35. Parábolas del pueblo judío |
Parábola de lo viñadores homicidas
Dijo Jesús:
- Escuchad esta parábola: Cierto hombre que era propietario plantó una viña, la rodeó de una cerca y cavó en ella un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó de allí. Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió a sus criados a los labradores para percibir sus frutos. Pero los labradores, agarrando a los criados, a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo lapidaron. De nuevo envió a otros criados en número mayor que los primeros, pero hicieron con ellos lo mismo. Por último les envió a su hijo, diciéndose: A mi hijo lo respetarán. Pero los labradores, al ver al hijo, dijeron entre sí: Ésta es el heredero. Vamos, matémoslo y nos quedaremos con su heredad. Y, agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron.
- Al esos malvados les dará una mala muerte y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo. Jesús les dijo:
- ¿Acaso no habéis leído en las Escrituras:
La piedra que rechazaron los constructores,
ésta ha llegado a ser piedra angular.
Es el Señor quien ha hecho esto
y es admirable a nuestros ojos?
Por eso os digo que os será quitado el Reino de Dios y será dado a un pueblo que rinda sus frutos. Y quien caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y sobre quien ella caiga, lo aplastará.
Al oír los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
Y aunque querían prenderle, tuvieron miedo a la multitud, porque lo tenían como profeta. (Mateo 21, 33-46).
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Los cristianos de todos los tiempos deberán considerar esta parábola como una
exhortación a construir con fidelidad sobre Cristo, para no reincidir en el
pecado de aquella generación judaica. Al mismo tiempo debe llenarnos de
esperanza y de seguridad: aunque el edificio, que es la Iglesia, parezca
cuartearse en algún momento, su solidez está asegurada, porque tiene a Cristo
como piedra angular.
(Pintura: La vuelta del hijo pródigo. GUERCINO, Museo Kunsthistorisches. Viena).
2. Parábola de los invitados a las bodas
Jesús les habló de nuevo en parábolas diciendo:
- El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró las bodas de su hijo, y envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas; pero éstos no querían acudir. Nuevamente envió a otros criados ordenándoles: Decid a los invitados: mirad que tengo preparado ya mi banquete, se ha hecho la matanza de mis terneros y reses cebadas, y todo está a punto; venid a las bodas. Pero ellos, sin hacer caso, se marcharon uno a sus campos, otro a sus negocios; los demás echaron mano a los siervos, los maltrataron y dieron muerte. El rey se encolerizó y, enviando a sus tropas, acabó con aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Luego dijo a sus criados: Las odas están preparadas pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y llamad a las bodas a cuantos encontréis. Los criados, saliendo a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala de bodas. Entró el rey para ver a los comensales, y se fijó en un hombre que no vestía traje de boda; y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda? Pero él se calló. Entonces dijo el rey a sus servidores: Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados pero pocos los elegidos. (Mateo 22, 1-14).
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En esta parábola Jesucristo resalta la insistente Voluntad de Dios Padre que
llama a todos los hombres a la salvación -el banquete que es el Reino de los
Cielos-, y la misteriosa malicia que se encierra en el rechazo voluntario de
esta invitación: tan grave, que merece un castigo definitivo. Ante la llamada de
Dios a la conversión, a la aceptación de la fe y de sus consecuencias, no hay
intereses humanos que se puedan oponer razonablemente. No admite excusas.
(Pintura: La pesca milagrosa. RAFAEL, Sanzio de Urbino. Museo Victoria y Alberto. Londres).
3. El primer mandamiento
Los fariseos, al ver que había hecho callar a los saduceos, se pusieron de acuerdo, y uno de ellos, doctor de la ley, le preguntó para tentarle:
- Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le respondió:
- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas. (Mateo 22, 34-40).
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Quien ama de verdad a Dios ama también a sus iguales, porque verá en ellos a sus
hermanos, hijos del mismo Padre, redimidos por la misma sangre de Nuestro Señor
Jesucristo: "Tenemos este mandato de Dios: que el que ame a Dios ame también a
su hermano" (1 Iho 4,21). Hay en cambio un peligro: si amamos al hombre por el
hombre, sin referencia a Dios, este amor se convierte en obstáculo que impide el
cumplimiento del primer precepto; y entonces deja también de ser verdadero amor
al prójimo. Pero el amor al prójimo por Dios es prueba patente de que amamos a
Dios: "si alguien dice: amo a Dios, pero desprecia a su hermano, es un
mentiroso" (1 Iho 4,20).
(Pintura: Regreso del hijo pródigo. MURILLO, Bartolomé Esteban. Galería Nacional de Arte. Washington).
A. Contesta a cada pregunta con una palabra y escríbela en un papel para escribirla después en el juego de palabras: bras: bras:1. Un hombre plantó una viña y la arrendó a unos... |
2. Envió a sus criados a los labradores para percibir sus... |
3. Envió a su hijo esperando que lo... |
4. Los fariseos quisieron prender a Jesús pero tuvieron miedo... |
5. Un rey celebró las bodas de su... |
6. El rey prendió fuego a la... |
7. El rey condenó a uno que no traía traje de... |
8. Amarás al Señor tu Dios con todo tu... |
9. Amarás a tu prójimo como a ti... |
10. De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los... |
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