20. Caso Jorge "El aborto" y Nota técnica "Derecho a decidir, pero hay un
tercero en juego" |
1º Paso. Estudio individual del caso Jorge "El aborto"
SITUACIÓN:
Jorge acaba de cumplir 16 años. Está viendo una serie de
televisión que le apasiona. La protagonista, Vanesa, tiene 17 años y es una
chica desenfadada, segura de sí misma, que dice que "ya tiene edad para saber lo
que quiere". Se sabe atractiva, y adopta un estilo ligero en el modo de vestir y
de comportarse, aunque de hecho mantiene las distancias y juega un poco con
varios chicos que la cortejan.
En el capítulo de hoy, Roberto, uno de sus amigos, ha
invitado a Vanesa a una fiesta el sábado por la noche en su casa. Van pasando
las horas, con música a todo volumen, baile, ratos de conversación... y copas,
muchas copas. Vanesa piensa que tiene "un buen aguante" y que "sabe ponerse
alegre sin perder el control". Sin embargo, la elegancia y la simpatía del
anfitrión hace que no se dé realmente cuenta de lo que, poco a poco, está
bebiendo. Los demás invitados se van yendo, y al final Roberto se ofrece a
llevarla a su casa en coche. Vanesa acepta.
Ya en el coche, Roberto pretende hacer una pequeña
demostración de su modo de conducir, por las calles ya casi vacías. Va muy
aprisa. Vanesa quiere aparentar que no le impresiona. Está un poco mareada, y
también algo nerviosa, y le pide a Roberto que pare, pues prefiere seguir
andando un poco. Sin embargo, él entiende que al pedir que pare le está
insinuando que da vía libre para otro tipo de cosas, y es lo que acaba
ocurriendo, aunque en la televisión no se ve nada.
Cuando Vanesa se da cuenta de lo que ha sucedido, le invade
un sentimiento mezcla de desconcierto, tristeza y rabia. Parece que se va
sobreponiendo conforme pasan los días, pero al cabo de pocas semanas percibe
algún indicio que le lleva a creer que está embarazada. Se hace una prueba, y
sus temores se confirman. Alarmada, va a ver a Roberto y se lo cuenta. Roberto
elude toda responsabilidad, con gran cinismo: "lo siento de verdad, pero ya
sabes lo que tienes que hacer".
Así acabó el capítulo de la serie. Jorge estaba indignado:
"Ese Roberto es un cínico impresentable, habría que partirle la cara".
OBJETIVO:
Pensar con profundidad sobre estos temas.
MEDIOS:
Su padre desea comentar el programa para que Jorge sepa
enjuiciar esas situaciones con sensatez y con principios claros.
MOTIVACIÓN:
A Jorge le gusta hablar y debatir, igual que a su padre. Han
ido aprendiendo a hacerlo cada vez con más respeto por la opinión del otro y más
esfuerzo en escuchar. Gracias a eso, comentan muchas cosas con frecuencia.
HISTORIA:
Su padre ha llegado cuando quedaban solo diez minutos del
programa, pero con un poco que Jorge le ha contado, lo han visto juntos hasta el
final. Después se pusieron a charlar, mientras ayudaban a preparar la mesa para
la cena."A ver, Jorge –pregunta su padre–, ¿y ahora qué crees que debe hacer
Vanesa?". No tardó en salir a relucir la idea de abortar: "Tiene 17 años, es un
lío", reflexiona Jorge. Al tiempo, se da cuenta que es matar a una criatura
inocente, y además llevar luego una vida llena de remordimientos: "Lo mejor es
que sea valiente y siga adelante. Se arreglará. Hace falta que sus padres no
sean aún más imbéciles que ella y no se lo pongan todavía más difícil".
RESULTADO:
La conversación fue larga y provechosa. Al final, Jorge
concluyó: "Pues lo tiene crudo la pobre chica, porque tanto si decide abortar,
como si decide criar a su hijo, o incluso si decide entregarlo en adopción, en
cualquier caso, la vida se le ha complicado un montón. Desde luego, lo que se ve
es que hay que tener cuidado con la noche y con el alcohol".
Alfonso Aguiló.
Con la autorización de:
www.interrogantes.net
2º paso. Trabajo
en equipo para contestar a cinco cuestiones
a) ¿Cómo se sentía Vanessa?
b) ¿Qué piensa cuando sabe que está embarazada?
c) ¿Cómo reacciona Roberto y Jorge?
d) ¿Qué piensa Jorge sobre el aborto?
e) ¿Qué se le puede aconsejar a una joven embarazada?
3º paso. Puesta en
común del gran grupo
4º paso. Descanso
de 15 minutos
5º paso. Estudio
individual de la Nota técnica "Derecho a decidir, pero hay un tercero en juego"
>> La peor verdad solo cuesta
un gran disgusto.
La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños
y al final, un disgusto grande.
Jacinto Benavente
A un paso de algo que parece importante
Cuando Macbeth se da cuenta de que no hay ningún obstáculo
entre él y la corona de Escocia, salvo el cuerpo durmiente de Duncan, piensa que
con solo realizar un acto cruel podrá ser feliz para toda la vida.
Y decide que compensa hacer ese mal para lograr un bien que
considera muy grande.
