elaborar el horario, mientras que a los hijos mayores bastará con animarles a que hagan el horario de modo personal siguiendo determinados criterios.
Arturo Ramo
B) Cómo estimularle en los estudios
El éxito escolar no depende sólo del colegio donde estudia nuestro hijo. Los padres somos responsables de numerosas actitudes, valores y hábitos que adquieren durante el aprendizaje. Y además, podemos ayudarle a estudiar, ya que todos los alumnos pueden mejorar su rendimiento. El papel educativo de la escuela es indiscutible, pero no suficiente.
El papel educativo de la escuela es indiscutible, pero una educación integral no se consigue por el simple hecho de acudir a una escuela de mayor o menor calidad. El aprendizaje y adquisición de conocimientos por parte de nuestros hijos es una parcela de la educación que los padres delegamos a los profesores. Sin embargo, nosotros somos altamente responsables del desarrollo adecuado de actitudes, valores y hábitos que les posibilitarán un éxito académico completo.
El papel de los padres es decisivo en el éxito escolar de sus hijos Todos los estudiantes pueden mejorar su rendimiento escolar, nunca es demasiado tarde o temprano y los padres podemos contribuir a ello trabajando conjuntamente con nuestros hijos. La base de esta mejora está en establecer un lugar y horario de estudio adecuados, en facilitarles unas técnicas de estudio básicas, en estimularles adecuadamente para que mantengan la motivación suficiente para alcanzar buenos resultados y en fomentar la lectura.
Podemos actuar en estos aspectos que afectan directamente al aprendizaje, teniendo siempre presente que éste es un proceso que requiere constancia y que, de lo que se trata, es de que nuestros hijos alcancen una autonomía de aprendizaje que les permita enfrentarse con éxito a sus estudios.
Establecer un horario y lugar de estudio Es muy útil ayudar a nuestro hijo a elaborar un plan de trabajo semanal basado en un horario de estudio personal y realista que pueda cumplir sin esfuerzo excesivo. Transmitir la importancia de organizar adecuadamente el tiempo y las ventajas que tiene utilizarlo correctamente sirve para que nuestro hijo lo valore y sepa aprovecharlo sin tener que renunciar a sus actividades favoritas. Planificar un horario nos sirve para incluir en él tanto actividades escolares como actividades de ocio, para ayudar a nuestro hijo a crear un hábito de estudio y para facilitar la concentración y dedicación necesarias para la resolución de las tareas.
El horario de estudio debe ser sobretodo factible, estar adaptado a nuestro hijo y debe cumplirse de forma más o menos regular. Es conveniente cumplir el horario establecido y mantener siempre el mismo lugar para el estudio, puesto que la regularidad y los factores ambientales influyen en el rendimiento y en la concentración.
Para que el lugar de estudio sea adecuado, debemos procurar que cumpla los siguientes requisitos:
Debe ser siempre el mismo; de esta manera se evita que nuestro hijo pierda tiempo explorando un territorio al que no está habituado.
Debe ser tranquilo y estar lo más alejado posible de estímulos que puedan distraerle (televisión, fotografías, radio, teléfono, juegos, etcétera).
Debe tener una buena iluminación; la mejor luz para estudiar es la luz solar indirecta, evitando los contrastes acusados que dificultan la lectura. En el caso de luz artificial, conviene que el foco de luz esté a su izquierda para evitar sombras (o a la derecha si es zurdo).
Debe estar correctamente ventilado; el cerebro es muy sensible a la falta de oxígeno.
El mobiliario ha de ser adecuado, resistente y cómodo; la altura de la silla debe permitir que los pies apoyen sobre el suelo y la mesa debe ser de tamaño suficiente para distribuir en ella lo necesario.
El material que se haya de utilizar debe estar en orden y al alcance de la mano; todo debe estar fácilmente localizable.
