La vida en los pueblos |
El economista y agrónomo inglés Arturo Young, que viajaba para estudiar el estado económico de algunos países, entre 1787-89, penetra en España por el valle de Arán.
Encuentra un rebaño de ovejas en Benasque, con cuatro pastores y varios perros de los llamados del Pirineo, de anchas cabezas y sendos collares metálicos, erizados. Los pastores le explican que estos animales son necesarios por abundar los lobos y no ser raros los osos. Por la noche, cuando los perros ladran, los pastores salen de su cabaña con sendos tizones encendidos, pues, si bien los perros, protegidos por las carlancas, no temen a los lobos, no se atreven con el oso, invulnerable si puede adosarse a una roca.
El primer pastor gana ciento veinte libras y el pan; los otros, ochenta y el pan. Continúa por las montañas hacia la Puebla de Segur, en el Noguera Pallaresa. Por todo encuentra mucho ganado, y la tierra bien cultivada, con poco trigo, mucho centeno, patatas, judías y algo de cáñamo.
Los pueblos le producen mala impresión. Rarísimas son las casas que tienen cristales; muchas no tienen chimenea y el humo sale por las aberturas. En algunos pueblos tiene que acogerse a la hospitalidad del cura, por no encontrar otra casa donde alojarse, o para huir de los parásitos y ratones de las posadas. El alumbrado es de tea. Las mujeres no llevan medias ni zapatos; usan mantilla de paño. En los carasoles de casi todos los pueblos ve gentes despiojándose mutuamente.
Encuentra el pan excelente, pero el vino es muy espeso. El pan a cuatro sueldos la libra de doce onzas, y el vino tinto, a dos sueldos la botella. Su juicio puede resumirse así: mucha amabilidad y una espantosa suciedad.
Recogido por A. Ballarín Cornel.
"El valle de Benasque". Zaragoza. 1974
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