Inteligencia artificial |
A.I. Inteligencia Artificial es una fabulosa obra maestra de Spielberg destinada a ser objeto de numerosos comentarios y polémicas, y que producirá sin duda con el paso del tiempo quintales de literatura. Es evidente que nos encontramos ante una jalón cinematográfico de imprescindible referencia en el futuro. Inteligencia artificial es un magistral compendio sublimado de la original filmografía del realizador estadounidense de origen judío.
A la pregunta de a qué género cinematográfico pertenece Inteligencia artificial habría que responder muy posiblemente que se trata de un excelente “ensayo” que pone todos los recursos del séptimo arte para formular las preguntas más antiguas desde que el hombre habita la tierra. Y las presenta de un modo espléndido, sublime y espectacularmente cinematográfico.
El pequeño David –un niño robot con capacidad de amar adquirido por una pareja para suplantar la ausencia de un hijo en estado vegetativo- gritará al frío mundo tecnificado con todo su dolor existencial: ¿Cómo he venido al mundo? ¿Quién me ha creado? ¡Quiero vivir y ser feliz! ¡Qué bonito es amar! ¡Mami, quiero que me ames! ¡Mami, prométeme que me amarás siempre! ¡No quiero morir! ¡Quiero estar con mamá! ¡Quiero ser único e irrepetible! ¡Quiero dormir en el eterno amor de mi mami! ¡Anhelo un amor total y eterno! ¡Quiero ser amado siempre! ¡Quiero ser de verdad!
No sé qué podía tener presente el famoso creador de E. T. cuando a través del pequeño robot David hace gritar a la humanidad este elenco de angustiosas súplicas. Indudablemente puede decirse que nos encontramos ante el clamor del hombre de todos los tiempos y nada más. Pero ésta sería una respuesta parcial.
En pocas ocasiones este rosario de preguntas y súplicas existenciales ha salido de la boca de un niño y ha sido dirigido de modo tan patético a “su madre”. Spielberg ha encontrado un nuevo cauce para expresar el llanto del hombre del siglo XXI ante su trágica orfandad cósmica. Para ello se ha servido de un niño sumamente desvalido, es más, de un pobre robot que grita a su madre adoptiva estas ansiedades filosóficas propias de la edad adulta. No es de extrañar que en EE UU la película no haya tenido el éxito deseado. El público americano no ha sido capaz de asimilar el abandono del niño robot en el bosque por parte de su madre cuando el hijo biológico vuelve a casa y posterga y denigra a su hermano-juguete.
Sin embargo, el gemido y el llanto del pequeño robot son un grito universal: el de la falta no solo ya “paternal” del varón en la sociedad actual, sino el profundo alarido del hombre de hoy ante la repulsión “maternal” que a tantos niveles experimenta. Spielberg expone con crudeza la tremenda realidad del hombre-hijo contemporáneo que se ve abandonado por su madre. Puede ser el grito de un feto que va a ser abortado; o el de un hijo que no puede disfrutar de la cercanía materna porque su madre tiene otros menesteres más importantes que atender; o bien el reclamo de la ayuda materna en el duro proceso hacia la madurez. El grito, posiblemente, de tantas infancias laminadas....
Pero además de esta lectura elemental, se puede aventurar que el director de “Salvar al soldado Ryan” quiere poner en boca de David-robot ese llanto del mundo moderno causado por el nihilismo al que le ha impulsado una sociedad tecnificada, ferozmente hedonista y brutalmente egoísta. Spielberg parece ser consciente de la prohibición sacrílega que la nomenclatura “intelectual” contemporánea ha impuesto al hombre de hoy, impidiéndole realizar estas preguntas. Pues bien, el realizador de origen judío coge la sartén por el mango y propone al espectador estas osadas preguntas que ninguna autoridad en la tierra en aras de una supuesta “edad adulta del hombre” puede impedir que se realicen. Puede ser también un buen momento para escuchar de nuevo las respuestas. Joseluis García .
| Página principal | Utilidades | Películas | Arriba | Anterior | Siguiente |
| Artículo: Violencia escolar y autoestima | Otros: Familia |
®Arturo Ramo García.-Registro de Propiedad Intelectual
de Teruel nº 141, de 29-IX-1999
Plaza Playa de Aro, 3, 1º DO 44002-TERUEL