Los tres cerditos |
Éranse una vez tres cerditos que querían construir sus propias casitas. Cada uno eligió su lugar en un claro del bosque donde hacer la construcción. El primer cerdito vio que había por allí algo de paja y pensó: “Será fácil construir mi casita con esa paja.” Y eso es precisamente lo que hizo.
El segundo cerdito halló unas cuantas maderas, y pensó: “Con estas maderas me podré construir una bonita casa.” Y se puso a trabajar.
El tercer cerdito se quedó pensando largo rato. Al final, decidió que lo mejor sería hacer su casa de ladrillo. Le costaría más trabajo, pero también le quedaría mejor. Así, trabajó duramente haciendo sus ladrillos y construyendo su casita.
Al cabo de cierto tiempo, y cuando todas las casas estaban ya terminadas, apareció un lobo muy grande y muy, muy malo. Se detuvo ante la casita de paja y gritó: “Cerdito, cerdito, ¡déjame pasar un ratito!.” El cerdito se asustó muchísimo, y le respondió: “No, no. No pienso dejarte pasar.”
Entonces el lobo se enfadó mucho y dijo: “Soplaré muy fuerte, hasta dejarte sin casa.” Y el lobo sopló y sopló... hasta que la casa voló por los aires y el pobre cerdito salió corriendo a toda velocidad hasta llegar a la casita de madera, donde se refugió.
A continuación, el lobo se acercó a la casita hecha de madera. “Cerditos, cerditos, ¡dejadme pasar un momentito!.” Los cerditos contestaron: “No, no, de ninguna manera, que nos quieres comer.” El lobo se enfadó todavía más y dijo: “Pues ahora soplaré con todas mis fuerzas, y ¡ya veréis!.” Así que el lobo sopló y sopló, hasta que la casa salió volando. Los cerditos escaparon justo a tiempo, y se refugiaron en la casa de ladrillo.
Entonces el lobo fue a la casa de ladrillo. “Cerditos, cerditos, ¡dejadme pasar un momentito!.” Los cerditos contestaron: “No, no, de ninguna manera, que nos quieres comer.” El lobo se enfadó todavía más y dijo: “¡Pues ahora soplaré, soplaré y vuestra casa derribaré!.” Pero no sopló lo suficiente, la casa de ladrillo era demasiado fuerte y no pudo echarla abajo.
Entonces, el lobo decidió entrar por la chimenea, pero los tres cerditos estaban ya preparados y habían puesto en el hogar una enorme olla de agua hirviendo. El lobo cayó dentro de la olla, y lanzando un alarido, se fue corriendo hacia el bosque. Desde entonces, no ha vuelto a molestar a ningún cerdito.
Los dos cerditos que se habían quedado sin casita, decidieron construir otras nuevas, pero de ladrillo, por si acaso.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Valorar el trabajo bien hecho aunque cueste más esfuerzo y sacrificio.
Contenido.-
Voluntad
La voluntad nos hace realizar cosas por encima de las
dificultades, los contratiempos y el estado de ánimo.
La voluntad es la capacidad de los seres humanos que nos
mueve a hacer cosas de manera intencionada, por encima de las dificultades, los
contratiempos y el estado de ánimo.
Todo nuestro actuar se orienta por todo aquello que aparece
bueno ante nosotros, desde las actividades recreativas hasta el empeño por
mejorar en nuestro trabajo, sacar adelante a la familia y ser cada vez más
productivos y eficientes. En base a este punto, podemos decir que nuestra
voluntad opera principalmente en dos sentidos:
- De manera espontánea cuando nos sentimos motivados y
convencidos a realizar algo, como salir a pasear con alguien, iniciar una afición
o pasatiempo, organizar una reunión, asistir al entrenamiento...
- De forma consciente cada vez que debemos esforzarnos a
realizar las cosas: terminar el informe a pesar del cansancio, estudiar la
materia que no nos gusta o dificulta, recoger las cosas que están fuera de su
lugar, levantarnos a pesar de la falta de sueño, etc. Todo esto representa la
forma más pura del ejercicio de la voluntad, porque llegamos a la decisión de
actuar contando con los inconvenientes.
No es de sorprenderse que en muchas ocasiones algo que
iniciamos con gusto, al poco tiempo -sea por dificultades o rutina- se convierta
en un verdadero reto. En este punto nos enfrentamos a la disyuntiva: abandonar o
continuar.
Con relativa facilidad podemos dejarnos llevar por el gusto
dejando de hacer cosas importantes; esto se aprecia fácilmente cuando vemos a
un joven que dedica horas y horas a practicar un deporte, cultivar una afición
o a salir con sus amigos, por supuesto, abandonando su estudio; en los muchos
arreglos del hogar o en la oficina que tienen varios días o semanas esperando
atención: el desperfecto en el contacto de luz; el pasto crecido; ordenar el
archivero, los cajones del escritorio, o los objetos y papeles sobre el mismo...
Como podemos ver la intención no basta, como tampoco el
saber lo que debemos hacer. La voluntad se manifiesta "haciendo". No
por nada se ha dicho que "obras son amores y no buenas razones".
