18. Jesucristo fundó la Iglesia |
Introducción
Enseña el Concilio Vaticano II que, "siendo Cristo la luz de las gentes..., desea ardientemente iluminar a todos los hombres con la luz de Cristo que resplandece sobre el rostro de la Iglesia, anunciando el Evangelio a todas las criaturas". (cfr. Lumen gentium, 1). Queda claro, pues, que la Iglesia depende enteramente de Cristo, como la luz de la luna depende del influjo del sol.
Ya decía San Agustín que la Iglesia es Cristo entre nosotros: sus manos nos siguen curando (los sacramentos de la Iglesia), su boca nos sigue hablando (la doctrina cristiana que predica la Iglesia). La Iglesia continúa la misión de Cristo, y para eso la fundó.
Cuando profesamos la fe en el Símbolo, decimos: "Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica". Es la Madre que nos cuida con los sacramentos y con la doctrina de Jesucristo, condiciéndonos hacia el cielo.