Estas condiciones también pueden aplicarse a lugares destinados a niños en edad preescolar. Nuestro hijo puede tener una zona reservada con material educativo específico para su edad donde poder jugar, pintar, leer, "trabajar" o simplemente hablar de las tareas del colegio. De este modo, en poco espacio de tiempo pero con constancia, podremos crear unos hábitos que irán adaptándose a medida que cambien sus necesidades educativas.
Facilitar técnicas de estudio
Las técnicas de estudio son imprescindibles en todas las tareas relacionadas con el estudio y el procesamiento de la información: comprensión, retención, recuperación... Existen numerosas técnicas de estudio, algunas sirven para finalidades muy específicas (por ejemplo, memorizar nombres de ríos), pero otras son herramientas de utilidad para cualquier ámbito del saber. A medida que nuestro hijo vaya superando niveles escolares, será indispensable que conozca y domine técnicas de estudio básicas:
Lectura comprensiva del texto.
Se leerá tantas veces como haga falta hasta conseguir un nivel de comprensión de la información satisfactorio. En numerosas ocasiones será necesaria la utilización de un diccionario para tener una comprensión correcta de los términos que aparecen en el texto y de su contenido informativo.
Subrayado de las ideas más importantes. Se marcarán o resaltarán (con bolígrafo, lápiz, rotulador o marcador fluorescente) las palabras o frases más significativas de las ideas básicas del texto.
Elaboración de un esquema o resumen. Se hará una selección y se extraerán las ideas que se consideren más importantes. Saber distinguir las ideas básicas de las secundarias no es una tarea sencilla y nuestro hijo sólo lo conseguirá con la práctica.
A pesar de la dificultad inicial que supone hacer el esquema, más tarde le será de gran ayuda a la hora de retener y recuperar la información.
Retención o memorización de información. Se almacenará en la memoria el resumen o esquema elaborado. La asociación o relación de ideas es un recurso muy útil para retener información, sobre todo si se trata de un listado de palabras.
Recuperación y reproducción de la información almacenada. Se hará tanto oralmente como por escrito. Nuestro hijo tiene que ser capaz de recordar la mayor parte del texto estudiado y de reproducir, en primer lugar, el esquema memorizado y, a partir de él, el resto de información relevante que proporcionaba ese texto. Éste será también el procedimiento más adecuado a seguir en la realización de un examen, tanto oral como escrito.
Estimular y motivar adecuadamente La motivación quizá sea uno de los factores que más directamente inciden en el éxito escolar. Sin motivación nuestro hijo no dará todo lo que puede dar de sí, independientemente de sus capacidades. Nuestro estímulo será un elemento clave para asegurar y mantener un alto nivel de motivación y una buena predisposición hacia el estudio. Para ello, es importante atender a los siguientes aspectos:
Los resultados obtenidos y las recompensas ofrecidas. Es conveniente recompensar de alguna manera los esfuerzos realizados por nuestro hijo, principalmente con alabanzas y mensajes positivos y nunca de forma gratuita, para evitar que pierdan su valor de refuerzo. Las recompensas, a medida que avanza la edad del niño, no deben asociarse siempre a la consecución de algo material tangible.
El interés de los padres en el aprendizaje. Los hijos están más motivados si los padres se interesan por los temas que están estudiando y no sólo por los resultados del rendimiento escolar.
El propio estado físico y emocional. El cansancio, la ansiedad y los problemas personales influyen negativamente en la concentración y motivación. Es necesario que los padres conozcamos en qué situación se encuentra nuestro hijo si su interés por el estudio decae de forma anómala y actuar en consecuencia.
Fomentar la lectura
Mediante la lectura tenemos acceso a un caudal de conocimientos y emociones. Fomentar la lectura desde edades tempranas favorece el aprendizaje escolar de nuestro hijo. Comprobemos que el material de lectura es el adecuado para su edad y sus gustos y que entiende lo que lee, pues la dificultad en la lectura y la comprensión es uno de los principales problemas de aprendizaje y de fracaso escolar.
