5. Caso Luis y Sonia "Generosidad y pensar en los demás" y Nota técnica "Ponerse en el lugar de los demás" |
1º Paso. Estudio individual del caso Luis y Sonia "Generosidad y pensar en los demás"
SITUACIÓN:
Luis y Sonia tienen cuatro hijos –dos chicos y dos chicas– de
edades bastante seguidas, entre 12 y 16 años, menos el último, que tiene sólo 7.
Se consideran muy afortunados porque las cosas van bastante bien en la educación
de sus hijos, pero no dejan de tener frecuentes preocupaciones cuando miran al
futuro y ven lo que pasa con los hijos de muchos conocidos suyos.
"Veo que nos va bien –comentaba Sonia a su marido–, pero que
están en esas edades difíciles, o lo estarán pronto, y las cosas se pueden poner
mal si nos descuidamos. Por ejemplo, veo que tienden a ser un poco
individualistas, y que tendrían que ser más generosos, pensar más en los demás.
A veces tienen unos despistes asombrosos, parece que no sufren con los
sufrimientos de los demás".
OBJETIVO:
Ser más generosos y aprender a centrar más la vida en los demás.
MEDIOS:
Aprender a reconocer los sentimientos de los demás.
MOTIVACIÓN:
Favorecer un ambiente familiar en el que todos estén más
pendientes de los demás: "si cada uno está en lo suyo, sólo hay uno pendiente de
cada uno; en cambio, si cada uno está pendiente de todos los demás, estaremos
todos pendientes cada uno".
HISTORIA:
El sábado tenían previsto viajar toda la familia a casa de
los padres de Sonia, que viven en una ciudad cercana. Era una buena ocasión de
charlar sobre estos temas. Aunque van un poco apretados en el coche familiar,
eso es quizá una ventaja para hablar con calma del tema: será difícil que se
distraigan con otras cosas.
Así lo hicieron. Procuraron caldear un poco el ambiente.
Antes de salir hicieron un pequeño extraordinario en el desayuno, que fue muy
bien acogido por todos. Enseguida, ya en el coche, plantearon la idea. Tenían
que proponerse mejorar en preocupación de unos por otros, dentro de la familia,
y también con todas las demás personas. Se pidieron ideas, y pronto comenzaron a
quitarse la palabra unos a otros para aportar lo que se les ocurría.
RESULTADO:
Efectivamente salieron muchas propuestas. Cuando por la noche
el matrimonio hacía balance de la jornada, como acostumbraban hacer antes de
irse a dormir, estaban sorprendidos: "La verdad –decía Luis– es que a nosotros
solos jamás se nos hubieran ocurrido ni la cuarta parte de las ideas que han
salido". Ahora se trataba de lograr llevarlas a la práctica.
Lo primero que pensaron es que para saber qué necesitan los
demás, antes hay que escuchar con interés: se propusieron recordarlo con
frecuencia si veían que se descuidaba este asunto.
La hermana mayor, Cristina, propuso que también debían ser
más sensibles ante tanta gente que sufre en todo el mundo. Quedaron en que, para
que no quedara en algo teórico o poco comprometido, lo mejor era que cada semana
acudieran a visitar alguien necesitado. Unas veces a un pariente enfermo, otras
a una vecina que está muy mayor y nunca recibe visitas, otras a un asilo de
ancianos cercano a casa, etc.
También se propusieron ayudarse entre todos a advertir cómo
se sienten los demás ante lo que cada uno hace. Por ejemplo, fijarse más en qué
cosas agradan o desagradan a cada uno, procurar acompañar al que se pueda sentir
solo, sacar temas de conversación que interesen a los demás, preguntar antes de
poner música o televisión para ver qué le apetece a los demás, etc. El resultado
de todas esas medidas fue muy positivo, pues hizo que cada uno conociera mejor a
los demás y que afloraran más los buenos sentimientos de todos.
Alfonso Aguiló.
Con la autorización de:
www.interrogantes.net
2º paso. Trabajo en equipo para contestar a cinco cuestiones
a) ¿Cuál era el problema de los hijos de Luis y Sonia?
b) ¿Cómo eran las relaciones entre los esposos?
c) ¿Fue positivo el dejar opinar a los hijos?
d) ¿Cómo se concretó la propuesta de Cristina?
e) ¿Qué hacer para que nuestros hijos sean más generosos?
3º paso. Puesta en común del gran grupo
4º paso. Descanso de 15 minutos
5º paso. Estudio individual de la Nota técnica "Ponerse en el lugar de los demás"
«Había un joven que llevaba tres o cuatro minutos paseando una y otra vez por
delante de la oficina y mirando al interior. Por fin —cuenta William Saroyan—
entró y fue al mostrador. Spangler lo vio y salió a atenderlo. El joven sacó un
revólver del bolsillo derecho del abrigo y lo sostuvo con mano temblorosa: “Déme
todo el dinero. Todo el mundo está matando a todo mundo, así que no me importa
matarlo a usted. Ni tampoco me importa que me maten. Estoy nervioso y no quiero
problemas, así que déme todo el dinero deprisa”.
