SE ESCAPÓ DE CASA DE NOCHE
Don Quijote quiso saber si el autor del libro prometía una segunda parte, a lo que Sansón respondió que sí, siempre que tuviera algo que contar en ella.
-Entonces habrá que salir cuanto antes a la ventura -concluyó don Quijote-, aunque solo sea para darle a ese sabio moro una historia que escribir.
"¡Ay Dios mío!", se dijo entonces la criada, que lo estaba escuchando todo porque había pegado el oído a la puerta del aposento. "Bien claro se ve que don Alonso quiere volver a ser caballero". Así que aquella misma tarde se presentó en casa de Sansón Carrasco para suplicarle que no permitiese que don Alonso volviera a los caminos. La pobre llegó temblando y sudando de miedo, y le dijo a gritos al bachiller:
-Pero ¿cómo se os ha ocurrido enseñarle ese libro a don Alonso? ¡Seiscientos huevos he gastado para que mi señor mejorara un poco, y todo para nada, porque ahora volverá a salir y me lo devolverán apaleado y enjaulado como hace un mes!
-Sosiéguese, señora -respondió Sansón-, pues lo mejor es que vuestro amo vuelva a salir en busca de aventuras. Os diré lo que vamos a hacer...
Y le explicó la artimaña que había tramado para devolverle la cordura a don Alonso. El cura y el barbero ya estaban al corriente de aquel plan y lo consideraban muy adecuado, así que la sobrina y la criada de don Quijote no hicieron nada por impedir que su tío y señor volviese a sus aventuras. Como la otra vez, don Quijote se escapó de casa de noche y sin despedirse de nadie, y montó en Rocinante con ánimo alegre, pensando en las muchas batallas que le ofrecía el destino. Y no menos contento iba Sancho Panza, que ya se veía a un tris de ser gobernador.