Bondad de los animales |
Bondad con los animales
Niño, nunca hagas daño
A las criaturas que están vivas;
Que vuele el amable petirrojo
A tu hogar en busca de migajas,
Pues cuando le ofrezcas alimento
Él te pagará con su canción.
A la tímida liebre no lastimes
Cuando asome en los verdes pastizales;
Que se acerque a jugar y retozar
En el césped al final del día.
La alondra raudamente se remonta
Al cielo y sus ventanas rutilantes,
Con un canto de eterna primavera,
Con un vuelo de ala infatigable.
¡Deja que entone su dichoso canto!
No lastimes a estas criaturillas.
William J Bennett. El libro de las virtudes. Vergara.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Tener compasión de los animales y no hacerles daño.
Contenido.-
Ecología
El valor que encuentra en la protección del medio
ambiente una forma de servir a los demás.
Es el valor que nos hace considerar y actuar en favor de la
protección del medio ambiente, los recursos naturales y toda forma de vida,
incluyendo la propia.
Pensar en la naturaleza y la cultura ecológica tan de moda
en estos tiempos, nos ubica en una situación un tanto incierta. Por una parte,
vienen a nuestra mente los grupos “verdes” con iniciativas de todo tipo: la
protección de las especies, el medio ambiente y los recursos naturales, donde
son muchos los que participan y se comprometen, pero adquieren un matiz de
exageración a los ojos de los demás: para la inmensa mayoría de las personas,
luchar por la protección de las ballenas tiene poco sentido, sobre todo si en
el lugar donde vive se encuentra alejado del mar.
Al mismo tiempo surge la pregunta: ¿Qué tengo que ver yo
con la ecología? Pese a las campañas y la abundancia de carteles, ese sentido
de la distancia y no pertenencia a un medio ambiente determinado, nos hace
seguir inmersos en nuestras ocupaciones, sin darnos el tiempo necesario para
pensar seriamente en la importancia de vivir este valor tan necesario en
nuestros días.
Para despertar en nosotros una conciencia ecológica, hace
falta reflexionar profundamente sobre el sentido que tiene toda forma de vida
para nosotros, y en primer instancia, la nuestra.
Los cuidados que requiere nuestra persona son bastante
conocidos: adecuada alimentación, el debido descanso, hacer un poco de
ejercicio, prevenir las enfermedades y tratarlas oportunamente, trasnochar lo
menos posible, alejarse de los vicios, trabajar con orden, etc., sin embargo, el
descuido voluntario de estos y otros aspectos igualmente importantes,
necesariamente afecta nuestra salud, por eso, es imposible pensar en preocuparse
de lo que ocurre en el exterior, cuando somos incapaces de cuidarnos a nosotros
mismos.
Si además del descuido personal, agregamos una falta de
voluntad para realizar acciones concretas, podemos formarnos una idea más clara
de nuestra conducta. Por ejemplo, no es raro que el “clasificar la basura”
nos provoque cierta pereza, sobre todo si ya existe quien lo haga. Recoger
envolturas, papeles y residuos de comida para depositarlos en su lugar o limpiar
líquidos derramados, deberían ser actitudes que reflejen nuestros hábitos y
costumbres .
Ahora podemos darnos cuenta, que el cuidado de nuestra
persona y mejorar cualitativamente nuestros hábitos, nos llevará a conservar
nuestro entorno inmediato en óptimas condiciones, y de esta manera, comprender
en toda su extensión las grandes y pequeñas iniciativas ecológicas.
Para muchos, es inexplicable la preocupación de algunas
personas por su medio geográfico, calificando de exagerado el reporte del
noticiero sobre la gravedad de un incendio, un derrame de petróleo en el mar o
la contaminación de un río, pero es difícil juzgar y comprender esta situación
si vivimos en otro espacio. Para quienes su vida se desarrolla y depende del
mar, el bosque, el río o el campo, constituye un centro vital para su
existencia, por eso lo considera como propio y parte de su responsabilidad.
Tal vez esa es la clave y fundamento de este valor:
considerar como propio todo lo que nos rodea. Así como tenemos especial cuidado
por conservar nuestro hogar limpio, de igual manera deberíamos hacerlo en la
calle, la oficina, los lugares de esparcimiento... tomando las precauciones y
medidas necesarias para cada caso, en vez de quejarnos del deficiente servicio público
de limpieza o la falta de conciencia de los conciudadanos. Una vez más, nuestro
ejemplo constituye el punto fundamental para la transmisión de los valores.
¿Cuál es el resultado de la conciencia de este valor?
Primeramente la solidaridad que debemos a nuestros semejantes, tal vez no está
en nuestras posibilidad acudir al sitio de una catástrofe, pero si podemos
contribuir en la protección de nuestra comunidad; paralelamente surge el
respeto por las personas y la naturaleza, que son inseparables y dependientes
entre sí. Dicho de otra forma, representa el compromiso personal por servir a
los demás, procurando espacios limpios que faciliten un modo de vida digno para
todos.
Para vivir este valor desde tu situación personal y de
acuerdo a tus posibilidades, puedes comenzar por:
- Cuida tu salud prudentemente y sin caer en exageraciones.
Tan delicada es una dieta rigurosa, como el exceso en la comida, por ejemplo.
- Refuerza tus hábitos personales de orden y limpieza, en tu
hogar, oficina, lugares que frecuentas y hasta en las calles. No es lo mismo
arrojar un papel y que caiga a un lado del cesto, que depositarlo dentro.
- Respeta las normas de cuidado ambiental de todo lugar (área
de fumadores, depositar basura, no dar alimento a los animales del zoológico,
no encender fuego, etc.).
- Acostúmbrate a reportar las deficiencias del servicio público
de limpieza y las anomalías que surgen por la falta de conciencia de personas,
empresas o instituciones.
- Infórmate sobre los aspectos fundamentales de la cultura
ecológica, aplicando lo que haga falta en tu hogar y comunidad. Seguramente
encontrarás a otras personas que apoyen tus iniciativas.
- Promueve alguna campaña ecológica sencilla en la escuela
de tus hijos. Si eres estudiante, con mayor razón.
- Reflexiona en esta idea: Mi entorno va más allá de las
paredes de mi casa, la escuela y la oficina.
Quien vive este valor en la medida de sus posibilidades y con
acciones concretas, demuestra un serio compromiso por el bienestar de sus
semejantes, con quienes se solidariza para realizar una labor más efectiva,
pues su actitud no depende de la moda o el fanatismo, sino por la firme
determinación de mejorar el mundo en el que vivimos.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
1. Hacer copias para los alumnos.
2. Leer en voz alta esta poesía y el profesor comprueba la comprensión.
3. Contestar por escrito a estas preguntas:
a) ¿Qué se dice del petirrojo?
b) ¿Cómo paga el favor recibido el petirrojo?
c) ¿Qué hacer con la liebre?
d) ¿Y con la alondra?
e) ¿Qué nos enseña esta poesía?
f) ¿Cómo podemos cuidad mejor a los animales?
4. Copiar en la pizarra las contestaciones a la pregunta f).
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