FRACASA EL PLAN DE CARRASCO
Don Quijote envainó su espada y ayudó al caballero a levantarse, tras lo cual le dijo a Sancho que ya era hora de irse, porque aquella aventura había tocado a su fin. Y lo mejor es que se marchó convencido de que los encantadores le habían cambiado la cara a su rival, cuando lo cierto es que había batallado contra el auténtico Sansón Carrasco. Y es que aquel enredo formaba parte del plan del bachiller para devolverle la cordura a su vecino Alonso Quijano.
-Yo quería salir vencedor para imponerle a don Quijote la obligación de no salir nunca más de su aldea -dijo Sansón cuando se quedó a solas con Tomé Cecial-, pero todo nos ha salido al revés.
-Decís bien, porque don Quijote se va loco y contento y nosotros quedamos cuerdos y malparados -respondió Tomé, que había aceptado hacer de escudero porque era un hombre alegre y de poco entendimiento-. Así que yo me vuelvo a mi casa, porque no quiero acabar en la tumba antes de tiempo.
-Pues yo sigo adelante -murmuró el bachiller-, aunque ya no lo hago por curar al maldito don Quijote, sino para vengarme de él. Pero antes tengo que encontrar a un médico que me entablille las costillas, pues lo menos me he roto cinco o seis.
Mientras tanto, don Quijote siguió su camino hacia Zaragoza, por el que iba Sancho callado y meditabundo, pues estaba convencido de que los dos con los que habían batallado eran los verdaderos Sansón Carrasco y Tomé Cecial.
-No pienses más en eso -le decía don Quijote-. El que ha peleado conmigo no puede ser Sansón Carrasco, porque ni el bachiller es caballero ni tiene nada contra mí.