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| OTROS TEMAS ¿Da igual una religión que otra? Sobre el sentido del domingo en el Vaticano II y en la Dies Domini New Age: Era nueva, engaños viejos PROGRAMAS Ejercicios
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 De un padre a su hijo sobre la enseñanza de la ReligiónEn 1919 el diario socialista de París L’Humanité publicó una carta dirigida por un padre socialista a su hijo. Trataba de la enseñanza de la religión y fue escrita con tan buen sentido y con tanta honradez, que la creo digna de ser conocida en tiempos tan confusos como los actuales. Dice así: “Querido hijo: me pides un justificativo que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas.. Este justificativo, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás. No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente podrás juzgar, serás completamente libre; pero tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían sin un estudio serio de la religión. Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son, hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate? Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender la historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las han inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bussuet, Fenelón Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo... en una palabra, a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puede ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más abia y más universal? –éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rouseau.- Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes, Ampere era piadoso, Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón, Flammarion, se entrega a fantasías teológicas. ¿Querrías tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización, y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no quere conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras. Ya que hablo de educación: para ser un joven bien educado, ¿es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple savoir vivre, hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas. Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión, pero todo el mundo desea conocerla [...] Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad, exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación”. Pedro Luis Fernández Cáceres. Sevilla. Escuela Española. 3 de junio de 2004. Nuevo Concordato entre la Santa Sede y PortugalGarantiza la enseñanza de la religión en las escuelas públicas El pasado 18 de mayo, el secretario de Estado Vaticano, Card. Ángelo Sodano, y el primer ministro portugués, José Manuel Durão Barroso, firmaron en Roma el nuevo Concordato entre la Santa Sede y Portugal, que sustituirá al ya anticuado de 1940. Faltan la aprobación del parlamento portugués y la ratificación del presidente de la República. En 33 artículos se reglamentan cuestiones que afectan al matrimonio, la enseñanza de la religión en la escuela, la asistencia religiosa en el ejército o el patrimonio cultural y el régimen fiscal de la Iglesia. Según una nota de la Santa Sede, con este acuerdo, “el Estado garantiza a la Iglesia el ejercicio público y libre de sus actividades, en particular en lo que se refiere al culto, al magisterio y ministerio, así como la jurisdicción en materia eclesiástica”. Reconoce, además, “la libertad religiosa, en particular en ámbitos como la conciencia, culto, reunión, asociación, expresión pública, enseñanza y actividad caritativa”. En el ámbito general de la libertad de enseñanza, se garantiza a la Iglesia católica y a sus instituciones el derecho a crear y dirigir centros de enseñanza en todos los niveles educativos. La enseñanza de religión y moral católicas en las escuelas públicas de primaria y secundaria deberá figurar en el plan de estudios, estará integrada en el sistema escolar y será de libre opción para los estudiantes o sus familias. Corresponde al obispo diocesano aprobar a los candidatos a profesores de religión católica, según su preparación e identificación con la doctrina de la Iglesia. También es competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica definir el contenido de la materia, dentro de las orientaciones generales del sistema educativo portugués. Por lo que se refiere al matrimonio, se reproduce literalmente el Protocolo Adicional de 1975. Los cónyuges católicos deben respetar las propiedades esenciales del matrimonio, como la indisolubilidad; por tanto, no deben recurrir al divorcio civil, aunque esta declaración de intenciones no impide que se recurra al divorcio admitido en la legislación civil. Respecto a las sentencias de nulidad de matrimonios canónicos dictadas por tribunales de la Iglesia, se les reconocen efectos civiles, a requerimiento de cualquiera de las partes, después de que el tribunal competente del Estado confirme que no contradicen el derecho portugués o de la Unión Europea. Aquí podrían surgir algunos problemas de aplicación. El Concordato reconoce por primera vez personalidad jurídica a la Conferencia Episcopal portuguesa. La Iglesia católica podrá recibir fondos por el 0,5% del impuesto sobre la renta que los ciudadanos pueden destinar a distintas instituciones. Los acuerdos establecen también que se informe al Estado portugués del nombramiento o renuncia de los obispos, atribución que corresponde exclusivamente a la Santa Sede. El Estado portugués reconoce como días no laborables los domingos y algunas festividades católicas (Navidad, 1 de enero, Corpus Christi, la Asunción, Todos los Santos y la Inmaculada Concepción). Para la aplicación del Concordato, se crea una Comisión paritaria, cuya finalidad es desarrollar el principio de cooperación entre la Iglesia y el Estado, y resolver las dudas y dificultades que puedan surgir. Con la autorización de: www.aceprensa.com «La masonería tiene una tradición luciferina», dice el Gran Maestre de la «Orden Illuminati» Robert Ambelain, alto grado de varios ritos y toda una autoridad masónica, confirma esta tesis. Gabriel López de Rojas, masón iniciado en 1992, que en la actualidad posee todos los grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Gran Maestre y fundador de la organización paramasónica «Orden