El criminal y el perdón a su madre |
El criminal y el perdón a su madre
Por Gabriel Marañón Baigorrí
En la vida
de San Antonio María Claret existe un episodio trágico, pero a la vez
consolador. Este santo fundador había sido consagrado obispo en la catedral de
Vich el día 6 de octubre de 1850. Regresando de esta ciudad, pasó por el
pueblo de Villafranca del Panadés y le rogaron fuera a asistir a bien morir a
cuatro reos condenados a muerte. Los cuatro condenados rechazaban la confesión.
San Antonio María Claret fue al instante a la cárcel, estuvo con los cuatro
reos, les habló con aquel celo y amor que él poseía y logró convertirlos.
Los cuatro condenados fueron conducidos al patíbulo. Ya en
él, San Antonio María Claret les preguntó, según la fórmula del ritual, si
perdonaban a todos aquellos que les hubieran ofendido. Uno de los condenados se
adelantó al santo obispo y con voz clara, que fue oída por la multitud, le
dijo: -"Yo perdono a todos, excepto a mi madre, ella es la causante de que
yo haya venido aquí a acabar mi vida en trance tan horrible, por no haberme
corregido cuando debía". La multitud que presenciaba la escena quedó
presa de honda emoción.
San Antonio María Claret se puso de rodillas junto a los
pies del condenado, se inclinó y se los besó. Le suplicaba con toda dulzura y
vehemencia perdonase a su pobre madre; que lo hiciera por amor a Jesucristo.
Lloraba la gente, conmovida por la actitud humilde de San Antonio María Claret,
y el desgraciado reo repetía insistentemente. "A usted, padre, nada tengo
que perdonar, en nada me ha ofendido; mí madre es la responsable de todo".
La ejecución no podía retrasarse por más tiempo. El santo
obispo oraba fervoroso por la conversión de aquel hombre. El verdugo esperaba a
cumplir su oficio. Por fin aquel criminal, un momento antes de la ejecución, se
reconcilió con su madre y la perdonó.
A los pocos minutos eran ejecutados los cuatro criminales en
castigo de sus maldades.
Sugerencias metodológicas:
Objetivo:
Aprender a perdonar y a pedir perdón a los demás.
Contenido:
Todos somos pecadores ofendemos a Dios y le pedimos con
sincero arrepentimiento nos perdone nuestras ofensas y pecados. Y Dios, que es
el amor y la misericordia Infinita, derrama sobre nosotros su paz y su perdón.
Dios nos perdona porque es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos. Por eso
debemos imitar a Dios, perdonando a aquellos que nos han ofendido y agraviado.
Si así lo hacemos somos verdaderos hijos de Dios.
Jesús, desde la Cruz, nos da ejemplo de perdón y de amor
para con sus enemigos cuando pedía al Padre perdonara a todos, Por eso el Señor
nos manda en el Evangelio que perdonemos, diciéndonos: "Cuando os
pusiereis en pie para orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonadlo
primero, para que vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone a vosotros
vuestros pecados". (Marcos, 11)
Actividades:
1. Los alumnos van leyendo en voz alta el texto y el profesor explica el contenido.
2. Por equipos contestar a estas cuestiones:
a) ¿Qué le pidieron en Villafranca a San Antonio María Claret?
b) ¿Por qué era importante la confesión para los reos?
c) ¿Por qué un reo no perdonaba a su madre?
d) ¿Qué hizo San Antonio para convencerle?
e) ¿Cómo podemos mejorar nuestra confesión?
3. Los
secretarios leen la contestación a la pregunta e).
Norma de conducta:
Miraré a Jesús crucificado y le diré: Perdono a los que me
han ofendido.
Reproducido con autorización de: www.encuentra.com
Artículo: Gestionar la disciplina
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