Si en casa se respira un clima de respeto hacia el estudio es más fácil que nuestro hijo se sienta motivado a disfrutar de ese mundo. No podemos insistir en que estudie si, por otro lado, nos oye comentar que estudiar está muy bien, pero lo realmente útil es trabajar. Hablar de la finalidad de la educación servirá para que nuestro hijo entienda lo útil que le será tanto para su futuro profesional como para su crecimiento personal.
La capacidad intelectual no puede llegar a suplir la constancia y el hábito de trabajo que requiere cualquier aprendizaje, sobre todo el escolar.
Hemos destacado la importancia que los padres tenemos en el aprendizaje escolar de nuestros hijos. Ahora debemos terminar valorando la autonomía de aprendizaje de nuestros hijos. Esto significa que nuestra ayuda debe ir encaminada, fundamentalmente, a favorecer esta autonomía; se trata de que nuestro hijo adquiera un hábito de estudio/trabajo y desarrolle las habilidades necesarias para el aprendizaje escolar.
Para aquellos padres que quieran más información sobre el tema, recomendamos la lectura del libro: Aprender a estudiar, Concepción Fernández Rodríguez, ya que ofrece recomendaciones prácticas para enfrentarse al trabajo escolar en casa y en clase.
Elena Roger Gamir. Pedagoga. Con la autorización de: www.solohijos.com
C) El reto de ayudar a los hijos
Hay padres que se preocupan de los estudios de sus hijos el día que llegan las notas y especialmente si éstas son negativas. Sólo piensan en las calificaciones. Para ellos la responsabilidad de los estudios de sus hijos recae en ellos y en los profesores y se despreocupan de cómo estudian y aprenden sus hijos cada día. Son padres que delegan todos sus derechos y deberes educativos en el colegio y no les importa buscar un centro más caro y prestigioso, con tal de que se les garantice las buenas calificaciones de sus hijos. "Es inadmisible que tantas familias crean haber cumplido con sus deberes hacia sus hijos por el hecho de enviarlos a la escuela, sin preocuparse de colaborar íntimamente con los profesores, sobre los cuales piensan erróneamente que pueden descargar toda una parte de sus obligaciones." Pío XII.
Suelen ir al colegio a hablar con los profesores sólo cuando el chico tiene problemas y piensan que las malas notas se deben a la pereza del hijo y a la incompetencia de los profesores. No sospechan que la causa puede ser la poca capacidad intelectual del hijo o la falta de un buen método de estudio. Se suelen desentender de sus responsabilidades en la educación de sus hijos amparándose en su exceso de trabajo o activismo profesional. El papel positivo de los padres es colaborar con el profesor del colegio y sobre todo con el hijo, preocupándose por lo que hace en el centro y por los deberes diarios para casa.
Para algunos padres es un reto el ponerse a ayudar a sus hijos en los problemas escolares de cada día. Esto facilita que ambos hablen diariamente de lo que les preocupa y de paso enseñarles a pensar, a trabajar y a vivir una serie de valores relacionados con el estudio como el orden, la laboriosidad, la responsabilidad, etc. En algunas ocasiones habrá que reducir las actividades extraescolares (música, natación, idiomas), o disminuir el tiempo dedicado a ver la televisión.
Los padres son los primeros y principales educadores de los hijos y la labor de los profesores suele ser poco eficaz sin la colaboración positiva de los padres. Dice Charrier que "los padres deben unir sus esfuerzos a los de los maestros para que la escuela pueda ejercer una acción verdaderamente intensa y duradera."
Para prestar ayuda a los hijos los padres necesitan preparación cultural y mayor dedicación para ayudar a hacer los deberes del hijo. Pero lleva consigo siempre el aumento de interés del chico por las tareas escolares.
Arturo Ramo García
D) Mi hijo ha tenido muchos suspensos
Cuando un hijo trae a casa el boletín de notas plagado de "Necesita Mejorar" en Primaria o de suspensos en Secundaria, cualquier padre o madre se lleva un gran disgusto. ¿Es entonces el mejor momento para poner remedio? ¿Son buenas las soluciones drásticas e inmediatas?