Sin embargo, el efecto del crimen fue desconcertante e
insoportable: un solo acto contra la ley introdujo a Macbeth en un ambiente
mucho más sofocante que el de la ley.
Como señala Chesterton, hay una lección en Macbeth que es
también el fondo sobre el que se desarrolla toda tragedia: el hecho de la unidad
de la vida humana, y el hecho de que el ser humano acaba pagando siempre el
precio de las consecuencias de sus propios actos.
Macbeth nos enseña que no se puede hacer una locura con la
idea de alcanzar la cordura. Haciendo un mal, jamás el hombre puede hacerse a sí
mismo más grande. Al revés, se encuentra más atrapado. Destroza una puerta, pero
en lugar de huir se encuentra en una habitación todavía más pequeña. Y cuanto
más destruye, más se estrecha esa habitación.
Algo así sucede con el aborto. Muchas personas son
conscientes de que es algo abominable. No lo quieren a priori. Pero, ante un
problema concreto, se ven a un solo paso de alcanzar –mediante el aborto– un
objetivo codiciado, un señuelo de libertad.
Si por desgracia deciden, como Macbeth, que compensa hacer
ese mal para lograr lo que desean, encontrarán al otro lado de esa puerta algo
muy distinto de la libertad.
La parte débil del litigio
“Nosotras parimos, nosotras decidimos”. La reclamación
parece, en principio, incontestable. Y glosando a Miguel Delibes, habría que
decir que efectivamente así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que
el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, ser
parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión.
Se discute sobre si el feto es o no es un portador de
derechos desde el instante de la concepción. Una cosa parece clara: el óvulo
fecundado es algo vivo, con un código genético propio, y que con toda
probabilidad llegará a ser un hombre hecho y derecho si los que ya disponemos de
razón no truncamos artificialmente su proceso de viabilidad.
Lo trágico de este dilema es que el feto aún carece de voz. Y
parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del
litigio. Los abortistas apelan a la libertad de la madre, pero habría que
preguntarse por qué negar al feto tal derecho, en nombre de qué libertad se le
puede negar la libertad de nacer.
Las partidarias del aborto piden libertad para su cuerpo. Eso
está muy bien, pero parece razonable pedir que su uso no vaya en perjuicio de
tercero. Porque su libertad es la misma que exigiría el feto si dispusiera de
voz: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la
misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. El derecho a
tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de
derechos humanos.
—¿Y no puede suceder que el feto sea una vida humana, pero
todavía no sea un ser humano individual?
El concepto de vida humana no existe más que encarnada en
seres individuales. La vida humana, así, en general, es solo una idea abstracta.
Sin voz ni voto
El caso es que el abortismo ha venido, curiosamente, a
incluirse entre los postulados de muchas modernas progresías.
El progresismo, en su origen, respondía a un esquema muy
sugestivo: apoyar al débil, pacifismo, tolerancia, no violencia. Años después,
el progresista añadió a este credo la defensa de la naturaleza. Para el
progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto,
la mujer frente al varón, el negro frente al blanco, la naturaleza virgen frente
a la industria contaminante. Había que tomar partido por el indefenso, y era
recusable cualquier forma de violencia. Todo un ideario claro y atractivo.
Pero surgió el problema del aborto y, ante él, el progresismo
vaciló. No pensó ya que la vida del feto estaba más desprotegida que la del
obrero o la del pobre, quizá porque el embrión carecía de voz y voto, y era
políticamente irrelevante.
Y empezó a ceder en sus principios: contra el feto, una vida
humana desamparada e inerme, podía atentarse impunemente. Nada importaba su
debilidad, si su eliminación se efectuaba mediante una violencia silenciosa. Los
demás fetos callarían, no harían manifestaciones callejeras, no podrían
protestar.
El feto pasó a ser considerado como un intruso inoportuno,
como si fuera una verruga desagradable que hay que hacer desaparecer, como un
mal que no se está dispuesto a tolerar.
Así fue manifestándose la crueldad de la historia. La
tolerancia de los progresistas se fue tiñendo de intolerancia crispada, de
exigencia de derechos en contra del indefenso. Y como si no quedaran aún miles
de campos en los que falta tanto hasta alcanzar la plenitud de derechos de la
mujer, la legalización del aborto pasó a ser una de las grandes metas de un
amplio sector de la progresía feminista.
Sin embargo, para los progresistas que aún defienden
indefensos, y que buscan una verdadera tolerancia rechazando la violencia
inicua, la fuerza de la verdad permanece intacta. La muerte cruel de un inocente
siempre producirá náuseas, sea en una explosión atómica, en una cámara de gas o
en un quirófano esterilizado; y sea legal o ilegal.
Alfonso Aguiló. Con la autorización de:
www.interrogantes.net
6º paso. Trabajo en equipo para contestar a cinco cuestiones
a) ¿Qué relación hay entre el aborto y la lección de Macbeth?
b) ¿Qué piensa Miguel Delibes?
c) ¿El feto es una persona?
d) La libertad de la madre y del feto.
e) El cambio de opinión de los progresistas.
7º paso. Puesta en común del
gran grupo
Aplicaciones
didácticas
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®Arturo Ramo
García.-Registro de Propiedad Intelectual de Teruel nº 141, de 29-IX-1999
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