»Spangler abrió el cajón del dinero y sacó el dinero de
diversos compartimentos. Colocó el dinero, billetes, paquetes de monedas y
monedas sueltas, sobre el mostrador, delante del chico: “Te daría el dinero de
todos modos, pero no porque me estés apuntando con un arma. Te lo daría porque
lo necesitas. Ten. Es todo el dinero que hay. Cógelo y luego toma un tren a
casa. Vuelve con los tuyos. Yo no informaré del robo. Pondré el dinero de mi
bolsillo. Aquí hay unos setenta y cinco dólares.”
»Esperó a que el chico cogiera el dinero, pero el chico no lo
tocó. “Lo digo en serio, coge el dinero y vete. Lo necesitas. No eres ningún
criminal y no estás tan enfermo como para no poder curarte. Tu madre te está
esperando. Este dinero es un regalo que yo le hago. Si lo coges no serás un
ladrón. Tú coge el dinero, guarda ese arma y vete a casa. Tira el arma en alguna
parte, así te sentirás mejor.”
»El joven volvió a guardarse el arma en el bolsillo del
abrigo. Luego se tapó la boca con la mano temblorosa que había estado
sosteniendo el arma: “Lo que tendría que hacer es pegarme un tiro”. “No digas
locuras —dijo Spangler, mientras juntaba todo el dinero y se lo daba al joven—,
aquí está el dinero, cógelo, vete a casa y ya está. Si quieres, deja el arma
aquí conmigo. Ten tu dinero. Si necesitas usar un arma para conseguir dinero,
entonces es tuyo. Sé cómo te sientes porque yo me he sentido igual. Todos nos
hemos sentido igual. Los cementerios y las prisiones están llenos de buenos
chicos norteamericanos que han tenido mala suerte y han vivido malas épocas. No
son criminales.”
»El joven se sacó el arma del bolsillo y se la pasó por
encima del mostrador a Spangler, que la metió en el cajón del dinero: “No sé
quién es usted, pero nadie me ha hablado nunca como me ha hablado usted. No
quiero el arma y no quiero el dinero, y sí, me voy a casa. Vine hasta aquí
gorreando el dinero y volveré gorreando.”
»”Ven aquí y siéntate”, le dijo Spangler. El joven fue a la
silla contigua a la mesa de Spangler. Éste se sentó sobre la mesa. El chico
tenía tuberculosis. Hablaron un rato. “Nada tiene sentido para mí. No me gusta
la gente. No los quiero cerca de mí. No confío en ellos. No me gusta la forma en
que viven ni la forman en que hablan ni las cosas en las que creen ni la forma
en que se empujan los unos a los otros. Simplemente estoy cansado y harto y
asqueado. No me interesa nada. No puedo darle las gracias lo bastante por lo que
ha hecho usted y por la clase de ser humano que es usted, pero tengo que decirle
que si usted me hubiera sido hostil le habría pegado un tiro. No he entrado aquí
armado en busca de dinero. He entrado aquí con un arma para averiguar si usted
era un hombre decente de verdad. Durante mucho tiempo he despreciado a todo el
mundo, y de pronto, a miles de kilómetros de casa, en una ciudad extraña, he
encontrado a un hombre decente. No me lo podía creer. Tenía que averiguarlo.
Quería que fuera cierto, porque llevo años diciéndome: «Quiero conocer a un solo
hombre no corrompido por el mundo para poder estar yo también no corrompido, y
así poder vivir y creer.» No estaba seguro la primera vez que nos vimos pero
ahora sí. No quiero nada más de usted. Ya me ha dado todo lo que quiero. No me
puede dar nada más.”»
Este breve relato habla por sí solo de la importancia de
saber tratar a la gente. De cómo podemos ser una oportunidad para quien parece
no merecerla. De que muchos hombres tienen unas razones misteriosas que le
empujan a obrar de una manera equivocada, pero pueden cambiar. Siempre es mejor
no hacer juicios precipitados, descubrir lo que realmente el otro necesita,
ponernos en su lugar, situarnos dentro de sus sentimientos. Así seremos más
justos.
Alfonso Aguiló.
Con la autorización de:
www.interrogantes.net
6º paso. Trabajo en equipo para contestar a cinco cuestiones
a) ¿Cómo reaccionó Spangler ante el atraco?
b) ¿Qué le pasaba al atracador?
c) ¿Por qué llegaron a tener confianza?
d) ¿Cómo tratar mejor a los demás?
e) ¿Qué podemos mejorar en el trato con los hijos?
7º paso. Puesta en común del
gran grupo
®Arturo Ramo
García.-Registro de Propiedad Intelectual de Teruel nº 141, de 29-IX-1999
Plaza Playa de Aro, 3, 1º DO 44002-TERUEL (España)