8. Dios creó al hombre libre y responsable |
Introducción
Ya se estudió en otro tema que Dios, después de haber creado todas las cosas, creó al hombre: a Adán y Eva, de los que descendemos todos.
Dios crea a todos los hombres. Con la colaboración de los padres forma el cuerpo, y, directamente, Él crea de la nada el alma que infunde en ese cuerpo. El alma es lo que da vida al cuerpo. Todo esto quiere decir que cada uno de nosotros hemos sido creados por Dios. Ha pensado en cada hombre, nos ha amado y, como fruto de ese amor, nos ha creado. Además, como dice la Sagrada escritura, nos ha creado a "su imagen y semejanza" (Génesis 1,26).
¿Qué es el hombre? ¿Para qué nos ha creado Dios? ¿Cómo debemos comportarnos? Estas y otras preguntas nos hacemos los hombres. Este tema quiere ayudar a responderlas.
Ideas principales
1. Dios creó al hombre con cuerpo y alma
El libro del Génesis nos dice que Dios formó el cuerpo del hombre "de barro de la tierra", y le inspiró en el rostro "aliento de vida". Con estas palabras tan sencillas Dios nos dice que formó al hombre de una materia que ya existía y que, después, creó directamente de la nada u alma y la unió a ese cuerpo. Después de Adán y Eva, los hombres recibimos el cuerpo de nuestros padres, pero el alma la recibimos directamente de Dios.
2. A "imagen y semejanza" de Dios
La obra de un artista es reflejo de su arte. Aunque a veces una obra no lleve la firma del autor, se puede descubrir de quién es porque allí queda reflejada su personalidad. El hombre es imagen de Dios. Veamos algunos aspectos que manifiestan la imagen de Dios en el hombre:
a) La dignidad de la persona humana. Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. El hombre es la única criatura de la tierra a la que Dios ha amado por sí misma. Sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad.
b) El hombre es un ser inteligente. Los animales no piensan, pero el hombre puede pensar y expresar su pensamiento con palabras. Sabe calcular, contar, medir, etc.; fabrica motores, descubre la electricidad. Se distingue de los demás seres por su razón o inteligencia, que es un reflejo de la inteligencia de Dios. Los animales alaban a Dios sin saberlo; el hombre, sabiendo lo que hace.
c) El hombre es un ser libre. Los animales se gobiernan por instintos y no pueden obrar de otra manera; las plantas se rigen por leyes que obedecen ciegamente. El hombre puede elegir: puede hacer una cosa o hacer otra, si le parece; puede hacer el bien o el mal, puede cumplir o no las leyes que el Señor le ha dado. Dios le ha concedido la facultad de elegir libremente, quiere que los hombres sean libres.
d) El hombre es rey y señor del universo. Dios entregó el mundo al hombre para que lo sometiera y transformara. El hombre puede domesticar animales salvajes, desviar los ríos, hacer saltar las rocas, cortar los árboles, etc. Dios lo ha querido así. Siendo Dios Dueño y Señor de todo, porque todo lo ha creado y le pertenece, lo ha puesto en manso del hombre para que sea señor y domine la tierra. En esto también se parece el hombre a Dios, que le ha participado el don de poder dominar sobre los animales, las plantas..., el universo entero.
e) El hombre es imagen de Dios, sobre todo, por la gracia. Aunque en otro tema se explica lo que es la gracia, es importante caer en la cuenta de que, entre todos los beneficios que Dios ha dado al hombre, el que asemeja más a Él es la gracia santificante, que se recibe en el momento del bautismo. La gracia hace partícipes de la naturaleza divina, elevando a la dignidad de hijos de Dios.
3. Igualdad y diferencia queridas por Dios
El hombre y la mujer han sido creados por Dios en total igualdad como personas humanas, pero con diferencias morfológicas y peculiaridades psicológicas. "Ser hombre" o "ser mujer", pues, es una realidad buena y querida por Dios. El hombre y la mujer son, por tanto, con la misma dignidad, "imagen de Dios".
4. El hombre es responsable de sus actos
a) La materia carece de responsabilidad. Después de un terremoto no podemos preguntarle a la tierra por qué ha hecho eso; además de que no puede responder, al no tener inteligencia ni libertad no podía hacer otra cosa (el terremoto fue consecuencia de unas leyes físicas que se han cumplido). Tampoco es responsable de cosas tan bellas como que nazca una flor, la puesta del sol o el trino del ruiseñor.
b) Los animales tampoco son responsable. Si un caballo mata a su dueño de una coz cuando éste iba a curarle una herida, no es responsable de ese hecho porque no sabe lo que hace; actúa llevado del instinto. Tampoco es responsable de las cosas buenas que proporciona a su dueño: el trabajo, un paseo o la victoria en el hipódromo.
c) Sólo el hombre es responsable de lo que hace. Al llegar a nuestra casa nos preguntan qué hemos hecho ese día y decimos: hemos estudiado, trabajado, jugado o paseado. Somos responsables de lo que hemos hecho porque podíamos no haber estudiado, ni trabajado...
Si hemos hecho hecho lo que teníamos que hacer, merecemos premio; si no, merecemos castigo; la tierra, las plantas o el caballo no merecen premio ni castigo por lo que hacen.
5. Cumplir siempre la voluntad de Dios
Somos merecedores de premio o de castigo según lo que tenemos que hacer o no lo hagamos; y lo que hemos de pretender es cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios. Los mandamientos de la ley de Dios, los de la Santa Madre Iglesia, las obligaciones de nuestra edad y estado, nos señalan lo que debemos hacer respecto a Dios, a los demás y a nosotros. Hay ocasiones en que puede resultar dudoso saber lo que Dios nos pide en concreto. En estos casos, el Señor nos ayuda por medio de personas que tienen gracia de Dios para orientarnos. Estas personas son los padres, los educadores y el sacerdote con el que nos confesamos habitualmente. Él particularmente podrá ayudarnos a ver la voluntad de Dios sobre nosotros, porque nos conoce. Si nos acostumbramos a hacer el examen de conciencia -breve, pero serio- al terminar el día, nos daremos cuenta de si cumplimos o no la voluntad de Dios.
Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Navarra. 1982. Con la autorización de los autores.
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