29. Otras parábolas
Juego de palabras



  1. El hijo pródigo  

   Un hombre tenía dos hijos; el más joven de ellos dijo a su padre:

   - Padre, dame la parte de hacienda que me corresponde. Y les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo más joven, reuniéndolo todo, se fue a un país lejano y malgastó allí su fortuna viviendo lujuriosamente. Después de gastar todo, hubo una gran hambre en aquella región y él empezó a pasar necesidad. Fue y se puso a servir a un hombre de aquella región, el cual lo mandó a sus tierras a guardar cerdos; Le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que comían los cerdos; y nadie se las daba, Recapacitando se dijo:

   - ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan abundante mientras yo aquí me muero de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré:

- Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Y levantándose se puso en camino hacia la casa de su padre.

   Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se compadeció; y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Comenzó a decirle al hijo:

  - Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados:

  - Pronto, sacad el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo, y vamos a celebrarlo con un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron a celebrarlo. El hijo mayor estaba en el campo; al volver y acercarse a casa oyó la música y los cantos y, llamando a uno de los criados, le preguntó qué pasaba. Éste le dijo:

  - Ha llegado tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado por haberle recobrado sano. Se indignó y no quería entrar, pero su padre salió a convencerlo. Él replicó a su padre:

  - Mira cuántos años hace que te sirvo sin desobedecer ninguna orden tuya y nunca me has dado ni un cabrito para divertirme con mis amigos. Pero en cuanto ese hijo tuyo que devoró tu fortuna con meretrices, has hecho matar para él el ternero cebado. Pero él le respondió:

  - Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo; pero había que celebrarlo y alegrarse porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. (Lucas 15, 11-32)

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Con  la parábola del hijo pródigo se nos describe la esclavitud a que queda sometido quien ha pecado. Así, por el pecado el hombre pierde la libertad de los hijos de Dios y se somete al poder de Satanás.

(Pintura: Regreso del hijo pródigo. MURILLO. Galería Nacional de Arte. Washington).

  2. El rico Epulón y el rico Lázaro

Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, y cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llegas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros acercándose le lamían sus llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán; murió también el rico y fue sepultado. Estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando sus ojos vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno; y gritando, dijo:

   - Padre Abrahán, ten piedad de mi y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas llamas. Contestó Abrahán:

   - Hijo, acuérdate de que tú recibiste bienes durante tu vida y Lázaro, en cambio, males; ahora, pues, aquí él es consolado y tú atormentado. Además de todo esto, entre vosotros y nosotros hay interpuesto un gran abismo, de modo que los que quieren atravesar de aquí a vosotros, no pueden; ni pueden pasar de ahí a nosotros. Y dijo:

   - Te ruego entonces, padre, que le envíes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, para que les advierta y no vengan también a este lugar de tormentos. Pero replicó Abrahán:

   - Tienen a Moisés y a los profetas. ¡Que los oigan! Él dijo:

   - No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán. Y le dijo:

   - Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque uno de los muertos resucite. (Lucas 16, 19-31)

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La parábola deja clara esta enseñanza: que inmediatamente después de la muerte el alma es juzgada por Dios de todos sus actos -juicio particular-, recibiendo el premio o el castigo merecidos

(Pintura: Cristo en el mar de Galilea. TINTORETTO, Jacobo. Galería Nacional de Arte. Washington).


  3. Otras parábolas 

1. Parábola del juez injusto. Había un juez malo e injusto, acosado constantemente por una pobre viuda que le pedía justicia y al fin se la hizo; no por amor al bien y la verdad, sino porque no le fastidiase tantas veces con sus súplicas. (Lucas 18, 1-8). La parábola nos enseña la eficacia de la oración constante.

2. El fariseo y el publicano. Un fariseo y un publicano estaban orando en el Templo. El fariseo, de pie, daba gracias a Dios por ser mejor que los demás hombres, envaneciéndose de sus virtudes. El publicano, en un rincón, golpeándose el pecho decía:

   - Oh Dios, ten compasión de mi que soy un pecador. Jesús dijo:

   - Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo ele se humilla será enaltecido. (Lucas 18, 9-14). Aprendemos que la oración no vale sin la humildad.

3. Los jornaleros de la viña. Un padre de familia contrataba para trabajar en su viña a varios jornaleros. Unos salen al amanecer, contratados por un denario y de tres en tres horas, contrata a otros, de modo que los últimos van a las cinco de la tarde. Terminado el día, el dueño da un denario a todos. Como protestan los que habían trabajado todo el día, el Señor les hacer ver que no tienen derecho a protestar, porque les da lo convenido, sin cometer injusticia. Y termina Jesús: Así los últimos serán primeros y los primeros últimos. (Mateo 20, 1-16).

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No dejéis de orar! No pase un  día sin que hayáis orado un poco. La oración es un deber, pero también una gran alegría, porque es un diálogo con Dios por medio de Jesucristo. Cada domingo la Santa Misa y, si es posible, alguna vez también durante la semana; cada día las oraciones de la mañana y de la noche y en los momentos más oportunos. (Juan Pablo II, Audiencia con los jóvenes, 14-III-1979).

  A. Contesta a cada pregunta con una palabra y escríbela en un papel para escribirla después en el juego de palabras: bras:


 1. El hijo pequeño pidió a su padre la parte de la...
 2. El hijo se dedicó a guardar...
 3. Se arrepintió y decidió ir a casa de su...
 4. Su padre le cubrió de...
 5. Lázaro estaba cubierto de...
 6. El pobre fue llevado al seno de...
 7. Epulón estaba en el...
 8. Nuestra oración ha de ser...
 9. El que se humilla será...
 10. Los últimos serán primeros y loa primeros...

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Las diez preguntas:  

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