Jóvenes magnánimos |
Al pronunciar la palabra "magnánimo", no habéis de pensar en los héroes de alguna célebre hazaña, cuyos nombres resuenan en el mundo entero y se ven estampados en los diarios. La mayoría de los hombres no tendrán ocasión ni una vez en su vida de realizar una sola gesta heroica. Por lo mismo, aunque los muchachos muestren ardoroso entusiasmo contando todo lo que harían en una expedición al Polo Sur, cómo morirían de muy buena gana por su religión, cómo quisieran ofrecer su vida entre salvajes por Jesucristo, o con qué denuedo estarían dispuestos a derramar su sangre en cualquier momento por el bien de la patria... por muy hermoso que tal entusiasmo sea, mientras no pase de ser un vago sueño, os diré que será de muy poco valor en la vida cotidiana. Porque es muy probable que los muchachos nunca tengan ocasión de hacer tamaños sacrificios.
Hay que aplicar, pues, esta fuerza interior del entusiasmo fogoso al conjunto de los pequeños deberes de la vida cotidiana, y entonces podremos conseguir enormes energías.
Hoy día es improbable la muerte de martirio por tu fe, y quizá tampoco hayas de morir heroicamente por tu patria. Pero tu religión y tu patria te piden, esto si, una vida saturada de continuos heroísmos. Y esto es lo más difícil. El ejemplo de muchos desgraciados que ponen fin a su existencia muestra muy a las claras que muchas veces es preciso más valor para la vida que para la muerte.
Durante la guerra, nuestros soldados fueron vacunados contra el cólera. ¿Sabes qué vi en el hospital militar en que prestaba mis servicios durante la guerra? Mozos fuertes, de gran musculatura, que no cejaban bajo la lluvia más pertinaz de los proyectiles, ante la pequeña aguja de vacunar empezaban a temblar. Ahí verás que con gran entusiasmo heroico nada lograrás en la vida diaria.
Hay hombres en quienes la valentía es más bien ligereza y fatuidad que virtud. Quizás no temen la misma muerte, pero temen horriblemente los sufrimientos que les esperan en la vida, y este miedo los hace perjuros, pecadores.
Temblando mira el público en el circo los saltos verdaderamente mortales de los acróbatas; pero ¿crees acaso que el que juega con tanta ligereza con su vida podrá vencer por ejemplo la mentira, si a trueque de ella puede librarse de cualquier cosa baladí? Se necesita mucha menos valentía para bañarse a mediados de enero entre los trozos de hielo que flotan en un río caudaloso que para perseverar firme en los puros principios morales en medio de una sociedad que de la vida no tiene sino un concepto ligero. ¡Es valentía decir siempre la verdad! ¡Es valentía ser honrado! ¡Es valentía perseverar inconmovibles en nuestros principios!, y esto es lo que hace el joven de carácter.
Thiamer Toth. El joven de carácter.
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Comprender el valor del cumplimiento de los pequeños deberes.
Contenido.- En la vida hay pocas ocasiones para hacer algo grande, pero tenemos muchas ocasiones para hacer bien las cosas pequeñas. Además, si no hacemos bien las cosas pequeñas, tampoco haremos las importantes cuando se presente la ocasión.
Magnanimidad
El valor que nos hace dar más allá de lo que se
considera normal, para ser cada día mejores sin temor a la adversidad o a los
inconvenientes.
El valor
de la magnanimidad es poco conocido, poco entendido y su definición formal
tampoco nos lleva demasiado lejos. Todas las definiciones nos hablan de “ánimo
grande” o “espíritu grande”. Nos quedan mas claros los conceptos
contrarios de la magnanimidad: mezquindad, tacañería, pusilanimidad. La
magnanimidad es una disposición hacia dar más allá de lo que se considera
normal, de entregarse hasta las últimas consecuencias, de emprender sin miedo,
de avanzar pese a cualquier adversidad. El ánimo grande, la magnanimidad, es el
valor que convierte a un simple ser humano en un héroe.
No debemos confundir una grandeza de ánimo con una motivación
extraordinaria e impulsiva para realizar algo, los valores se practican
independientemente del buen humor y entusiasmo con que recibimos el día y de la
simpatía que tengamos por las personas.
En el momento que vivimos estamos propensos a conformarnos
con lo que somos: calculadores y egoístas, orientando nuestros esfuerzos a la
adquisición de bienes materiales y a la búsqueda de riqueza... para lograr
esto último no hace falta magnanimidad porque la ambición es suficiente. Un ánimo
grande se caracteriza por la búsqueda de su perfección como ser humano y la
entrega total de su persona para servir a los demás desinteresadamente.
Un ánimo grande aleja de sí toda envidia y resentimiento;
supera el temor a ser criticado por hacer algo que considera bueno; tiene la
capacidad de afrontar grandes retos con paciencia y perseverancia, y sobre todo,
la alegría y los buenos modales son rasgos característicos de su personalidad.
