El profeta Elías y la lluvia |
El profeta Elías y la lluvia
Por Gabriel Marañón Baigorrí
El profeta
Elías era de elevada estatura, con cabello y barba hirsutos. Un día se presentó
ante el rey Acab y con gran valentía le habló: "Vive Yavé, Dios de
Israel, a quien sirvo, que no habrá en estos años ni rocío ni lluvia sino por
mi palabra". Y es que el rey Acab había matado a todos los sacerdotes del
Señor.
Elías desapareció y fue a ocultarse a una cueva. Milagrosamente le traían los
cuervos comida y bebía agua de un arroyo cercano a la cueva.
Jezabel, esposa del rey, odiaba al profeta, deseaba su
muerte. El rey mandó detener a Elías, pero no lo encontraron.
Como no llovía, empezó una terrible sequía. Las plantas se secaron y comenzó
a reinar el hambre por aquella región. Las palabras del profeta empezaron a
cumplirse.
Pasaron tres años y por orden del Señor se presentó el
profeta Elías ante el rey. Este le dijo: "tienes alborotado a
Israel". El profeta le contestó: "Yo no soy el que ha alborotado a
Israel, sino tú y la casa de tu padre, que habéis despreciado los mandamientos
del Señor y seguido a los Baales". El rey se acobardó ante el valor de
aquel hombre. Elías le dijo: "Junta al pueblo de Israel en el monte
Carmelo y a los cuatrocientos profetas de Baal y a los cuatrocientos de Jezabel".
El rey obedeció. Elías, a la vista de todos ordenó que se matara un buey para
sacrificarlo sobre la leña y sin fuego y que invocaran primero los sacerdotes
de Baal a su dios pidiendo fuego para el sacrificio, y el profeta dijo: "Yo
Invocaré el nombre de mí Señor. Aquel quien hubiera escuchado enviando el
fuego, sea tenido por el verdadero Dios".
Los falsos profetas invocaron a su dios Baal durante todo el
día y no consiguieron el fuego. Ellas entonces mandó construir un altar, colocó
en él el buey descuartizado, derramó doce cántaros de agua sobre la leña y
levantó los brazos al Cielo, invocó a Dios pidiendo su ayuda. De repente, bajó
fuego del Cielo y destruyó el buey y la leña húmeda, las piedras y consumió
toda el agua. Admirados todos de aquel prodigio, exclamaron: -¡Yavé es Dios,
Yavé es Dios! "
Mandó Ellas que todos los falsos profetas fueran degollados.
Y así se hizo.
Pero la lluvia faltaba. Y el día era espléndido y caluroso
y el sol brillaba con toda su fuerza. Ellas dijo al rey Acab: "Sube a comer
y a beber, porque ya suena gran ruido de lluvia"
Elías subió a la cumbre del monte Carmelo y se postró en
tierra, poniendo el rostro entre las rodillas.
Necesitaba orar a Dios. Una de las veces le dijo su criado: "Veo una
nubecilla como la palma de la mano". En esto, se cubrió el cielo de nubes,
sopló el viento y empezó a caer la lluvia en gran abundancia.
La oración del profeta Elías había sido escuchada. Y Dios
libró a aquella región de la terrible sequía que padecían sus habitantes.
Sugerencias metodológicas:
Objetivo:
Pedir ayuda en la oración para que nos
libre del pecado.
Contenido:
En el Padrenuestro pedimos a Dios nos libre de todo mal,
especialmente del pecado, que es el mayor mal que puede tener el hombre.
Hay también otros males de muchas clases, como enfermedades,
angustias de la vida, falta de lo necesario para vivir, cortedad de
entendimiento. De todos estos males pedimos a Dios que nos libre, pues Dios es
nuestro Padre y en el momento que convenga El nos ayudará a salir de nuestro
dolor.
Actividades:
1. El profesor lee esta historia y explica el Contenido.
2. Cada alumno contesta a estas cuestiones:
a) ¿Por qué Dios no enviaba la lluvia?
b) ¿Cómo demostró Elías que Yavé es el verdadero Dios?
c) ¿Qué hizo Elías para que lloviera?
d) ¿Cómo podemos mejorar nuestra oración?
3. Puesta
en común de la pregunta d).
Norma de conducta:
Pediré a Dios nos libre de todo mal del alma y del cuerpo.
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