El niño y las nueces |
Un niño halló un frasco de nueces en la mesa.
“Me apetecería comer nueces -pensó- . Sin duda madre me las daría si estuviera aquí. Tomaré un buen puñado.” Así que metió la mano en el frasco y tomó tantas como pudo.
Pero cuando intentó sacar la mano, descubrió que el cuello del frasco era muy pequeño. Tenía la mano atorada (atascada), pero no quería soltar las nueces.
Lo intentó una y otra vez, pero no podía sacar todo el puñado. Al fin rompió a llorar.
En ese momento su madre entró en el cuarto.
-¿Qué te sucede? -preguntó.
- No puedo sacar este puñado de nueces del frasco -sollozó el niño.
- Bien, no seas tan codicioso -dijo su madre-. Toma un par, y no tendrás problemas para sacar la mano.
- Qué fácil fue -dijo el niño al alejarse de la mesa-. Yo mismo pude haber pensado en ello.
Esopo.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- No tener codicia y avaricia.
Contenido.-
Sobriedad
Es el valor que nos enseña a administrar nuestro
tiempo y recursos, moderando nuestros gustos y caprichos para construir una
verdadera personalidad.
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Actividades.-
1. Sacar por impresora este texto.
2. El profesor lee y explica el ejercicio.
3. Los alumnos buscan otras ocasiones en que podemos no ser codiciosos. | Página
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Qué difícil es hablar de sobriedad en una época
caracterizada por la búsqueda del placer y del afán desmedido por acumular
bienes de todo género; parece ser que lo único necesario es cuidar las
apariencias y satisfacer nuestros deseos. La sobriedad no solo tiene que ver con
estar sobrio y el manejo del alcohol. Este valor afecta otras realidades más
importantes de nuestra vida.
El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas su
justo valor y a manejar adecuadamente nuestros apetitos, estableciendo en todo
momento un límite entre lo razonable y lo inmoderado.
¿Has pensado cómo influye el ambiente en tu persona? Aunque
no podemos culpar del todo a la publicidad, es ella quien transmite una idea
falsa de felicidad: en toda reunión de amigos debe haber determinada bebida
para estar alegres; al comprar cierto tipo de auto adquieres presencia y
personalidad; si vistes con determinada marca de ropa demuestras actualidad; ser
conocedor de restaurantes y platillos exóticos, te hace hombre de mundo; al
utilizar cremas, pastillas y tratamientos para cuidar tu figura, te dará
belleza... y así, todo un conjunto de elementos que caracterizan a una sociedad
consumista preocupada por la apariencia de la persona.
El problema no es la comercialización de los productos, sino
la forma en que nos vemos afectados. Por tanto, damos por cierto que la
felicidad está en todo aquello que cultiva nuestra vanidad y nos da
satisfacciones, entonces, no es extraño que estemos bajo el influjo de agentes
externos.
El "tener más", "lo más novedoso" o lo
"mas caro" se convierte en la base de nuestra seguridad personal,
caemos en el despilfarro con tal de alimentar nuestra soberbia y vanidad por el
deseo de sobresalir, de estar a la moda y de aparentar una mejor posición económica;
sin reflexionar compramos varios pares de zapatos (ropa, accesorios, etc.) por
estar a un precio rebajado, cambiamos de auto con relativa frecuencia para
competir con el vecino o los compañeros de trabajo, adquirimos cuanto adorno y
aparato electrodoméstico aparece en el mercado para mostrar lujo en el hogar...
En este sentido, debemos reconocer que somos caprichosos y
orientamos nuestros esfuerzos a conseguir las cosas sin importar el precio, y
algunas veces postergando lo indispensable. Se ha visto a personas que prefieren
comprarse un "buen reloj" y no pagar la colegiatura de sus hijos. Los
padres viven la sobriedad cada vez que se privan de un gusto personal pensando
en otras cosas necesarias para los hijos o la familia en conjunto.
