La Pasión del Señor en un pueblecito |
La Pasión del Señor en un pueblecito
Por Gabriel Marañón Baigorrí
En el
siglo XVIII hubo una terrible epidemia en el pueblecito de Oberammergau, lugar
de Baviera, Alemania. El pueblo corría el riesgo de que con la enfermedad, que
atacaba a casi todas las familias, quedara totalmente devastado. Los que aún
vivían hicieron un voto: Si cesaba la epidemia, ellos representarían de diez
en diez años la Pasión del Señor.
En el verano de 1930 estuvo viendo estas representaciones
Monseñor Tihamer Tóth, obispo de Hungría, y decía este prelado que la escena
que más impresión causaba al hombre moderno, al hombre instruido dado a los
problemas sociales, era el lavatorio de los pies. El público, viendo aquella
escena, permanecía en el más profundo silencio y recogimiento. Y es que el
lavatorio de los pies es de una ternura y de un significado social muy profundo.
Sucedió el lavatorio de los pies cuando acabó la cena. Jesús
se levantó, se quitó los vestidos y se ciñó un lienzo. Echó agua en una
jofaina y se puso a lavar los pies a los discípulos y luego se los secaba con
el lienzo con que estaba ceñido. Y así a todos. Llegó el Señor donde Pedro
para lavarle los pies, pero éste le dijo al Maestro: «Señor, ¿Tú me lavas a
mi los pies?» Jesús le dijo: «Lo que Yo hago no lo entiendes tú ahora. Pero
lo entenderás después». Díjole Pedro: «A mí no me lavarás jamás los pies».
Respondiole Jesús: «Si no te lavo, no tendrás parte conmigo». Dícele Pedro:
«Señor, no solamente mis pies, sino también las manos y la cabeza». Cuando
acabó de lavar los pies de los apóstoles, tomó sus vestidos, se sentó de
nuevo a la mesa y les dijo: «¿Sabéis lo que acabo de hacer con vosotros?
Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien porque lo soy. Si Yo pues,
os he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también vosotros debéis
lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que vosotros hagáis
también como Yo he hecho».
¡Asombro causa el que todo un Dios se humille a lavar los
pies de los apóstoles! Jesús, con este acto, nos indica que hemos de ayudarnos
con amor unos a otros.
Sugerencias metodológicas:
Objetivo:
Comprender la necesidad de leer el evangelio para conocer a Jesús.
Contenido:
Jesucristo es Dios, pues es la segunda Persona de la Santísima
Trinidad, nacido de la Virgen María, y, por tanto, verdadero Hombre como
nosotros. En Jesucristo, por tanto, hay dos naturalezas: una divina y otra
humana. Lo cual quiere decir que Jesús es Dios y Hombre.
El Evangelio de San Juan dice: «Al principio era El el
Verbo, y el Verbo era Dios, y el Verbo se hizo Hombre y habitó entre nosotros».
Estando Jesús en Jerusalén les dijo a los judíos: «Yo y
el Padre somos una sola cosa».
Cristo vino a este mundo a redimirnos del pecado y darnos
ejemplo de amor, de justicia, de paz, de mansedumbre, de firmeza. Vino a enseñarnos
a ser buenos y amarnos unos a otros, aun a nuestros enemigos. Primero, El lo
practicó.
Jesús nos manda que demos mucho fruto en obras buenas. Nos
tiene prometido que nos ayudará para hacer el bien, el amor y las buenas obras.
Cristo nos dice en el Evangelio: «El que permanece en Mí y Yo en él, ese da
mucho fruto, porque sin Mí no podéis hacer nada».
Actividades:
1. Cada alumno lee en silencio el texto y después el profesor explica el Contenido.
2. Contestar por escrito a estas cuestiones:
a) ¿Qué pasó en aquel pueblo alemán?
b) ¿Qué voto hicieron?
c) ¿Qué decía el obispo de Hungría?
d) ¿Cómo hizo Jesús el lavatorio de los pies?
e) ¿Qué pasó con Pedro?
f) ¿Qué nos enseña Jesús?
3.
Escribir en la pizarra las contestaciones a la pregunta f)
Norma de conducta:
Leeré el Evangelio para vivir la Vida de Cristo.
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