15. El Padrenuestro
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Instrucciones: Lee y comprende bien este texto y después haz el crucigrama.

  1. El amor a los enemigos

    Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos,  y hace llover sobre justos y pecadores. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿Acaso no hacen eso también los publicanos? y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen eso también los paganos? Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto. (Mateo 5, 43-48)

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El Señor llega a establecer que el cristiano no tiene enemigos personales. Su único enemigo es el mal en sí, el pecado, pero no el pecador. Se ha llegado a la cúspide de la perfección cristiana: amar y rezar hasta por los que nos persiguen y calumnien. Éste es el distintivo de los hijos de Dios.

  2. El Padrenuestro

   Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquenas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, cerrada la puerta, ora a tu Padre en lo oculto; y tu Padre que ve en lo oculto te recompensará. Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a ser escuchados. No seáis, pues, como ellos; porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis. Vosotros,  pues, orad así:

   Padre nuestro que estás en los Cielos,
   santificado sea tu Nombre;
   venga tu Reino;
   hágase tu voluntad
   así en la tierra como en el Cielo.
   El pan nuestro de cada día dánosle hoy;
   y perdónanos nuestras deudas
   Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores;
   y no nos dejes caer en la tentación,
   mas líbranos del mal.

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Un hijo de Dios trata al Señor como Padre. Su trato no es de obsequio servil, ni una reverencia formal, de nera cortesía, sino que está lleno de sinceridad y de confianza.

  3. Confianza en la Providencia paternal de Dios

   No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban. Amontonad en cambio tesoros en el Cielo, donde ni polilla ni herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.

   La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo es malicioso, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, cuán grande será la oscuridad.

   Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas.

   Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Fijaos en las aves del Cielo que no siembran, ni siegan, ni almacenan en graneros, y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿Es que no valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Quién de vosotros por mucho que cavile puede añadir un solo codo a su edad? Y acerca del vestir, ¿por qué preocuparos?

   Contemplad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan, y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos. Si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! No andéis, pues preocupados diciendo:¿qué vamos a comer, qué vamos a beber, con qué nos vamos a vestir? Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre Celestial que de todo eso estáis necesitados.

   Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os preocupéis  por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su contrariedad.

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Jesús enseña aquí que el verdadero tesoro son las obras buenas y la conducta recta, que serán premiadas por Dios en el Cielo eternamente. ¡Ése sí que es un tesoro que no se pierde! Ahí es donde el discípulo de Cristo debe poner su corazón.

  A. Contesta a cada pregunta con una palabra y escríbela en un papel para buscarla después en el crucigrama: 

 1. No debemos odiar a los...
 2. Dios hace salir el sol sobre buenos y...
 3. Sed perfectos como el Padre...
 4. Para orar no hace falta decir muchas...
 5. Padre nuestro, santificado sea tu...
 6. Nuestro Padre las necesidades que...
 7. No nos dejes caer en la...
 8. No se puede servir a Dios y a las...
 9. Por mucho preocuparse no se alarga la...
 10. Buscar primero el Reino de Dios y su...

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 1. (Horizontal) No debemos odiar a nuestros ...
 2. (H) Dios hace salir el sol sobre buenos y ...
 3. (H) Sed perfectos como el Padre ...
 4. (H) Para orar no hace falta decir muchas ...
 5. (H) Padre, nuestro, santificado sea tu ...
 6. (Vertical) Nuestro Padre sabe las necesidades que...
 7. (H) No nos dejes caer en la ...
 8. (H) No se puede servir a Dios y a las ...
 9. (Vertical) Por mucho preocuparse   no   se alarga la ...
 10. (H) Buscar primero el Reino de Dios y su ...



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