Al entrar en
Amiens, un mendigo medio desnudo y casi helado saludó a Martín,
soldado. Sin pensarlo dos veces, Martín tomó la capa, la dividió en dos con
su espada y le ofreció una de las dos mitades al menesteroso.
En el recodo siguiente estaba Cristo vestido con media capa. Le miraba
sonriente.
—Perdona, Señor, por no haberte dado la capa entera.
Con el tiempo Martín se ordenaría sacerdote y más tarde sería obispo de
Tours. Con el tiempo fue canonizado y se le venera con el nombre de San Martín
de Tours.
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