Comenzó a dar volteretas

Pero don Quijote no le  _izo  caso,

sino que se  quit_  los calzones a toda prisa

y comenzó a dar  _olteretas

desnudo de cintura para  aba_o,

enseñando cosas que Sancho _abría  preferido no ver.

"¡Bien puedo  jur_r  que mi amo está loco!",

se dijo el _uen  escudero,

y con  _se  pensamiento se puso en camino.

Aquella noche  durmi_  Sancho al raso,

y al día siguiente pasó ante la  _enta

donde lo ha_ían  manteado

y se detu_o  a la  puerta diciéndose:

"¿Entro o no  entr_?".

Estaba muerto de  _ambre

y quería  pro_ar  un plato caliente

porque llevaba muchos días comiendo  fia_bre,

pero no se  atre_ía  a entrar

por no  re_ivir  los malos recuerdos del manteo.

Y en esa duda esta_a  cuando salieron

de la venta dos _ombres  y dijeron a un tiempo:

-Pero ¿aquel no es Sancho _anza?

Lo ha_ían  reconcido con tanta facilidad

porque aque_os dos hombres era el cura

y el _arbero  de la aldea,

los mismos que le _abían  quemado

los  li_ros  a don Quijote.

Al verlos  _enir,  Sancho estuvo a punto

de ponerse en  f_ga   para no tener

que contestar preguntas  inc_modas,

pero al fin decidió quedarse por no  le_antar  sospechas.

-¿D_nde  está vuestro amo, Sancho Panza?

-le dijo el cura al _acercarse.

-Es un secreto, y no pienso  dec_rlo.

-Entonces pensaremos que lo hab_is  matado

-le avisó el _arbero,

pues salisteis de la aldea con él y a_ora  vais solo.