La gallina de los huevos de oro |
Un hombre y su esposa gozaban de la buena fortuna de tener una gallina que ponía un huevo de oro por día. Afortunados como eran, pronto dieron en pensar que no tenían suficientes riquezas e, imaginando que el ave debía estar hecha de oro por dentro, decidieron matarla para adueñarse al instante de toda la provisión de metal precioso. Pero cuando abrieron la gallina, descubrieron que era igual a cualquier otra ave de corral. Así que ni enriquecieron de inmediato, tal como esperaban, ni disfrutaron más del aumento cotidiano de su riqueza.
Esopo.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Aprender a no se avariciosos y egoístas.
Contenido.-
Dar y darse. El valor que nos hace mejorar como
personas.
En esta época
nuestra, que exalta como valores supremos la comodidad, el éxito personal y la
riqueza material, la generosidad parece ser lo único que verdaderamente vale la
pena en esta vida.
El egocentrismo nos lleva a la infelicidad, aunque la
sociedad actual nos quiera persuadir de lo contrario. Quienes realmente han
hecho algo que ha valido la pena en la historia de la humanidad han sido los
seres más generosos. Cuando la atención se vuelca hacia el "Yo", se
acaba haciendo un doble daño: a los demás mientras se les pasa encima, y a uno
mismo, porque a la postre se queda solo.
Pero ¿Qué es generosidad? ¿Es dar limosna a un niño de la
calle? ¿Es invertir mi tiempo en obras de caridad? Si. Definitivamente eso es
generosidad, pero también es generosidad escuchar al amigo en sus venturas y
desventuras; generosidad también es llevarle un vaso de agua al hermano,
hermana, padre, madre, esposo, esposa, hijo o hija. Generosidad es pensar y
actuar hacia los demás, hacia fuera. No hacia adentro.
Hace un tiempo hubo un grupo de muchachos que, tras muchos
sacrificios suyos y de sus padres, lograron embarcarse hacia Europa para ir a
Roma. Querían conocer la Ciudad Eterna, e iban con un grupo de adultos que hacían
actividades con universitarios. El recorrido era agotador: una agenda muy
apretada, ir corriendo de aquí para allá, muchas horas de autobús, unas
caminatas interminables. Uno de los instructores había asistido porque quería
conocer Roma a precio módico, pero el viaje comenzó a resultar insoportable.
Cuando llegaron a Madrid, su alojamiento estaba a 45 minutos de la capital española.
Cuando llegaron estaba lloviendo y el autobús no pudo pasar en un caminito, así
que todos tuvieron que bajar porque el albergue se encontraba algunos kilómetros
cuesta arriba. Hubo que bajar equipaje y cargarlo bajo la lluvia. Cuando
llegaron a su destino, decidieron tomar un baño, y el agua estaba fría. Este
era el comienzo de un viaje que duraría casi 3 semanas, y lo peor estaba aún
por llegar. El instructor del que hablábamos quedó un día verdaderamente
agotado, se la pasaba terriblemente, estaba exahusto y ya ni siquiera estaba
disfrutando el viaje. Lo que quería era ir a casa.
Por otra parte, otro de los instructores sentía el mismo
cansancio y para él las jornadas eran aún mas agotadoras, pues tenía veinte años
más. Sin embargo siempre estaba sonriente, siempre hacia que a los demás el
viaje les pareciera apasionante. En medio del peor humor, soltaba un chiste y
todos olvidaban las cosas difícil. Este instructor aprovechaba cada oportunidad
para hablar con cada uno de los chicos, les preguntaba qué hacían, se
preocupaba por ellos. Y cuando no decía algún chiste, o se enteraba de los
intereses de aquellos muchachos, los cuidaba silenciosamente, asegurándose de
que el autobús no dejara a ninguno, viendo si estaban abrigados o regalándole
a alguno de ellos un chocolate. Los dos instructores hicieron el mismo viaje.
Uno lo pasó pésimo, el otro fue increiblemente feliz. ¿Cual fue la
diferencia? La generosidad.
El instructor generoso no tenía ni siquiera tiempo de pensar
en que la jornada era agotadora. Y a pesar de que sus pies le recordaban que el
día había sido una larguísima caminata, el viaje estaba siendo de utilidad a
los muchachos y para él esa era la mejor recompensa. Al preocuparse de los demás
solucionaba dos problemas: los de los muchachos que necesitaban atención, y los
suyos propios.