La sobriedad nos ayuda a saber comprar sólo lo
verdaderamente necesario, indispensable y de utilidad; por el contrario,
aprendemos a obtener el máximo uso y provecho de todo lo que tenemos, sin dejar
las cosas prácticamente nuevas y sin utilizar.
Para la sobriedad hace falta autodominio, es muy claro si se
ilustra con el exceso en la comida y la bebida por la imagen y efectos que
produce, sin embargo, esta falta de control se manifiesta en el excesivo
descanso y la distribución de nuestro tiempo: no es correcto permanecer todo el
domingo recostado viendo la TV; nuestro tiempo debe pasar en equilibrio, entre
la diversión, la obligación y la actividad, con una buena administración
podemos trabajar sin presiones, tener momentos de esparcimiento y desarrollar
aficiones.
También debemos ser sobrios en nuestra forma de hablar, de
comportarnos y de vestir: existen personas que dicen todo cuanto les viene a la
mente, muchas veces sin comunicar nada y sólo por el gusto de sentirse
escuchados; otros exageran en las bromas, las palabras altisonantes y los
aspavientos; también es chocante vestir estrafalariamente, lleno de accesorios
y adornos que podrán ser de moda pero hacen perder elegancia.
Podemos pensar que al darnos nuestros pequeños lujos no
hacemos mal a nadie; la verdad es que cada vez que cedemos a nuestros caprichos,
nos hacemos dependientes de las cosas, de nuestros apetitos y de la comodidad.
Caemos en un malestar por no haber conseguido aquella superficialidad que tanto
deseábamos, y cada vez más somos incapaces de hacer grandes esfuerzos.
Cuando no ponemos límites, llegamos a una insatisfacción
"por sistema" en la que siempre queremos más. De ahí surgen los
vicios, la dependencia de las drogas, el deseo de placer sexual, la
infidelidad...
Para vivir este valor no hace falta pensar en grandes cosas y
privaciones, una vez más la respuesta esta en cuidar los pequeños detalles:
- Antes de comprar algo reflexiona sobre el motivo de la
adquisición: si es necesidad, un simple lujo o un verdadero capricho. Si es el
caso, no inventes necesidades, se valiente y reconoce que no vale la pena el
gasto.
- Usa las cosas y no las cambies simplemente porque en el
mercado hay una más novedosa, o porque todos tus amigos la compraron. En esta
competencia sin fin tu bolsillo es el más afectado.
- Reconoce tu verdadera situación económica y vive de
acuerdo a tus posibilidades. Cuando te decidas a hacerlo, aprenderás que las
personas te aceptan por lo que eres.
- Habla sólo lo necesario. Transmite pensamientos más que
palabras.
- Viste de forma elegante y decorosa, la moda también puede
cumplir con este requisito.
- Evita el deseo de ser el centro de atención y aprende a
divertirte: el alcohol, las bromas de mal gusto, las palabras altisonantes y los
desmanes, manifiestan inseguridad y falta de autodominio.
- Haz el propósito de moderar tus gustos y apetitos: compra
menos golosinas; come un poco menos de aquello que más te gusta; establece una
hora para dormir y dejar de ver la TV; utiliza una agenda para programar tus
actividades; aprende que la diversión también tiene un tiempo límite; modera
tu descanso y procura una actividad...
La sobriedad no es negación ni privación. Es poner a tu
voluntad y a tu persona por encima de las cosas, los gustos y los caprichos,
dominándolos para no vivir bajo su dependencia. Es muy natural que al estar
condicionados por nuestros impulsos, nos cueste trabajo dejarlos, pero nunca es
tarde para comenzar, con pequeños esfuerzos, fortalecemos nuestra voluntad y
desarrollamos este valor necesario para aprender a administrar nuestro tiempo y
nuestros recursos, además de construir una verdadera personalidad.
®Arturo Ramo García.-Registro de Propiedad Intelectual
de Teruel nº 141, de 29-IX-1999
Plaza Playa de Aro, 3, 1º DO 44002-TERUEL (España)
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