El diamante |
Una vez, un peregrino se quedó en un bosque muy cerca de un pueblo y acampó debajo de un árbol para pasar la noche.
Era una noche oscura, sin estrellas ni luna y oyó una voz que gritaba:
-“¡La piedra, la piedra! Dame la piedra preciosa peregrino”- dijo un mercader.
El viejo peregrino se levantó y se acercó al hombre que gritaba y le dijo:
-“¿Qué piedra deseas hermano?”
El mercader le respondió:
-“La noche pasada tuve un sueño en que el señor Shiva me decía que si venía aquí esta noche, encontraría un peregrino que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre”.
El peregrino fue a buscar su bolsa y le dio la piedra diciéndole:
-“La encontré en el bosque cerca del río, puedes quedártela”.
El mercader cogió la piedra y se marchó a su casa. Una vez en su hogar abrió la mano y... ¡oh! ¡qué sorpresa! Era un diamante. No pudo dormir lo que quedaba de noche, daba tantas vueltas a la cama como en su cabeza. Se levantó al amanecer, volvió al lugar donde había dejado al peregrino y le dijo:
-“Dame por favor la fuerza que te ha permitido desprenderte de esta riqueza con tanta facilidad”.
Cuento hindú
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Estar desprendidos de las riquezas.
Contenido.-
Desprendimiento
El valor del desprendimiento nos enseñará a poner el
corazón en las personas, y no en las cosas materiales.
El valor del desprendimiento consiste en saber utilizar
correctamente nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos y, si es
necesario, para ponerlos al servicio de los demás.
El desprendimiento como valor se origina al reconocer que
todos tenemos necesidades y en algunos casos encontramos personas con carencias.
En cualquier situación debemos superar nuestro egoísmo e indiferencia para
colaborar en el bienestar de los demás, no importa si es mucho o poco lo que
hacemos y aportamos, lo importante es tener la conciencia de ofrecer algo, de
aportar. En la generosidad que requiere el desprendimiento no cabe el ofrecer
algo que nos sobra.
El valor del desprendimiento tiene que ver con varios
aspectos, entre ellos: la importancia que le damos a las cosas, el uso que
hacemos de ellas y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los
demás.
En ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer
aquello que tanto nos ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra
vida se mueve a ese compás, sin embargo si no tenemos cuidado puede llegar el
momento en que a pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas,
pretendemos que éstas llenen un vacío interior.
A veces en broma, pero muchas veces en serio hemos escuchado
decir de alguien: “quiere más a su coche que a (...)”, “ni se te ocurra
tocar sus (...) porque tendrás problemas”, “ni se lo pidas, jamás presta
lo que tiene”, “ todo su dinero lo ocupa para (...)”, etc., y todas ellas
reflejan a una persona con apego inmoderado por lo que tienen. Debemos recordar
que en el orden de los afectos, las personas y su bienestar ocupan el primer
lugar antes que nuestra persona misma o lo que poseemos.
Existen personas que materialmente ponen el corazón en las
cosas materiales. A veces por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al
valor económico que tienen o simplemente por el trabajo que supuso adquirirlos.
A esta particular forma de afecto se le llama apego y de ninguna manera se
relaciona con el hecho de cuidar las cosas y hacer buen uso de ellas.
Cuando nuestro aprecio es mayor por las cosas que por las
personas, nos parece absurdo compartir lo que tenemos, o en su defecto lo
hacemos a regañadientes. El desprendimiento supone un esfuerzo para superar ese
sentimiento de posesión y exclusividad de lo que poseemos para ofrecerlo
gustosamente a los demás.
No debemos confundir el desprendimiento con el hecho de
deshacernos de todo aquello que no utilizamos, que es inservible o se ha
convertido en un estorbo, esta actitud manifiesta poco respeto por la persona
que lo recibe, independientemente de su condición y situación actual. Somos
tan soberbios que consideramos un insulto recibir algo de segunda mano, ¿por qué
los demás deben soportar lo que nosotros consideramos desprecio?
Puede parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos,
pero nuestros recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos
conocimientos, cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo
poner a disposición de las personas, porque requiere prescindir de nuestro
descanso, gustos, preferencias y comodidades para llevarse a efecto.
Nos sorprendemos con el médico que atiende enfermos sin
cobrar honorarios; personas que pasan los días trabajando en obras de caridad;
profesores que trabajan horas extras desinteresadamente; padres de familia que
se niegan gustos y diversiones personales para pensando en su familia; lo más
inaudito es que muchos de ellos no viven en una condición del todo desahogada.
El verdadero desprendimiento no tiene medida, sin calcular cuánto es lo
indispensable para cumplir, es una entrega generosa de todo, Sí, de todo lo que
tenemos.
Para vivir el desprendimiento puedes:
Hacer una lista de las cosas que tiene y determinar cuales
realmente necesitamos y cuales son caprichos, vanidades, etc.
- Ayudar a una obra de caridad haciendo una aportación
significativa, de acuerdo con tus posibilidades.
- Enseñar a otros algo que sepas hacer bien (sin olvidar de
enseñarles los “secretos” que pudieras atesorar sobre el tema)
- Regala o dona un bien al que sientas que te has apegado.
- Procura decir más veces “si” cuando te pidan algo
prestado sin poner pretextos.
El valor del desprendimiento ayudará a nuestra sociedad al
convertirnos en personas más altruistas y generosas, brindará un mejor
ambiente en nuestras relaciones con amigos y familiares y nos convertirá en
personas que tienen el corazón puesto en el lugar adecuado.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
1. El profesor lee este texto y explica su significado.
2. Contestar a estas preguntas:
a) ¿Quién era más feliz el mercader o el peregrino?
b) ¿Estaba apegado a las riquezas el peregrino?
c) ¿Cómo podemos ser más generosos?
3. Puesta en común.
Vídeo: San Rafael Arnaiz
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