La generosidad es un concepto que poco a poco se ha ido
perdiendo, porque en esta sociedad a veces creemos que cuando alguien nos da
algo por nada, es que hay una intención detrás, pero todo lo bueno que hay en
la vida de los humanos es fruto de la entrega generosa de alguien, y eso bueno
se ha obtenido no a base de acumular bienes materiales ni mucho menos de
arrebatarlos, sino a base de cariño a los demás y de olvido propio, a base de
sacrificio. A pesar de todo, existen todavía hombres y mujeres dispuestos a ser
generosos. Cuando se entrega lo que sólo uno puede dar y que no puede comprarse
en ningún centro comercial, es cuando la verdad se ilumina y sobre todo,
entendemos y vivimos la generosidad en su más profundo sentido: la entrega de sí
mismo.
A pesar de la gran desvalorización de la sociedad, hay que
decir que muchos hombres y mujeres son ejemplos silenciosos de generosidad: la
madre que hace de comer, se arregla, limpia la casa y además se da tiempo para
ir a trabajar; el padre que duerme solo cinco o seis horas diarias para dar el
sustento a sus hijos; la trabajadora doméstica que todos los días hace las
mismas cosas pero que ya se siente de la familia; el estudiante que hace lo que
debe obteniendo las mejores notas que puede; la chica generosa que ayuda a sus
amigas cuando tienen problemas. Todos ellos son ejemplos que sin duda deberíamos
seguir. Y estos actos de generosidad son de verdad heroicos. Siempre es más fácil
hacer un acto grandioso por el cual nos admiren, que simplemente darnos a los
demás sin obtener ningún crédito. Y es que todos tendemos a buscar el propio
brillo, la propia satisfacción, el prevalecer sobre los demás y solemos evitar
el dar nuestra luz a los demás. Es obligado pues, que en nuestro primer
encuentro con la generosidad, nos resulte este valor poco atractivo y quizá
hasta incomprensible. Pero verdaderamente, la generosidad resuelve muchos
problemas.
Dar sin esperar nada a cambio, entregar la vida, volcarse a
los demás, ayudar a los que nos necesitan, dar consuelo a los que sufren, eso
es generosidad. Y no es un valor pasado de moda. La generosidad es la puerta de
la amistad, el cimiento del amor, la estrella de la sociedad. Y lo mejor de todo
es que nosotros podemos ser generosos muy fácilmente. ¿Cómo?
- Sonriendo a los demás siempre.
- Ofreciendo nuestra ayuda.
- Poniéndonos en los zapatos del otro.
- Teniendo un pequeño detalle con nuestra familia, tan
simple como dejar que los demás elijan algo qué hacer: ir al cine, a una
comida en el campo, o dejar que los demás escojan la película que se va a ver
este fin de semana.
Pero no hay que ser tacaños con la generosidad ni comodones.
Hay mucha gente que podría consolarse con nuestra ayuda si hacemos un esfuerzo
superior. ¿Cada cuánto tiempo vamos a visitar enfermos a un hospital? ¿Por qué
no visitar a enfermos terminales? Sí, es duro, sí a veces es deprimente, y por
supuesto que es mas divertido salir a pasear que ir a un hospital público a ver
gente que muy pronto se va a morir. ¡Pues precisamente como nadie lo hace, es
el momento de que alguien lo haga! Nadie nos va a dar un aplauso, o una medalla
por hacerlo, pero vamos a volcarnos hacia los demás, el brillo no importa, lo
que importa es que a pesar de nuestros defectos y miserias, podemos hacer una
diferencia en la vida de alguien.
Ser generosos aunque hoy en día inusual, no es difícil,
también es parte de nuestra naturaleza. Entendamos que el Yo debe dejar un poco
de lugar a los demás y entregar lo que uno tiene. En silencio, sin reflectores.
Ahí, donde está la paz.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
1. Los niños leen la fábula de Esopo en voz alta.
2. El profesor hará preguntas para comprobar que se ha comprendido el texto.
3. Se hacen equipos para contestar a estas dos preguntas:
a) ¿En qué ocasiones algunos chicos son avariciosos, egoístas o codiciosos?
b) ¿En qué circunstancias podemos ser generosos?
4. Puesta en común con las contestaciones.
Artículo: Hijos de padres alcohólicos
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