Oigo pasos de caballos

que, cada vez, más se acercan.

Algunos caminan solos,

otros, tiran de “Calesas”,

que llevan a los turistas

por un camino de piedras,

hacia el PARQUE ARQUEOLÓGICO

que visitamos en PETRA.

Un largo desfiladero

con montañas en hilera

o impresionante garganta,

profunda y bastante estrecha,

te ofrece bellos rincones

y zonas que te embelesan,

por sus distintos colores

y sus formas tan diversas.

Mas, si esto te sobrecoge

y el alma vibra y se eleva,

creo no existen palabras

para expresar lo que piensas,

cuando el cuerpo se estremece,

porque el TESORO contemplas.

¿Es realidad o es un sueño

ver esculpida en la piedra,

obra tan majestuosa

y de tan singular belleza?

No, no estaba soñando,

pero sueño me pareciera,

que, después de tantos siglos,

con el viento y con la arena,

terremotos e inundaciones, …

en ese estado estuviera.

La contemplé muchas veces

y aumentaba mi sorpresa,

cuando de su faz rosada

unas palabras oyera:

“Aquí te estaba esperando

hasta que, hoy, tu vinieras”.

Latía mi corazón

y me faltaban las fuerzas,

y era grande la emoción

que en mi alma yo sintiera,

ante la obra de arte,

junto a la Naturaleza,

que la civilización,

floreciente, Nabatea,

nos dejara para el gozo

y el disfrute de ella.

Escuchando esas palabras,

sentí, aún más, la belleza,

del ornamental conjunto

y fachada tan perfecta

y deseé, agradecida

y con emoción sincera:

“Las montañas de areniscas

que a la Tumba o Templo rodean,

sigan velando el sueño

de esta obra tan bella,

el viento entone sus canciones,

para que, con placer, ella duerma

y el Sol la siga dorando,

para que frío no sienta, …

Vengamos o no, de nuevo,

toda su magnificencia

la llevamos escondida

y en nuestra mente, ya presa,

aún con los ojos cerrados,

gozaremos de su presencia.

Y seguiremos soñando

y, si, tal vez, no sueñas,

ella te estará esperando.

Sueño. Estoy en PETRA.

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Lucía López Sánchez

23 de Febrero de 2.010