Gavillas de trigo |
En el libro de texto de la asignatura de Lengua Francesa que estudié en el bachillerato estaba narrada la siguiente fábula: “Dos hermanos poseían unas tierra. Uno estaba casado con varios hijos. El otro era soltero. Aquellas tierras eran buenas para el trigo. Los dos hermanos trabajaban en su campo, ya fuera arando, sembrando o haciendo la recolección.
Un año, cuando llegó la época de la cosecha, , los dos hermanos se repartieron el trigo cosechado. Hicieron dos montones de gavillas de trigo. Cada montón con el mismo número de gavillas: cien.
Por la noche el hermano soltero se dijo a sí mismo: el reparto es justo, pero mi hermano está casado y tiene que alimentar a sus hijos. Yo estoy solo, y por tanto necesito menos para vivir.
Decidió ir esa misma noche al campo, y de su montón pasó al de su hermano 20 gavillas.
Aquella misma noche, el hermano casado pensaba lo siguiente: es reparto es justo, pero mi hermano está solo y necesita más dinero para poder pagar la lavandería, la mujer que cuida de su casa, el restaurante donde come, etc. Yo puedo pasar con menos porque mis hijos ya trabajan y ganan dinero.
También este hermano decidió ir al campo: de su montón pasó al de su hermano soltero 20 gavillas.
Al día siguiente los dos hermanos se quedaron asombrados al ver los dos montones con el mismo número de gavillas.
La operación del traspase de gavillas se repitió en noches sucesivas, hasta que una noche ambos hermanos se encontraron en pleno intercambio de gavillas.
Ni que decir tiene que la fábula termina con abrazos y emoción. La caridad nos lleva a pensar en el bien de los demás, con olvido de uno mismo.
Jesús Azcárate. Para seguir avanzando. Juvenil Mundo Cristiano. Nº 76.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- La caridad nos lleva a pensar en el bien de los demás.
Contenido.-
Bondad
La bondad perfecciona a la persona porque sabe dar y
darse sin temor a verse defraudado, transmitiendo aliento y entusiasmo a quienes
lo rodean.
En ocasiones el concepto de bondad es confundido con el de
debilidad. A nadie le gusta ser "el buenito" de la oficina, de quien
todo el mundo se aprovecha. Bondad es exactamente lo contrario, es la fortaleza
que tiene quien sabe controlar su carácter, sus pasiones y sus arranques para
convertirlos en mansedumbre.
La bondad es una inclinación natural a hacer el bien, con
una profunda comprensión de las personas y sus necesidades, siempre paciente y
con ánimo equilibrado. Este valor, por consiguiente, desarrolla en cada persona
la disposición para agradar y complacer en justa medida a todas las personas y
en todo momento.
¿En qué momentos nos alejamos de una actitud bondadosa? Es
muy sencillo apreciarlo en las actitudes agresivas que se adoptan con los malos
modales y la manera de hablar, a veces con palabras altisonantes, con la razón
de nuestra parte o sin ella; la indiferencia que manifestamos ante las
preocupaciones o inquietudes que tienen los demás, juzgándolas de poca
importancia o como producto de la falta de entendimiento y habilidad para
resolver problemas. ¡Qué equivocados estamos al considerarnos superiores! Al
hacerlo, nos convertimos en seres realmente incapaces de escuchar con interés y
tratar con amabilidad a todos los que acuden a nosotros buscando un consejo o
una solución.
Equivocadamente, nuestro ego puede regocijarse cuando alguien
comete un error a pesar de las advertencias, casi saboreando aquellas palabras
de: "no quiero decir te lo dije, pero... te lo dije", y nos empeñamos
en poner "el dedo en la llaga", insistiendo en demostrar lo sabios que
son nuestros consejos; seguramente todo esto sale sobrando, pues la persona ya
tiene suficiente con haber reconocido su error y quizá en ese momento esta
afrontando las consecuencias.
La bondad no se detiene a buscar las causas, sino a
comprender las circunstancias que han puesto a la persona en la situación
actual, sin esperar explicaciones ni justificación y en procurar el encontrar
los medios para que no ocurra nuevamente. La bondad tiene tendencia a ver lo
bueno de los demás, no por haberlo comprobado, sino porque evita enjuiciar las
actitudes de los demás bajo su punto de vista, además de ser capaz de
"sentir" de alguna manera lo que otros sienten, haciéndose solidario
al ofrecer soluciones .
Una persona con el ánimo de "exaltar" su bondad,
puede subrayar constantemente "lo bueno que ha sido", "todo lo
que ha hecho por su familia", "cuánto se ha preocupado por los demás"
y eso por supuesto no es bondad. La bondad es generosa y no espera nada a
cambio. No necesitamos hacer propaganda de nuestra bondad, porque entonces
pierde su valor y su esencia. El hacernos pasar por incomprendidos a costa de
mostrar lo malos e injustos que son los demás, denota un gran egoísmo. La
bondad no tiene medida, es desinteresada, por lo que jamás espera retribución.
Podemos añadir que nuestro actuar debe ir acompañado de un verdadero deseo de
servir, evitando hacer las cosas para quedar bien... para que se hable bien de
nosotros.
El ser bondadoso tampoco equivale a ser blando,
condescendiente con la injusticia, o indiferente ante lo que esta bien o esta
mal en las actitudes y palabras de quienes nos rodean, por el contrario, sigue
siendo enérgico y exigente, sin dejar de ser comprensivo y amable. Del mismo
modo, jamás responde con insultos y desprecio ante quienes así lo tratan, por
el dominio que tiene sobre su persona, procura comportarse educadamente a pesar
del ambiente adverso.
La bondad, como hemos visto, va más allá que un simple
ofrecimiento de cosas materiales en condiciones precarias, para fomentar este
valor en nuestra vida podemos considerar que debemos:
- Sonreír siempre
- Evitar ser pesimistas: ver lo bueno y positivo de las
personas y circunstancias
- Tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran: con
amabilidad, educación y respeto.
- Corresponder a la confianza y buena fe que se deposita en
nosotros.
- Ante la necesidad de llamar fuertemente la atención (a los
hijos, un subalterno, etc.), hacer a un lado el disgusto, la molestia y el deseo
de hacer sentir mal al interesado: buscar con nuestra actitud su mejora y
aprendizaje.
- Visitar a nuestros amigos: especialmente a los que están
enfermos, los que sufren un fracaso económico o aquellos que se ven afectados
en sus relaciones familiares.
- Procurar dar ayuda a los menesterosos, sea con trabajo o
económicamente.
- Servir desinteresadamente.
El valor de la bondad perfecciona a la persona que lo posee
porque sus palabras están cargadas de aliento y entusiasmo, facilitando la
comunicación amable y sencilla; sabe dar y darse sin temor a verse defraudado;
y sobre todo, tiene la capacidad de comprender y ayudar a los demás olvidándose
de sí mismo.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
a) ¿Cuántas gavillas de trigo tenían cada uno?
b) ¿Qué pensaba el soltero?
c) ¿Qué pensaba el casado?
d) ¿Qué decidieron los dos hermanos?
e) ¿Cómo acaba la fábula?
Vídeo: La familia
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