Se nota claramente una falta de voluntad cada vez que
retrasamos el inicio de una labor; en nuestras actividades, cuando damos
prioridad a aquellas que son más fáciles en lugar de las importantes y
urgentes o siempre que esperamos a tener el ánimo suficiente para actuar. La
falta de voluntad tiene varios síntomas y nadie escapamos al influjo de la
pereza o la comodidad, dos verdaderos enemigos que constantemente obstruyen
nuestro actuar.
Podríamos comparar a la voluntad con cualquiera de los músculos
de nuestro cuerpo, estos últimos se hacen más débiles en la medida que dejan
de moverse. Lo mismo ocurre con la voluntad: cada situación que requiere
esfuerzo es una magnífica oportunidad para robustecerla, de otra forma, se
adormece y se traduce en falta de carácter, irresponsabilidad, pereza,
inconstancia...
Todos conocemos -al menos- a una persona que se distingue por
su fuerza de voluntad: el padre de familia que cada día se levanta a la misma
hora para acudir a su trabajo; la repetición de las labores domésticas de la
madre; el empresario que llega antes y se va después que todos sus empleados;
quienes dedican un poco más de tiempo a su trabajo y así no dejar pendientes;
el deportista que practica horas extras... Cada uno de ellos no sólo asume su
responsabilidad, lucha una y otra vez todos los días por cumplir y perfeccionar
su quehacer cotidiano, lo distinto en ellos es la continuidad y la
perseverancia, su voluntad esta capacitada para hacer grandes esfuerzos por períodos
te tiempo más largos.
Esta decisión que se requiere para hacer las cosas debe ser
realista, inmediata y en algunos casos programada, de nada sirve esperar
"el lunes", "el próximo mes" o el "inicio de año",
generalmente son buenos propósitos que se quedan para cuando tengamos mejor
disposición o se presenten circunstancias más favorables.
Pese a los modelos que personifican una fuerza de voluntad a
toda prueba frente a condiciones severamente adversas (digamos en la televisión
o el cine), la voluntad se fortalece en las pequeñas cosas de nuestra vida
cotidiana, normalmente en todo aquello que nos cuesta trabajo pero al mismo
tiempo consideramos poco importante.
Conviene ahora reflexionar detenidamente en cuatro aspectos
que nos ayudarán a tener una voluntad firme:
- Control de nuestros gustos personales: Levántate a la hora
prevista y sin retrasos (por eso siempre tienes prisa, te pones de mal humor y
llegas tarde); come menos golosinas o deja de estar probando cosas todo el día;
piensa en una actividad concreta para el fin de semana, y así no estar en
estado de reposo todo el tiempo; tus obligaciones y responsabilidades no son
obstáculo para las relaciones sociales, organiza tu tiempo para poder cumplir
con todo; haz lo que debes hacer sin detenerte a pensar si es de tu gusto y
agrado.
- Perfección de nuestras labores cotidianas: Establece una
agenda de trabajo por prioridades, esto te permite terminar a tiempo lo que
empezaste; revisa todo lo que hagas y corrige los errores; guarda o acomoda las
cosas cuando hayas terminado de usarlas; si te sobra tiempo dedícalo a avanzar
otras tareas.
- Aprendizaje de cosas nuevas: Infórmate, estudia y pon en
práctica las nuevas técnicas y medios que hay para desempeñar mejor tu
trabajo; inscríbete a un curso de idiomas; aprende a hacer reparaciones domésticas;
desarrolla con seriedad una afición: modelismo, guitarra, etc.
- Hacer algo por los demás: En casa siempre hay algo que
hacer: disponer la mesa, limpiar y acomodar los objetos, ir a comprar víveres,
cuidar a los hijos (o los hermanos, según sea el caso), recoger nuestras
prendas, etc.; evita poner pretextos de cansancio, falta de tiempo u ocupaciones
ficticias para evitar colaborar; haz lo necesario para llegar puntual a tus
compromisos, así respetas el tiempo de los demás. En todos los lugares que
frecuentas se presentan muchas oportunidades, ¡decídete!
Una voluntad férrea se convierte a la vez en escudo y arma
para protegernos de los vicios, miles de personas han caído en la dependencia y
en la aniquilación de su dignidad por no haberse negado aquella primera vez,
dando rienda suelta a una felicidad ficticia; algunos de ellos no pudieron
evitar las malas compañías por temor a la critica y la soledad, aún sabiendo
que no resultaría nada bueno, o posiblemente creyendo poder tener la voluntad
de dejarlo después... Lo mismo ocurre si se frecuenta a personas con poco
sentido de la moral, las buenas costumbres y los valores humanos.
La voluntad es el motor de los demás valores, no sólo para
adquirirlos sino para perfeccionarlos, ningún valor puede cultivarse por sí
solo si no hacemos un esfuerzo, pues todo requiere pequeños y grandes
sacrificios realizados con constancia.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
1. Sacar por impresora el texto “Los tres cerditos” y hacer fotocopias para cada alumno.
2. Que los alumnos lo lean individualmente y contesten a estas preguntas:
a) ¿Qué cuesta más trabajo hacer la casa de paja, de madera o de ladrillo?
b) ¿Por qué se enfadó el lobo?
c) ¿Por qué se cayeron las casa de paja y madera?
d) ¿Por qué no se cayó la casa de ladrillos?
e) ¿Qué nos enseña este cuento?
f) ¿En qué puedo mejorar mi trabajo actual que es el estudio?
3. Puesta en común con las contestaciones y hacer un listado de las respuestas a la pregunta f).
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