Illuminati» y autor de varios libros de masonería y sociedades secretas como la «Guía Internacional de las Sociedades Secretas» (Ediciones G,1998) o «Masonería: historia, ritos y misterios» (Ediciones G, 2002) ha explicado a LA RAZÓN que «uno de los misterios más profundos de los ritos masónicos, la leyenda de Hiram Abiff, desvela la tradición luciferina de la masonería». «La leyenda masónica de Hiram Abiff, asociada al tercer grado masónico - Maestro - , e incorporada a la masonería especulativa entre 1720 y 1723, es claramente luciferina», explica Gabriel López de Rojas. La masonería asocia de forma mítica sus orígenes a una leyenda situada durante la construcción del Templo de Salomón por Hiram Abiff (también Abív o Abif), un fundidor de Tiro e hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, que dividió a sus obreros en aprendices, compañeros y maestros. Cada grado poseyó un santo y seña que guardaban en secreto. Hiram fue asesinado por unos compañeros que intentaban conocer la palabra secreta, y los instrumentos que sirvieron para asesinarlo fueron el compás, la escuadra y un mazo, símbolos que presiden las Logias en la actualidad. El espíritu de Hiram se habría encarnado en el nuevo Maestro, del que recibirían su sabiduría todos los maestros masones, conocidos como los «hijos de la viuda» en relación a dicho fundidor de Tiro y cuya figura está muy presente en el ritual del grado tercero de la masonería. «Luciferismo masónico» El fundador de la Orden Illuminati comenta que la leyenda masónica «que aparece en la maestría masónica de Hiram Abiff, un fundidor que envió el Rey de Tiro a Salomón, y en quién moraba el espíritu de la sabiduría, el maestro masón por excelencia» explica «que a Hiram se le presentó en sueños Tubal Caín (que es además palabra de paso del Compañero en el rito Francés y del Maestro en el Escocés Antiguo y Aceptado), un antepasado suyo, que le transmitió la tradición luciferina». «Tubal Caín reveló a Hiram que éste era descendiente de Iblis o Samael, es decir, de Lucifer, que, según la leyenda masónica, copuló con Eva y era padre de Caín». López de Rojas también hace notar que la leyenda masónica indica que «la hermana de Tubalcaín era Naema, la madre de todos los demonios, porque procedía del lado de Caín». Robert Ambelain, toda una autoridad entre los masones, con todos los grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, incluido el 33°; todos los grados del Rito Escocés Rectificado, incluidos los de la Orden Interior y todos los grados del Rito de Memphis-Misraïm, hasta el 95° incluido, entre otras muchas «credenciales» masónicas, explica en su libro «El secreto masónico» (Ed. Martínez-Roca) la leyenda de Hiram Abiff del mismo modo, asegura, antes de exponer su genealogía, que ésta «hará temblar a ciertos francmasones cándidos, que identifican a Hiram con Cristo» y habla de Iblis, el primer antepasado del fundidor, llamándolo «el Ángel Rebelde, el Tentador, el Ángel de la muerte». Añade además Ambelain que «de esta tradición extraña nació un hábito, el de denominar valle al lugar en que se reúnen ciertos altos grados de la masonería» y continúa afirmando que «en hebreo, la palabra se traduce por Gehenna, término que designa el plano infernal en la religión judía», entre otras «espeluznantes» explicaciones. LA RAZÓN ha preguntado sobre la posible relación entre masonería y luciferismo contenida en la leyenda de Hiram Abiff a Ascensión Tejerina, Gran Maestra de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), quien ha expresado «sentirse sorprendida» por la pregunta y ha afirmado no tener «conocimiento alguno sobre ese tema», rechazando dicha relación e indicando que «para mí, la masonería es sobre todo una escuela de pensamiento y de reflexión ética». En la página web de la GLSE, sin embargo, aparece una bibliografía en la que se recomienda el «Diccionario de la Francmasonería» (Akal, 1997) con las siguientes palabras: «Pone a disposición del lector las claves para acercarse a la realidad interior de la Orden y descubrir los perfiles del camino iniciático». Su autor, Juan Carlos Daza, que, según se afirma en el libro, es o fue miembro del Gran Consejo Simbólico de la GLSE, recoge en dicho diccionario la leyenda de Hiram prácticamente exacta a como lo hacen Ambelain y López de Rojas. En la obra dice además que en el sentido alegórico de dicho relato se encuentra «el secreto más verdadero del grado de maestro masón». Prosigue diciendo que «la conexión gnóstica podemos constatarla en el Eblis (Lucifer), que no es satán, sino el Ángel caído de Venus ». Este diario también ha consultado al Gran Maestro Provincial de Castilla de la Gran Logia de España - obediencia masónica más numerosa en afiliación de nuestro país - , Manuel Moreno, quien ha negado «categóricamente que la masonería tenga algo que ver con el concepto luciferino», explicando que la leyenda de Hiram Abiff, expuesta tal como hacen Robert Ambelain o López de Rojas, es una versión subjetiva y argumentando que «si esta relación fuese cierta, se habría mencionado así en las condenas papales». ¿Satán o el «dios de la Luz»? López de Rojas, junto con otros muchos masones (como Juan Carlos Daza), insiste en no identificar al «dios de la Luz» de la masonería o la «Luz» masónica, con Satanás. En su opinión «esa identificación es producto del maniqueísmo de los Padres de la Iglesia católica». A esta objeción Ricardo de la Cierva, autor de «La masonería invisible», opone un texto masónico reconocido. El historiador se remite a uno de los autores masónicos más citados y respetados, Albert Pike. «Así - explica a LA RAZÓN - en su libro Morals and Dogma of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry , Pike dice textualmente: LUCIFER (en mayúsculas en el original), ¿el Portador de la Luz! ¿Extraño y misterioso nombre, dado al Espíritu de las tinieblas!». De la Cierva afirma que Pike «se refiere a lo que todo el mundo entiende por Lucifer, y para que no haya duda lo explica sobre la marcha: el Espíritu de las Tinieblas , es decir el Demonio, Satán, que a la vez es el Portador de la Luz, la Luz masónica que se conserva para los iniciados». Juan Manuel Rodríguez. La Razón. 13-XI-2002 Con la autorización de: www.conoze.com 
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