EL CABALLERO ERA SANSÓN CARRASCO
-¡Ven aquí, Sancho, -gritó-, que vas a ver lo que han hecho mis enemigos los encantadores.
Cuando Sancho llegó y vio la cara del caballero, se quedó pálido como un muerto y comenzó a hacerse cruces.
-¡Pero es igualito que el bachiller Sansón Carrasco! -dijo-. ¡Santo Dios, y qué malvados son esos encantadores que vuestra merced! ¡Vamos, señor, métale la espada por la boca a este caballero, y así matará al brujo que lleva dentro"
Siguiendo el consejo, don Quijote se dispuso a matar a su enemigo, pero justo entonces el Escudero del Bosque comenzó a gritar:
-¡Deténgase, señor don Quijote, que ese caballero es su amigo el bachiller Sansón Carrasco! Sancho miró al escudero y descubrió con gran sorpresa que había perdido sus horribles narices.
-¿Y las narices? -le preguntó.
-Las tengo aquí guardadas -contestó el otro, sacándose del bolsillo unas narices postizas.
Entonces Sancho se fijó mejor en la cara del escudero, y, viendo que le resultaba conocida, exclamó con gran sorpresa:
-¡Pero si eres mi vecino Tomé Cecial!
-¡Así es, porque todo esto no es más que un enredo!
-¡Ay! -se quejó entonces el Caballero de los Espejos, que acababa de volver en si.
Viendo que el enemigo podía oírle, don Quijote le plantó la punta de la espada en la cara y le dijo con firmeza:
-¡Os he vencido, caballero, así que estáis a mi merced! y lo que os exijo es que vayáis al Toboso a rendirle homenaje a la altísima Dulcinea. ¡Prometed que lo haréis o sois hombre muerto!
-Así lo haré -dijo el vencido con vocecilla de enfermo.