Hoy en día, gracias a la LOGSE, el sistema de evaluación y calificación ha cambiado, y en primaria ya no hay suspensos ni aprobados. Actualmente hay informes de los maestros que intentan ser positivos y dar una idea más completa del alumno. Sin embargo, estas apreciaciones positivas deben ser valoradas por los padres junto con el estudiante y no deben pasar por alto aquellas asignaturas en que el profesor ha puesto un "NM": necesita mejorar. "Necesita mejorar" suena mejor, pero quiere decir simple y llanamente que el estudiante no ha alcanzado los conocimientos que debería haber asimilado y que es probable que el año siguiente no consiga pasar de curso. Es decir, lo mismo que en mis tiempos se llamaba "suspenso" y que en la Educación General Básica pasó a llamarse "insuficiente".
Todos los padres deseamos que nuestro hijo traiga a casa un informe lleno de "PA" --Progresa Adecuadamente-- y ningún "NM". Pero a veces, esto no es posible. ¿Qué podemos hacer los padres entonces?
Conductas muy frecuentes pero que resultan ineficaces e incluso perjudiciales.
Los grandes castigos y los grandes gritos. Muchos padres al recibir un informe académico desfavorable reaccionan amenazando a su hijo en medio de grandes gritos. Un padre que recurre a estos procedimientos no suele preocuparse de su hijo durante las 10 ó 12 semanas que dura una evaluación y se limita a llevarse el gran disgusto cuando llega el boletín con las notas. Evidentemente, los castigos y los gritos no son la manera más adecuada para encontrar las causas del fracaso y, por lo general, al llegar el siguiente informe, se repite la misma escena. Cuando esta situación es reiterativa, el estudiante se acostumbra a ella, aguanta con más o menos estoicismo los gritos de los padres, y al día siguiente sigue la vida como si nada. Lo triste es que la situación académica no mejora y la relación familiar se deteriora poco a poco.
Humillarle. Expresiones como: "Eres un vago", "No harás nada en la vida", "Que tonto eres", "Si yo hubiera tenido tus oportunidades...", y otras lindezas de este estilo no suelen dar buenos resultados, al menos en el plano personal, porque sólo humillan, pero no buscan soluciones. Conozco personas adultas que tienen una falta de seguridad en sí mismas por oír comentarios despectivos hacia su persona por parte de educadores que los querían estimular así hacia el estudio. Normalmente, si el estudiante no tiene motivación hacia el estudio es por algo. Decir que es un vago que no quiere estudiar es lo más fácil, pero lo menos eficaz porque, frecuentemente, no es cuestión de querer, sino de poder.
No hacer nada después de los grandes gritos. Olvidarse del hijo en cuanto se ha pasado el berrinche suele ser lo más frecuente, y lo peor es que queda abandonado a su soledad. El padre sigue tan absorbido por el trabajo personal, sus problemas o sus aficiones como antes y pensando que el éxito en los estudios es, únicamente, tarea del estudiante.
Para la gran mayoría de los estudiantes, estudiar es un trabajo duro. En estos tiempos tal vez más, porque elegir entre ir al cine y aprender a calcular el máximo común divisor o cómo funcionan las fuerzas físicas, no tiene vuelta de hoja. ¿Quién no elige ir al cine? Y en estos momentos el cine, en forma de televisión, está dentro de todas las casas. A veces, inmenso error paterno, incluso dentro de la habitación. No hace falta tener dinero ni sacar entradas. Basta aposentarse en el sofá y apretar un botón para ver la película favorita.
¿Qué se puede hacer ante los suspensos?
Si hay comunicación entre padres e hijos ha de haber sinceridad y aceptación de los hechos por parte de todos, en especial de los padres, para buscar las causas y los remedios.
