La ínsula Barataria

Aque_a  tarde después de la comida,

Sancho dictó una carta para su  _eresa,

en la que le decía que ya era  go_ernador,

y luego dejó que le pusieran unas ropas muy  _istosas

de juez, con lo que llegó la  _ora  de la despedida.

Tras  _esar  las manos de los duques,

Sancho se abrazó  _orando  a don Quijote, quien

le dio su  _endición  con los ojos bañados en lágrimas,

y luego se puso en camino,  aco_pañado

por un  ma_ordomo  y muchos criados.

Como Sancho no  sa_ía  lo que era una ínsula,

no le extrañó que la suya  estu_iera  en tierra firme.

En realidad, los criados del duque lo  lle_aron

hasta una villa de unos mil  _ecinos,

a la que llamaron "ínsula  _arataria"  por lo barato

que le había salido el gobierno al  nue_o  gobernador.

Todo el mundo en el pueblo tenía orden de  o_edecer

y regalar a Sancho como si fuera un  _arqués,

así que lo recibieron con muchas  re_erencias

y con grandes muestras de  _alegría.

Nada más llegar, le entregaron las  lla_es  de la ínsula,

y luego se lo  _evaron  al juzgado

para que  _iciese  justicia.

Los criados del duque  _esperaban  reírse

a  ra_iar  con los disparates de Sancho,

pero resultó que el  nue_o  gobernador los dejó

a todos con la  _oca  abierta, pues hizo justicia

con tanto tino como si  _ubiese  dejado

de ser  _obo  por la gracia de Dios.

Desde el juzgado,  _evaron  a Sancho al lujoso palacio

que iba a ser su casa, adonde llegó  co_iendo

un  mensa_ero  con una carta del duque que decía:

Señor don Sancho Panza,  _e  tenido noticia de que

unos enemigos míos  _an  a asaltar vuestra ínsula

una noche de estas, así que  _andad  con cuidado.

Y sé  tam_ién  por espías dignos de confianza

que en la ínsula  _an  entrado cuatro hombres

disfrazados que tienen  intenci_n  de mataros,

por lo que os  aconse_o  que estéis alerta.

_uestro  amigo, El Duque.