Quiere visitar a Dulcinea

Iremos a  _aragoza  -anunció don Quijote

al salir de la aldea-, donde van a   cele_rarse

unas solemnes justas (torneos) en las que podré  bata_ar

contra otros  ca_alleros  y ganaré eterna fama

por el  _alor  de mi brazo.

Pero antes quiero ir al   To_oso  para visitar

a mi señora Dulcinea y pedirle su  _endición.

Cuando Sancho  o_ó  aquello,

toda su alegría se   _olvió en tristeza.

"Si don Quijote   _abla  con Dulcinea", pensó,

"descu_rirá que no le llevé la carta

y me quedaré sin  _nsula".

Estaba tan inquieto que, en el  _iaje  al Toboso,

apenas abrió la  _oca,  sino que caminó apenado

y  pensati_o  como si solo esperara desgracias.

Tres días le costó llegar a la patria de  _ulcinea,

  en la que don Quijote quiso  _entrar  de noche

para que su visita fuese lo más discreta  posi_le.

Así que  tu_ieron  que buscar su palacio de princesa

a la luz de la luna y sin  a_uda  de nadie,

pues  _a  aquellas horas

 todo el  _oboso  dormía a pierna suelta.

-_amos,   Sancho -dijo don Quijote-,

guíame  _asta  el palacio de Dulcinea.

-Verá, Señor  -respondi_  el escudero

con un nudo en la  garg_nta-,

es que ya no me _acuerdo  de dónde estaba,

pero sin duda vuestra merced lo  sa_rá  mejor que yo,

porque debe de haber  _isitado

ese palacio  mi_ares  de veces.

-_en  acá, mentecato, ¿no te tengo dicho que jamás

en mi vida  _e  visto a Dulcinea ni he pisado su palacio,

y que estoy  _enamorado  de oídas?

-A_ora  me entero -dijo Sancho-.

Y confieso que, si vuestra merced no la ha visto, yo ta_poco.

-¿Cómo que no la has  _isto?  ¿Acaso no le trajiste mi carta?

-Sí que la traje, pero yo  ta_bién  vi a Dulcinea de oídas.

-Sancho, Sancho, mira que no es momento de  _urlas...

-Lo único que recuerdo es que el  pal_cio

estaba en una  ca_ejuela  sin salida...

-¡Maldito seas, villano  _arto  de ajos!

¿Dónde se ha  _isto  un palacio en una callejuela sin salida?

-Será que aquí en el Toboso tiene la  costum_re

de  le_antar  los palacios en calles pequeñas...