La fotografía del padre asesinado |
La fotografía del padre asesinado
Por Gabriel Marañón Baigorrí
En un
pueblecito de labradores vivía un hombre, viejo ya, con su hijo. Casose éste
con una muchacha buena y formal del mismo pueblo. Firmaron padre e hijo un
contrato con el fin de vivir juntos los tres. Pero el padre y su hijo no se
llevaban bien. Siempre estaban con disgustos y riñas.
Un día regresó el padre a casa muy contento y satisfecho.
Había cobrado unas cuentas que le debían. Desde aquel día, el hijo no volvió
a reñir con su padre. Incluso se mostraba servicial y amable con él. Parecía
que la paz volvía a reinar en el hogar. Pero no era la paz, era la avaricia del
hijo que se recogía para dar un zarpazo terrible al pobre viejo. Y ese día
llegó. Paseaban juntos padre e hijo un día por el campo. El lugar donde
estaban era maravilloso. Rocas cortadas, arboledas junto al río y éste,
rumoroso y tranquilo, bajaba entre las peñas. En la cumbre de la montaña había
un nido de águilas. Llegaron padre e hijo a la altura de una barrancada. Y
cuando más tranquilo caminaba el padre, su hijo le dio un fuerte empujón y el
padre cayó al fondo de la barranca. El anciano labrador quedó muerto en el
acto y abandonado entre aquellos peñascos.
El hijo regresó al instante a su casa y se encerró en ella
al momento.
A las pocas horas del suceso, iba un turista por aquellos
lugares, contemplando las bellezas del paisaje. Como llevaba una máquina fotográfica,
sacó varias fotografías de los rincones más bellos de aquel lugar. Cuando ya
se disponía a marchar, vio en la hondonada el cadáver de un hombre. Era el del
viejo labrador asesinado por su hijo. Al verlo, sintió un escalofrío, pero
recobró pronto la calma.
Cogió su máquina fotográfica y serenamente sacó una
fotografía del rostro del cadáver. Volvió a su alojamiento y reveló la
placa.
Mientras tanto, por el pueblo corría la noticia de que el
viejo labrador había aparecido muerto entre las rocas. El turista llevó la
foto al señor alcalde, por si algún día le pudiera ser útil. Se sospechaba
del hijo, unos decían que era posible fuera él, otros dudaban.
El alcalde habló con el cabo de la Guardia Civil sobre las
sospechas que recaían sobre el hijo. El guardia tuvo una idea. Le pidió al
alcalde la fotografía, y cuando ya habían pasado varios días y las cosas
parecía que estaban tranquilas, conversando un día el cabo de la Guardia Civil
con el criminal sacó el retrato de su padre y se lo puso delante de sus ojos,
para que lo viera, y seriamente le preguntó: ¿Conoces a este señor?" El
desgraciado joven, al ver el rostro de su padre, dio un grito, se estremeció de
horror y cayó al suelo sin sentido. Cuando lo recobró confesó su crimen,
diciendo que él había empujado a su padre contra las rocas y lo había matado.
En el juicio final, cuando los réprobos vean, no la fotografía
de Cristo, sino el mismo rostro del Señor en persona, sentirán un
estremecimiento de horror y de espanto, como sintió el asesino al ver el rostro
de su anciano padre.
Sugerencias metodológicas:
Objetivo:
Comprender el juicio particular y el juicio final.
Contenido:
Llegará un tiempo, no sabemos cuándo, en que vendrá el
juicio final. Primero habrá guerras, terremotos, las estrellas se bambolearán,
el Sol dejará de alumbrar y la Luna de brillar. Y, por último, será el juicio
universal. Jesucristo se aparecerá con gran poder y majestad ante toda la
humanidad a juzgar el bien o el mal que hayamos hecho. Los malos estarán
espantados por las iniquidades que hicieron. Los justos, gozando del bien que
obraron. Vendrá Jesucristo acompañado de todos los ángeles. Se sentará sobre
un trono de gloria. A los justos dirá: "Venid, benditos de mi Padre, tomad
posesión del reino» Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me
disteis de beber, peregriné y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis,
enfermo y me visitasteis, preso y vinisteis a verme". Y, por último, añadirá:
"En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis
hermanos menores, a Mi me lo hicisteis". Y el Señor dirá a los malos:
"Apartaos de Mi malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para
sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me
disteis de beber, fui peregrino y no me alojasteis, estuve desnudo y no me
vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis". Y por último,
Jesús les dirá: "En verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con
uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo. E irán al suplicio
eterno. Y los justos a la vida eterna".
Dios ama tan profundamente el bien que hagamos a nuestros
semejantes, que nos va a dar por recompensa su gozo eterno. Pero Dios aborrece
de tal forma a los que dejaron de obrar el bien que los condenará al suplicio
eterno. Jesús nos lo dice claramente: "Porque el Hijo del Hombre ha de
venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces dará a cada uno
según sus obras".
Actividades:
1. Los chicos leen en silencio el texto. El profesor explica el Contenido.
2. Contestar por escrito a estas preguntas:
a) ¿Por qué mató el hijo a su padre?
b) ¿Por qué se encerró el hijo en su casa?
c) ¿Qué hizo el turista?
d) ¿Cómo descubrió la Guardia Civil al asesino?
e) ¿Qué pasará en el juicio final?
3.
Escribir en la pizarra las contestaciones a la pregunta e).
Norma de conducta:
Obraré siempre el bien, pues me va a juzgar Jesucristo.
Reproducido con autorización de: www.encuentra.com
Artículo: Tener un mal día y descargar el mal humor en los hijos
®Arturo Ramo García.-Registro de Propiedad Intelectual
de Teruel nº 141, de 29-IX-1999
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