¡Qué grandeza de espíritu tiene quien sabe perdonar
sinceramente!, sin detenerse a considerar la naturaleza de la ofensa o el mal
recibido, comprende y olvida para vivir en armonía con sus semejantes, sabe que
al liberarse de esta pesada carga enseña a los demás a vivir el perdón y está
en condiciones de lograr la propia paz interior.
Para el magnánimo no existen tareas de ínfima categoría o
el temor a cuidar lo que podría denominarse “buena imagen”, actúa con la
convicción de cumplir con un compromiso y un deber personal: ayuda a quien goza
de menor simpatía en un grupo; saluda con cortesía, cede el paso, o sirve en
la mesa al empleado y al amigo por igual; se presta para mover muebles o bultos;
asiste con regularidad a sus prácticas religiosas aunque en el medio en que se
desenvuelve no sea bien visto.
Toda empresa es un gran reto y las hay de todos tipos, pero
las de naturaleza humana son las primeras que deben interesarnos para sacar
adelante: los hijos son la empresa para los padres, los alumnos al maestro, los
empleados y trabajadores al director de la compañía, el cónyuge, el amigo...
¿Acaso no tenemos deseos de verlos prosperar y ser mejores? El verdadero
triunfo de la magnanimidad está en ver por el bienestar de los demás sin
medirlos por el beneficio material que puedan retribuir.
Muchas veces pretendemos que las personas mejoren por sí
mismas, nos concentramos tanto en sus defectos de carácter, fallas, errores y
los convertimos en pretexto para dejar de ayudarlos, nos falta empeño para
corregirlos, enseñarles y hacerles entender lo que haga falta para que salgan
de esa situación que tanto les afecta. Si son muchos los inconvenientes que
vemos en quienes nos rodea, es mucho lo que tenemos que trabajar personalmente
en la magnanimidad, para comprender mejor, para servir más...
Sería absurdo pensar que este valor excluye otras realidades
de nuestra vida, que también son empresas y retos a alcanzar, como perfeccionar
y acrecentar nuestros conocimientos, aspirar a un mejor puesto laboral y
alcanzar una posición económica desahogada. ¿Es que estas aspiraciones van en
contra de la magnanimidad? Por supuesto que no, se desvirtúan por la intención
con que se realizan. Todo aquello a lo que aspiramos, dinero, conocimientos,
posición, influencia, deben tener como finalidad un servicio para el prójimo.
Es muy difícil entender el servicio si pensamos únicamente
en un beneficio inmediato y personal, lo correcto es enfocar nuestro esfuerzo
para traspasar las fronteras del egoísmo: si tengo más conocimientos puedo
servir mejor a la empresa o a mi país, porque mejoraré sustancialmente mi
trabajo y seré más productivo; al obtener un mejor puesto, estoy en
condiciones de llevar a la empresa a un mejor nivel y ofrecer superiores
condiciones de empleo; al ganar más, puedo ahorrar, invertir, asegurar el
patrimonio familiar y la educación de los hijos.
Consideremos que para lograr una grandeza de ánimo es
necesario:
- Cada día y a lo largo del mismo pregúntate: ¿Para qué
hago esto? ¿Quiénes se benefician? ¿Puedo hacerlo mejor?
- Haz el propósito de prestar al menos un servicio
diariamente en casa, escuela, oficina o a los amigos. No olvides en tu lista:
hacer lo que más te disgusta o incomoda y a quien menos te simpatiza.
- Hoy mismo decídete a olvidar tus resentimientos, envidias
y juicios negativos respecto a los demás.
- Comienza hoy a mejorar tus modales y ten más cortesía con
todos por igual.
- Aprende a soportar las contrariedades con serenidad y a
dominar la tristeza que pudiera generarse: comentarios negativos hacia tu
persona, sean ciertos o no; el contratiempo profesional o escolar; el negocio
que no se realizó...
La magnanimidad es un excelente medio para robustecer nuestra
comprensión, el espíritu de servicio, la generosidad, el perdón y el
optimismo. Todas nuestras acciones se ennoblecen cuando están al servicio de
los demás: el consejo, la ayuda, la compañía y hasta el mismo trabajo, son
los medios ordinarios que tenemos al alcance para hacer de nuestras labores y
aspiraciones algo grande, algo fuera de lo común, algo que pocos están
decididos a hacer.
Con autorización de: www.encuentra.com
Actividades.-
1. Hacer copias de este texto para cada chico.
2. Lectura individual y silenciosa de "Jóvenes magnánimos" y contestación por escrito a estas preguntas:
a) ¿Qué gestas heroicas se señalan en la lectura?
b) ¿Por qué son importantes las cosas pequeñas?
c) ¿Qué se dice de la valentía de los soldados?
d) ¿Qué cosas pequeñas puedo hacer mejor?
3. Leer las contestaciones de todas las preguntas y hacer comentarios sobre las mismas.
Artículo: Mi hijo tiene pendientes
®Arturo Ramo García.-Registro de Propiedad Intelectual
de Teruel nº 141, de 29-IX-1999
Plaza Playa de Aro, 3, 1º DO 44002-TERUEL (España)