42. El proceso religioso |
1. Jesús ante Caifás
Los que habían prendido a Jesús le llevaron a casa de Caifás, el Sumo Sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pero, por su parte, le seguía de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, una vez dentro, se sentó con los sirvientes para ver el desenlace. Los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para darle muerte; pero no lo encontraron a pesar de los muchos falsos testigos presentados. Por último, se presentaron dos que declararon:
- Éste dijo: Yo puedo destruir el Templo de Dios y edificarlo de nuevo en tres días. Y, levantándose, el Sumo Sacerdote le dijo:
- ¿Nada respondes? ¿Qué es lo que éstos testifican contra ti? Pero Jesús permanecía en silencio. Entonces el Sumo Sacerdote le dijo:
- Te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús le respondió:
- Tú lo has dicho. Además os digo que en adelante veréis al Hijo de Hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo. Entonces el Sumo Sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
- ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ya lo veis, acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece? Ellos respondieron.
- Reo es de muerte. Entonces comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas; los que le abofeteaban decían:
- Adivínalo, Cristo, ¿quién te ha pegado? (Mateo 26, 57-68).
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Jesús había dicho: "Destruid este Templo y en tres días lo levantaré". Se
refería a la destrucción de su propio cuerpo, es decir, a su Muerte y a su
Resurrección. Los judíos entonces entendieron mal esta palabras, aplicándolas al
Templo de Jerusalén.
(Pintura: Agonía en el Huerto. MANTEGNA, Andrea. Galería Nacional. Londres).