Recomiendo a los padres que escuchen a sus hijos. Seguro que éstos tienen mil razones por las que no les va bien en los estudios. No es el momento de evaluarlas sobre la marcha, ni de echar sermones, ni de decir que son excusas baratas. Es el momento de leer entre líneas los mensajes que el hijo envía, a veces camuflados, para tratar de averiguar por qué le gusta tan poco estudiar.
La verdad es que encontrar estas causas no es fácil y menos hacerlo los padres solos. El problema del éxito escolar es complejo ya que es un tema donde influyen mucho las relaciones humanas y éstas son una asignatura difícil.
La ayuda de los maestros suele ser muy valiosa siempre que los padres vayamos a ellos con una actitud adecuada. Los profesores no tienen una varita mágica que asegure el éxito de sus estudiantes. Pero sí tienen datos del rendimiento del muchacho y observaciones de su comportamiento en clase. Ellos dan su versión, que nunca puede ser objetiva del todo, pero es muy importante. Después, los padres, hemos de hacer los deberes a que nos hemos comprometido. Porque de nada sirve hacer muchas visitas a los tutores si, cuando salimos de la entrevista, no rematamos la tarea en casa. Es como ir al médico y no tomar las medicinas.
Proporcionar técnicas de estudio: Muchos fracasos escolares sólo esconden una falta de habilidad para el estudio, que se puede solucionar con la ayuda extraescolar de un profesional que, individualmente, le enseñe a estudiar y le proporcione los conocimientos necesarios para cubrir las "lagunas" que seguramente tiene. Con frecuencia, el fracaso de un alumno se debe exclusivamente, por ejemplo, a un problema concreto de lectura.
Tener clara la vocación profesional es la principal fuente de motivación del adolescente, por lo que es fundamental ayudarle a decidir la carrera o profesión que quiere estudiar. En este sentido, una buena orientación profesional puede dar buenos resultados.
Dar responsabilidades a los hijos en casa desde que son pequeñitos. La experiencia escolar demuestra que los alumnos que colaboran en casa responsablemente - ponen la mesa, sacan la basura, se hacen la cama, riegan las flores, ayudan a limpiar...-, suelen tener más éxito en los estudios que aquellos que no hacen nada. En este aspecto también se cumple aquello de que "dinero llama a dinero", "trabajo llama a trabajo" y... "pereza llama a pereza".
Ayudar a los hijos a hacer los deberes en casa, valorando el trabajo individual que nuestro hijo ha de hacer fuera de la escuela. Enséñale a apuntar las tareas en la agenda con precisión, a organizar el tiempo en casa (hacer horarios con tiempos de estudio y de descanso), proponerse metas cortas ...
Un estudiante pocas veces admite que no es capaz de sacar adelante una asignatura. Su orgullo y su amor propio le impiden reconocer su falta de habilidad para el estudio o su falta de conocimientos previos necesarios (lo que se conoce como "lagunas") para seguir aprendiendo, por lo que prefiere dar la imagen de vago antes que reconocer otros problemas, ya sean emocionales o intelectuales. Los padres, que somos los adultos responsables que tiene a su lado para ayudarle, debemos tener el temple suficiente para ofrecer a nuestro hijo ayudas y alternativas racionales que le permitan desarrollarse como persona.
Pablo Pascual Sorribas.
Maestro, licenciado en Historia y en Logopedia.
Con la autorización de: www.solohijos.com
Tertulia dialogada.
Escribir las dudas sobre este texto y dos ideas interesantes. Contestar por escrito a estas cuatro preguntas y llevarlas después a la reunión general de la tertulia:
1. ¿Qué ayuda pueden prestar los padres a sus hijos en los deberes?
2. ¿Cómo debe ser el horario de estudio?
3. ¿Cómo será el lugar de estudio?
4. ¿Qué hacer ante los suspensos?
Bibliografía:
Gerardo Castillo Ceballos. Los estudios y la familia. Editorial Palabra
Enlaces de Internet:
¿Qué hacemos con los suspensos?
Planificar un horario de estudio
El estudiante y la gestión del tiempo
Ejercicios interactivos de la educación según las edades
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