16. Jesucristo volverá para juzgar a vivos y muertos |
Introducción
Cuando rezamos el Símbolo de los Apóstoles, decimos sobre Jesucristo:
"Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Seños, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos".
Después de estudiar en temas anteriores los grandes misterios de Encarnación y de la Redención, vamos a detenernos en el artículo que profesa la segunda venida de Cristo, pues "Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos".
Cuando Jesucristo venga "en gloria y acompañado de todos los ángeles..., serán reunidas todas las gentes, y separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha, los cabritos en cambio a su izquierda... Estos irán al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna" (Mateo 25, 31.32. 46).
Ideas principales
1. Juicio particular y juicio final
Además del juicio particular, que acontece inmediatamente después de la muerte, la fe de la Iglesia dice que al final del mundo será juzgada la humanidad entera. Este segundo juicio será de todos y en presencia de todos los hombres, al final de los tiempos, y por eso se llama juicio final o juicio universal.
2. Sentido del juicio final
El juicio final no cambiará en nada la sentencia establecida en el juicio particular, pero servirá para que resplandezca la sabiduría y la justicia divina, para premio de los buenos y castigo de los malos, también en cuanto al cuerpo. Ante Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios. El juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho -bueno o malo- o haya dejado de hacer durante su vida terrena.
3. La segunda venida de Jesucristo
El juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso. El Señor Jesucristo, como profetizó a los Apóstoles, vendrá con gran poder y majestad, rodeado de todos sus ángeles, como Juez supremo. Sólo Dios Padre conoce el día y la hora en que tendrá lugar; Sólo Él decidirá su advenimiento. Entonces, Dios Padre pronunciará, por medio de su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos entonces el sentido último de toda la obra de la Creación y de la Redención. Comprenderemos los caminos admirables por los que la Providencia de Dios habrá conducido todas las cosas a su fin último.
El juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte.
4. La esperanza de los "cielos nuevos y de la tierra nueva"
Al final de los tiempos, el Reino de Dios llegará a su plenitud, y los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma. Y el mismo universo material -el cosmos entero- será transformado. La Sagrada Escritura llama "cielos nuevos y tierra nueva" a esta renovación misteriosa, que transformará la humanidad y el mundo.
No sabemos cómo será, pero en este universo nuevo que San Juan llama la nueva Jerusalén, Dios tendrá su morada entre los hombres. "Y enjugará toda lágrima de sus ojos y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado" (Apocalipsis 21,4).
5. Prepararnos para el encuentro definitivo con Dios
Cuando el Concilio Vaticano II habla de estas verdades tremendas, puntualiza que la espera de una tierra nueva "no debe debilitar, sino más bien avivar, la preocupación de cultivar esta tierra". Y que "todos estos frutos buenos de nuestra naturaleza y de nuestra diligencia, tras haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y según su mandato, los encontraremos después de nuevo, limpios de toda mancha, iluminados y transformados cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal". Dios será entonces "todo en todos" en la vida eterna (cfr. Lumen gentium, 48).
Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Navarra. 1982. Con la autorización de los autores.