El
cazador de venados
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El cazador de venados
Por Gabriel Marañón Baigorrí
El maravilloso suceso que vamos a narrar le ocurrió al arzobispo de Michoacán,
en México, ilustrísimo señor don José Ignacio Arciga. Este lo contó a
muchas personas. Y el padre Coloma lo cuenta en uno de sus libros.
Era un pueblecito llamado Huacana, lugar donde abundan las plantaciones y los
animales. Visitaba aquellas tierras su arzobispo, don José Ignacio Arciga, y
fue recibido con todo entusiasmo por la población. A todos saludó con respeto
y cariño el arzobispo.
Al día siguiente de su llegada metiose el arzobispo en el
confesionario. Entre la multitud de penitentes vio a un pobre tullido que
esperaba humildemente su turno para confesarse. Llamole el prelado y le preguntó
de dónde era. El tullido le dijo: "Padrecito, de un monte que dista de aquí
quince leguas". El tullido le contó cómo había venido atravesado en un
mulo, pues él no podía andar. Era viudo y tenía dos hijas casaderas. El
prelado volvió a preguntarle: "¿Cuál es tu oficio?" "-¡Cazador,
padrecito!" Quedó asombrado el arzobispo de que un tullido fuera cazador.
Su caza era venados. Pero el cazador le dijo que si cazaba era porque Dios le
ayudaba.
Rogó el arzobispo al tullido le refiriera toda su vida. Y el
tullido, con mucha calma, le contó que al levantarse decía a su Padre Dios una
oración. Luego almorzaba y a continuación, arrastrándose por el suelo, salía
al campo con su carabina y a poca distancia de su casa, y, según él, Dios le
tenía preparado un venado conforme a la petición que le había hecho en su
oración por la mañana. Y al poco rato se le presentaba cerca de él un venado,
lo mataba de un tiro de fusil y luego venían sus hijas y se lo llevaban a casa.
La carne y el cuero del animal lo vendían y así todos los días. De esta forma
se mantenían así muchos años.
Asombrado quedó el arzobispo del relato del tullido y le
pidió le dijera la oración que dirigía a Dios. Al tullido le dio vergüenza
decirla, pues era una oración que él mismo había compuesto. Por fin, después
de mucho rogarle el arzobispo, dijo: "Cuando me pongo de rodillas le digo a
mi Padre Dios: ¡He, Padre Dios! Tú me has dado estas hijas que tengo y también
Tú me has dado esta enfermedad que no me deja andar. Yo tengo que alimentar a
mis doncellitas, porque ellas no han de ir a ofenderte. Ea, pues, Padre mío,
ponme aquí cerca un venadito, donde yo le pueda matar y así quedará socorrida
esta pobre familia". El arzobispo escuchó atento tan sencilla y confiada
oración. Y el tullido terminó diciendo: Esta es la oración, padrecito y
cuando la he dicho salgo al campo seguro de encontrar lo que he pedido y lo
encuentro siempre. Y en veinte años que llevo de estar enfermo, nunca me ha
faltado este socorro, porque mi Padre Dios es bueno, muy bueno".
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1. (Horizontal)
Este suceso le sucedió a un arzobispo de la
nación de ... |
2. (H)
Encontró a un pobre hombre que estaba ... |
3. (Vertical)
Vivía en un monte que distaba quince ... |
4. (V) El
tullido le dijo que no podía ... |
5. (H) Su
oficio era ... |
6. (H) Por
la mañana le rezaba a Dios Padre una ... |
7. (V)
Salía al monte arrastrándose por el ... |
8. (H)
Dios le tenía preparado un ... |
9.
(H) Tenía dos hijas que no debían ofender a ... |
10. (V)
Decía: Dios siempre me socorre porque es
bueno, muy ... |
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