BUSCARON A DON QUIJOTE EN SIERRA MORENA

Estaban cambiándose las ropas cuando de pronto apareció Sancho, que estuvo a punto de morirse de risa al verlos.    

-¿A dónde van vestidos de carnaval? -les dijo.    

-A ayudar a vuestro amo.    

-Mi amo no necesita ayuda, porque de aquí a dos días será emperador, y a mí me hará gobernador de una ínsula.    

-Para que vuestro amo sea emperador -dijo el barbero-, hay que sacarlo de su penitencia, o perderá la vida antes de que pueda ganar su primer reino.   

Entonces el cura le explicó a Sancho el plan que tenían.   

-Debéis llevarnos hasta don Quijote -le dijo-, y no nos descubráis, o jamás seréis gobernador.   

-Pero yo tengo que llevarle la carta a Dulcinea...   

-¿Qué necesidad tenéis de ir al Toboso? Basta con que le digáis a don Quijote que habéis encontrado a Dulcinea con muy buena salud y con muchas ganas de verle.   

Tanto le insistieron, que Sancho Panza acabó por ceder y dar media vuelta. Y así fue como al día siguiente entraron en  Sierra Morena, en una de las jornadas más calurosas del mes de agosto. Al llegar a un bosquecillo, Sancho le dijo al cura y al barbero:   

-Quédense aquí vuestras mercedes, que yo me adelanto para avisar a don Quijote de que se vaya vistiendo.   

Al cura y al barbero les pareció bien, así que se sentaron a descansar a la sombra de unos árboles mientras Sancho iba en busca de su señor.

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