
Hace muchos años, cuando tus
abuelos eran pequeños, los niños jugaban con soldaditos de plomo.
Un día le regalaron una caja de ellos a un niño
muy travieso que, al abrirla, encontró uno con una
sola pierna.
No tardó ni un minuto en apartarle de sus
juguetes preferidos. Fue al zaguán, lo tiró a un
rincón y se fue a dormir.
Soñó que el soldadito oía una risa burleta que
provenía de una caja entreabierta y, por ser tan
valiente, fue a ver qué era. La destapó y... un enorme monigote le
hizo perder el equilibrio, por loque cayó a la calle, lejos de su amada, la
bailarina.
Tuvo suerte porque fue a parar a un barco de papel que navegaba hacia el mar,
pasando por aguas peligrosas.
Tuvo que enfrentarse con ratas y enormes peces,
hasta que uno de ellos lo devoró.
Pronto salió de la tripa del pez, ya que, por casualidad, la criada fue a
comprar pescado y, al ir a limpiarlo, salió el soldado.
Estaba a punto de echarlo al fuego cuando la bailarina enamorada empezó a
pedir auxilio y a llorar tan fuerte que el niño se despertó.
-¡Qué pesadilla! -exclamó-, restregándose los ojos. Corrió hacia el zaguán
y encontró sus viejos juguetes
como si nada.
Pero al cerrar la puerta, algo ocurrió: el soldadito y la bailarina estaban
juntos y eran felices.
Cuento clásico.
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Aplicaciones
didácticas
Lectura
En
inglés
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Formación: La tortuga y la liebre
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®Arturo Ramo García.-Registro de
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